Sus Señorías

La España diabólica, la investidura multicolor y la crisis de Podemos y Vox

Luis Carlos Ramírez
Por
— P U B L I C I D A D —

Mientras Sánchez y Feijóo pugnan porque Felipe VI les designe candidatos para gobernar, la investidura más diabólica de la democracia lleva camino de igualar a los ejecutivos de la República con hasta cinco partidos de apoyo parlamentario. Nacionalistas, secesionistas, soberanistas o progresistas de izquierdas ultiman sus exigencias a cambio de apuntalar al nuevo gobierno. Un centro derecha más que aislado se ve imposibilitado de intentarlo a pesar de contar con el partido ganador. El cancerbero de la Moncloa -Puigdemont- se frota las manos, mientras la nueva política -Podemos y Vox- se desinfla víctima de las luchas internas y sus errores. 

No le falta razón al presidente manchego, García Page, al advertir que la legislatura que está a punto de comenzar caminará “al filo de la navaja” debido a un resultado electoral “diabólico” que coloca la eventual investidura de Sánchez en manos de un “prófugo de la justicia” como Puigdemont.

El parlamento salido de las urnas divide aún más, a cal y canto, el hemiciclo en dos bloques cerrados a izquierda y derecha, sin más posibilidad de gobernar que la suma de un popurrí de formaciones ‘progresistas’, independentistas, soberanistas o nacionalistas autonomicos. Salvo milagro de última hora, un centro derecha más que aislado a pesar de contar con el partido ganador de las elecciones, se ve imposibilitado de gobernar en un espectro político que rechaza el populismo radical.

En plena canícula estival y con media España de vacaciones, nuestra clase política multiplica contactos y promesas para ahormar el que puede ser el ejecutivo más inestable de la democracia, con la espada de Damocles y la amenaza de un nuevo adelanto electoral. Semejante situación se produce tras la consolidación de un bipartidismo imperfecto, que copa el 74% del Congreso -con 258 de los 350 diputados y 16 millones de votos-, y la dilución de los nuevos partidos que retroceden con la misma intensidad que emergieron hace una década siguiendo la estela del centrismo de UPyD y Ciudadanos.

Podemos y Vox tras la senda de Díez y Rivera

El partido de Abascal, junto a Unidas Podemos, son las penúltimas formaciones que comienzan a diluirse tras la eclosión y derrumbe de la ‘nueva política’ en España, fruto de las desavenencias internas, los errores estratégicos o la púber ambición de sus variopintos dirigentes.

La primera en saltar por los aires fue la extinta UPyD de Rosa Díez, por el empeño en volar en solitario, a la que siguió la meteórica glaciación de Ciudadanos con Albert Rivera, que lo condujo a la perdición dejando atrás nada menos que 36 escaños en Cataluña y 57 en el Parlamento nacional (2019). Los dos partidos de centro marcaron la senda a formaciones extremistas como Podemos y Vox, sumidos hoy en una profunda crisis que barrunta lo peor.

De sobra es sabido que, en el proceloso mapamundi de la política, los extremos se tocan, al activar la conocida fuerza de acción-reacción de la tercera ley de Newton que genera un empuje y opresión, con la misma fuerza.

Siete años después del ‘pacto de los botellines’ (2016), con el que Pablo Iglesias y Alberto Garzón alumbraron a Unidas-Podemos, y a casi cuatro del primer gobierno de coalición de la democracia, la formación del ‘si se puede’ de consume lentamente fagocitada por Sumar y casi liquidada por Yolanda Díaz. Tras su ‘asalto a los cielos’ del poder, el partido que emergió al calor del 15M se descompone con todos sus dirigentes hoy dispersos o enfrentados –Iglesias, Alegre, Bescansa, Monedero, González y Errejón-, apenas cinco diputados en el Congreso y 15 autonomicos, su hundimiento en todos los territorios y la desaparición en Madrid, Valencia, Galicia, Castilla-La Mancha, Canarias y Cantabria.  

Cordones sanitarios y gobiernos pentapartitos

Para mayor inri, el cordón sanitario impuesto por la dirigente de Sumar a la formación consigue asfixiarla económicamente, provocando el cierre de nueve sedes territoriales y una regulación interna de empleo, sin precedentes, que obliga al recorte de gastos y una profunda reorganización. Los restos de la organización liderada por la todavía ministra en funciones, Ione Belarra, aspira a retener al menos una cartera, si el también presidente en funciones, Pedro Sánchez, consigue cuadrar la investidura -a golpe de talones económicos, legislativos y territoriales-, y ahormar el mayor gobierno pentapartito desde la segunda República.

Para desmemoriados y perezosos espirituales, baste recordar que, de los 20 gobiernos republicanos, hasta siete formaciones se conjuraron para sostener los ejecutivos de los republicanos radicales, Lerroux y Martínez Barrio, mientras Azaña se vio obligado a ‘pactar’ con seis (Partido Socialista Obrero Español, Partido Republicano Radical Socialista, Acción Republicana, Organización Republicana Gallega Autónoma, Esquerra Republicana de Catalunya y Partido Republicano Democrático Federal).

Encrucijada de Vox

Casi un siglo después, el proceloso panorama político nacional se completa también con la formación ultranacionalista de Abascal que, pese a su corta vida política de apenas diez años,  se diluye lentamente en el azucarillo del populismo, la desmesura y las luchas internas. Aun así, a Vox le queda todavía una poderosa fuerza autonómica, donde gobierna en coalición con el PP en cinco comunidades, aunque sin haber consumado la fracasada derogación del sanchismo.

La ultraderecha -como le gusta situarla al frente ‘progresista’- se deja por el camino 19 escaños y casi 700.000 votos, la posibilidad de entrar en un hipotético gobierno nacional y no pocos referentes de peso en el parlamento. A la salida de su hasta ahora portavoz, Espinosa de los Monteros, el principal activo en el Congreso, se suma la imposibilidad de recurrir las normas ante el TC o presentar mociones de censura como en la legislatura anterior. El descuelgue de diputados ‘cañeros’ como Carla Toscano, Inés Cañizares o Víctor Sánchez del Real también merma a la formación abierta en canal entre dos facciones, la integrista y nacionalista radical y un ala menos bunkerizada y liberal.

Mientras la derecha extrema postula el recorte de la España autonómica, la eliminación de «leyes de género», expulsión de los inmigrantes legales que cometan delitos graves, o ilegalizar a los partidos independentistas; la izquierda extrema mantiene su enésima reivindicación de la república, la desaparición de la Monarquía ‘anacrónica’, una mayor tributación de la banca y el empresariado, sin descartar el referéndum exigido por soberanismo catalán.

Investidura a cambio de exigencias

Sánchez y Feijóo mantienen el pulso para conseguir el beneplácito de Felipe VI con el que intentar la investidura parlamentaria que daría paso a la decimoquinta legislatura de la democracia, la más abierta e inestable de los últimos, sin descartar un nuevo adelanto electoral.

En la izquierda, el camino de la investidura pasa por el batiburrillo de contrapartidas y exigencias de la mitad del arco político, como la negociación de la deuda de Cataluña -la mayor de la historia con 85.000 millones-, referéndum de autodeterminación, nuevos estatutos de autonomía vasco y catalán, introducción del catalán, euskera y gallego en el Congreso, reconocimiento de Galicia como Nación, reforma del sistema de financiación y hasta la mejora del estatuto de Canarias.

Llave de Puigdemont y reparto de cargos

De momento, el fugado ex presidente de la Generalitat, Puigdemont, y su partido, Junts, tienen la llave de la investidura y del Gobierno de España, junto a los republicanos de ERC, los nacionalistas del PNV y EHBildu, Sumar y BNG.

Descartada Meritxel Batet, tras el veto indepentista y de sus propios socios de Sumar, el Psoe busca un candidato/candidata para presidir el Congreso que agrade a sus socios y mantenga la mayoría de izquierdas en la Mesa para tramitar las leyes y ordenar los debates. El órgano de gobierno de la cámara baja será esencial para que los partidos independentistas –ERC y Junts-, puedan conformar grupo propio en el Congreso con siete diputados cada uno, sin cumplir los requisitos establecidos en el reglamento: tener 15 escaños o, en su defecto, cinco y al menos el 15% de los votos correspondientes a todas las circunscripciones en las que se hubieran presentado o el 5% de los emitidos en el conjunto de España. El truco, recurrentemente practicado en anteriores legislaturas, no es otro que prestar diputados de otro partido que en el siguiente periodo de sesiones vuelven al redil.

1 Comentario

  1. Creo que nos seguimos equivocando en an álisis como éste donde continúan planteándose conceptos anacrónicos y tan fuera de lugar en la política actual como «izquierdas» y «derechas».
    Esta cortedad en la mirada y el análisis evita enfrentarse a una realidad política más amplia donde lo que ha quedado diluída como un azucarillo es lo que considerábamos «democracia» y que cada cual interpreta según le conviene.
    El ejemplo más espectcular es que sólo una minoría de ciudadanos en todo el mundo sigue creyendo en la representación política partidaria (En EE.UU. sólo el 9%; habría que saber en el resto donde las ya antiguas encuestas de hace más de treinta años señalan una desafección política casi total de los sistemas partidarios).
    En este momento la disyuntiva trasciende fronteras para situarse en dos polos ideológicos opuestos: la racionalidad (la Ilustración y el conocimiento) frente a la distopía de ciencia-ficción. Dicho de otra forma: la Ciencia frente a las estupideces y teorías de la propaganda oficial. Dicho de otra forma: racionalismo político frente a globalismo utópico y sin sentido.
    En esta nueva guerrra cultural (o simple continuación de la anterior) nada es lo que parece: el capitalismo ha puesto a su servicio a sus enemigos naturales (el llamado socialismo), porque -como ya advertía Tolstoi- era un simple postureo estratégico. Una alianza globalista (de ahí la internacionalización de la cuestión) producida por la propaganda oficial. Ella pone y quita gobiernos. Incluso captura las instituciones para ponerlas a su servicio…. Es en esa nausebunda maraña de intereses donde estamos enfangados como sociedades anómicas (según Dalmacio Negro) , sin pulso y condenadas a la esclavitud tecnológica y personal.
    En lo que llamamos «occidente» ya no hay naciones reales, sino marionetas formadas e instruidas para seguir «agendas» al estilo soviético del capitalismo mundia (Davos y otos) donde la mayor parte de los partidos (excepto Vox) participan en la manipulaciòn acientífica creando dogmas de fe estrambóticos y payasadas bien untadas por el dinero…. Un dinero inexistente creado por el sistema bancario, sin respaldo real (como ocurría con el «·patrón oro») y ajeno por completo a las necesidades de la gente que, cada dos por tres nos aporta sustos y crisis financieras que… ¿quien las paga? Bingo.
    Un saludo.

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