Ya hay acuerdo nacionalista para la investidura catalana. ERC todavía está esperando los detalles, pero todo parece apuntar a que tragarían una investidura telemática a pesar de haber sido desaconsejado por los servicios jurídicos de la cámara. Como no son vinculantes…
Si tal escenario se produce, es seguro —porque así ha sido anunciado— que el gobierno prorrogará el 155 y pedirá al Constitucional que anule el nombramiento. Y así lo hará. A partir de ahí, puede que los nacionalistas se fraccionen y busquen un sustituto. Pero también puede que se echen al monte e insistan en Puigdemont.
¿Qué pasa si Puigdemont se presenta en la cámara para su investidura? Dirán que es imposible porque en el momento en que ponga pie en España será detenido. Pero eso sólo ocurriría si es interceptado. Y conviene recordar que Schengen diluyó las fronteras. Así que si se coloca una peluca a lo Carrillo puede que entre hasta el Parlament sin ser detenido.
Dirán que el CNI le tiene vigilado. ¿Igual que vigiló las urnas el 1 de octubre?, ¿incapacidad, falta de profesionalidad o ‘golpe de Estado’ contra Rajoy? Todo es posible en este sainete que nos consume.
Y Puigdemont es un hombre de relato. Su historia es una especie de serie-reality por capítulos. El final de su presencia física en el Parlament sería un climax perfecto. ¿Y luego?, ¿lo detendrá la policía nacional en la tribuna o en la puerta? Es seguro que en tal escenario los mossos independentistas no colaborarán.
La disyuntiva sería susto o muerte. O la pasividad y la humillación mundial. O la actuación, el revuelo y una foto para la historia futura y el descrédito presente. Es previsible que Soraya —máxima responsable del CNI— esté dando órdenes para que Puigdemont no se mueva un milímetro sin que Moncloa lo sepa. Ya sólo queda que le obedezcan…
De momento, Puigdemont prepara su penúltimo capítulo: el encuentro en Bruselas con el nuevo presidente del Parlament, Roger Torrent. La visita se realizaría con la excusa de la ronda de contactos, pero se convertiría en el reconocimiento visual al ‘presidente en el exilio’. En paralelo, Rajoy ofrece una copa de Navidad el 16 de enero -sí, han leído bien- para trasladar a los periodistas —y por tanto a la opinión pública— algo tan obvio como que no es posible que el presidente de Cataluña sea un prófugo o un presidiario. Un vaso es un vaso…
Unos marcan la agenda y otros llegan con la lengua fuera…