José Luis Escrivá quería ser ministro desde que Cristóbal Montoro lo saco del Servicio de Estudios del BBVA para hacerlo primer presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad (AIReF): una cosa que el Gobierno del PP se inventó por aquello de seguir indicaciones —pero no órdenes— comunitarias y desarrollar un “mandato constitucional”, que había estado ahí treinta y seis años sin que nadie se preocupara mucho de desarrollarlo. Pero es que nadie como la derecha para ahorcarse pagando la soga de su bolsillo.
Asistí, por razón de mi cargo en aquel momento, a la gestación y nacimiento de la AIReF; viví las elevadas exigencias de Escrivá en materia de personal y retribución —cuando estábamos en un forzoso momento de contención del gasto público y la tasa de reposición—, que se contuvieron por esa causa desde la Secretaria de Estado de Presupuestos y Gastos; y constaté después la ambición de Escrivá, su gusto por las apariciones públicas y los titulares de prensa. Iba para ministro.
Y ahí lo tienes, al chaval, ministro de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones de un gobierno social-comunista, el de Pedro Sánchez con Podemos, cuyo programa tendrá que aplicar entiendo que tragando sapos, a tenor de las opiniones manifestadas en ocasiones por el titular en materias como la revalorización de las pensiones o el déficit de la Seguridad Social.
A ver cómo hace para que las pensiones suban cada año lo mismo que el IPC, cuando siempre se ha manifestado contrario a semejante idea, pero es una de las promesas estrella de Pedro Sánchez (aunque ya sabemos lo que valen las promesas del felón).
O que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) se plante en los mil euros, cuando ya se opuso a que ascendiera a los actuales 900.
Pero, mira, Escrivá ya es ministro. No sé si él, que era el Pepito Grillo del Gobierno en cuanto al cumplimiento de la reducción de los déficit del Estado y las Comunidades Autónomas, la contención del gasto y la subida de las pensiones, será capaz de ser el zorro que han puesto a guardar las gallinas, o tendrá que ser la gallina que intente domar a los zorros. Todavía no me explico que hace un ministro como tú, en un gobierno como este, salvo que pesen más las ambiciones que las convicciones. Y que, de paso, Sánchez pretenda amortizar la AIReF que, la verdad, para cualquier Gobierno, es un grano en el culo.