Visión del PSOE tras su conferencia política

José Luis Heras Celemín
Por
— P U B L I C I D A D —

El fin de semana pasado el PSOE ha celebrado en Madrid una reunión de afiliados en torno a la llamada Conferencia Política del 2013. Se sabía que había sido diseñada por Ramón Jáuregui en junio del año 2012, que había sido cuidada y mimada por Rubalcaba a lo largo de estos meses, y se dudaba si en ella se habían comprometido los mejores de entre las filas socialistas. Según decían los organizadores, el acontecimiento pretendía “…producir una amplia reflexión política en un momento especialmente complejo en la vida del partido y del país…, alejada de las tensiones orgánicas que acompañan los Congresos Federales”. Pero todo el mundo esperaba que, además de las reflexiones, se apuntara un nuevo proyecto capaz de revitalizar el partido; y que aparecieran los nombres de las personas encargadas de dirigirlo.

Por unos días, el afán y el trabajo de los socialistas fue capaz de atraer la atención de la sociedad y de infundir ilusión entre sus afiliados. Sin embargo, la atención del principio se vio conducida a una especie de maniobra de distracción, para tratar de averiguar el nombre de los que se atrevían u osaban, ponerse al frente del posible nuevo proyecto; o, lo que es lo mismo, se decidían a encabezar las llamadas “propuestas de primarias”. Esa maniobra, de distracción, al decir de algunos diseñada desde la Secretaría General para “descabezar las testas de los cabecillas”, consiguió su propósito: No se facilitaron nombres, se contuvo a los inquietos, y se logró el aplazamiento de unas Elecciones Primarias que estaban en la mente de muchos; y que compartieron momento, y lugar, con unos folios que, a modo de panfletos retirados por la Organización, alguien difundió en el Palacio Municipal de Congresos pidiendo un Congreso Extraordinario.

Aparcadas las nominaciones de los posibles sustitutos de Rubalcaba en la tarde noche del viernes “con conversaciones y pactos entre cafés, copas, cenas, cuchipandas y pasillos”, llegó la mañana del sábado. La Organización había previsto, para las 10,30, lo que había llamado “Inauguración”. Plenario en el que se esperaba la muestra del nuevo proyecto socialista. Pero tal exposición fue sustituida por unas palabras insulsas de Oscar López antes de dar paso a la constitución de la Mesa. La intervención de los dos únicos presidentes autonómicos socialistas, Susana Díaz y Javier Fernández y un discurso de la Vicesecretaria General.

A falta de otra información, había que entrar en lo suministrado desde la tribuna, que parecía, sino lo único, sí lo más relevante:

– Un buen discurso de la andaluza Susana Díaz, consciente de su peso específico dentro de la organización, dicho “de corrido”, buscando el sentimiento socialista, usando y hasta abusando de la locución “ete paí” (traducción al andaluz de “este país”), dicho “contra la derecha”, y con la introducción de algunos conceptos y frases importantes: Despertar la Ilusión. España antes que el partido. Cambio de Rumbo. Admisión de Errores socialistas. Un proyecto común de España con la frase “Os necesitamos” al PSC. Juntos somos más. No estamos bien porque tenemos “ruido interno”. Reforma de la Constitución.

– Una emotiva intervención del asturiano Javier Fernández (este hombre parece a punto de llorar -anotó alguien-) contra la derecha advirtiendo de la constitución de un “Paraíso Fiscal en Madrid”, declarando que “el Estado debe regular el Mercado” y preguntándose “¿Quiénes somos los socialistas?”.

– Y la soflama de la Vicesecretaria general entre los que ella llamó “los alcaldes y las alcaldesas socialistas del futuro”.

Aunque con menos peso pero con más entidad en la Organización que los presidentes autonómicos, la intervención de la Vicesecretaria Elena Valenciano era importante. En ella se deberían haber expuesto las líneas del nuevo proyecto socialista, si es que lo hay. Pero una vez más, y ya son muchas, demasiadas, una de “las dos mujeres, intelectualmente muy débiles, elegidas por Pérez de Rubalcaba para acompañarle sin hacerle sombra” (al decir de uno de los asistentes al evento), equivocó el acto, confundió el momento y desperdició la ocasión: En lugar de exponer proyectos capaces de suscitar una ilusión para el futuro, aventuró una ilusión casi única incapaz de sustituir al Proyecto de Futuro que se esperaba descubrir en la Conferencia Política del PSOE en 2013.

Después, el desarrollo de la Conferencia siguió según lo previsto: El repaso y desarrollo de las 386 páginas que constituían la Ponencia:

– Diálogos sobre: Laicidad, Reforma Local, Medio Ambiente y Economía.

– Comisiones de Trabajo sobre: Unión Europea y Reformas Políticas, Economía y Empleo, Estado de Bienestar y Modelo de Partido.

– Y los Foros, de Globalización e Igualdad, que, a modo de ornato floral, se habían encargado a dos floreros chinos del pasado: Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.

El acto lo terminó Alfredo Pérez Rubalcaba, todavía Secretario General, en tránsito entre el “parche de continuidad” que fue y el “tapón de futuro” en que algunos le ven. En su discurso de clausura, sin hablar de programas y siguiendo lo ya apuntado por su Vicesecretaria, mostró la ranciedad socialista de los últimos tiempos, temeroso de que la izquierda que representa IU le quite votos y voluntades. Y enlodazando la realidad nacional con charcos y barros que, a estas alturas, ya deberían estar asentados: La unidad nacional. La Jefatura del Estado. Los derechos y deberes ciudadanos… Y ése largo etcétera en el que no olvidó las relaciones con el Vaticano.

Terminada la Conferencia Política, sin haber desvelado las ilusionantes propuestas que se esperaban, queda una sensación extraña:

El PSOE es un bien nacional que interesa a toda España. Su realidad y funcionamiento es uno de los pilares que han servido para hacer una transición que fue útil y para asentar la democracia que disfrutamos. Pero, este fin de semana, acaba de aparecer haciendo unas comunicaciones tan simples como desilusionantes: Quiere ir contra la derecha, a la que ya no llama “derechona”. Quiere echar al PP de las instituciones, para que no haga su política. Quiere gobernar, sin decir cómo va a administrar los recursos. Quiere modernizar al país, volviendo a los arcaicos preceptos del pasado. Quiere, quiere, quiere…

Entre tantos quereres, hay otro que parece que no preocupa pero que es importante: ¿Qué es lo que quieren España y los españoles del PSOE?

No parece estúpido aventurarlo: Una propuesta socialista útil y moderna, coherente con la ideología socialdemócrata que dice profesar y con una historia honrosa y honorable. Ésa que no ha aparecido en la Conferencia Política recién acabada.

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