A estas alturas de la película, ya no sabemos cuántos PSOE’s hay que contar en España, ni cuántos Podemos. ¿O quizá se trata de simples matices de una sola colectividad? ¿Qué hay de los amores entre Pablo, Iñigo, y los Anticapis, qué del pacto Podemos-IU, o quizá las tensiones Susana-Sánchez- Patxi López terminarán en una sola y hermosa rosa roja?
Hubo un tiempo en que Carlos Marx elevó el socialismo de sus señas de lucha obrera hasta un plano de teoría filosófica marcada por el materialismo dialéctico, la dictadura del proletariado y las etapas de desarrollo que acabarían en el paraíso de una sociedad sin clases. Un tiempo en que los obreros eran convocados a la conquista del poder por la rebelión armada y la violencia, bajo el caudillaje de la Unión soviética, mientras otros seguían fieles a la consigna de toma del poder por procedimientos estrictamente democráticos.
Entre nosotros, la guerra civil de 1936 marcó dos estrategias opuestas entre un Partido Comunista partidario de proseguir la lucha armada más allá de 1939, mediante la guerra de guerrillas y el maquis, y un partido socialista resignado a la derrota y a la espera de tiempos mejores y de un apoyo internacional que nunca llegó.
A la hora de empujar la Transición, un PCE luchando en la clandestinidad contra el franquismo, frente a un PSOE replegado en Toulouse.
Una vez alcanzada la democracia y pasado el Rubicón de una nueva Constitución, los votos auparon al PSOE a número uno de la oposición, y provocaron una desbandada de directivos del PCE hacia partidos de centro o de derecha, pero sobre todo hacia el mismo PSOE .
Hoy, la situación ha cambiado ligeramente. El PSOE ha perdido votos y fuerza, el PCE, camuflado en IU, está bajo mínimos, y la derrota en las urnas ante el PP ha propiciado el nacimiento de un Podemos que bascula entre los dos, sin saber exactamente cuál es su espacio…
Porque el sector de Pablo Iglesias parece tener querencia hacia lo que queda de IU, mientras el que lidera Iñigo Errejón prefiere las maneras del PSOE… Y tal vez estas dos tendencias, estas dos almas, prefiguran esa bipolaridad del socialismo español que en otros tiempos representaron un Indalecio Prieto, un Largo Caballero, una Dolores Ibárruri…
El panorama no es mejor en la Europa Unida. Esta Europa Unida partida en dos geográficamente y financieramente, la Europa del Norte rica y dominante, y la Europa Mediterránea pobre y dominada. Como alma en pena, sonámbula, deambula un socialismo consumido por los remordimientos y con la mala conciencia de haberse vendido al neoliberalismo. Y saltan nombres como Tsipras y Varoufakis, o François Holland y Valls, o se pelean los laboristas ingleses y reniegan de Tony Blair, no saben si hicieron bien en decidirse por el Brexit…
Decididamente, el socialismo necesita encontrarse a sí mismo, definir el modelo de socialdemocracia al que aspira, elaborar un discurso que la mayoría sea capaz de entender, asimilar y aceptar con entusiasmo y espíritu militante.
Habrá que avanzar más allá del modelo quizá un poco trasnochado de la socialdemocracia escandinava que cuando sale al exterior participa de todas las rapiñas del sistema financiero internacional sobre el Tercer Mundo, que se adapta al asedio de Europa del Norte sobre la Europa del Sur, que actúa muy socialmente dentro de casa pero, muy a la sueca, explota minas como la de Aznalcóllar de Huelva envenenando la ría con sus desagües. Quizá hasta habría que buscar ideas nuevas en socialdemocracias como la de China o la India o la Sudáfrica, la primera en una etapa avanzada, las otras dos en período de crecimiento y desarrollo (las tres llevan ritmos de desarrollo del PIB por encima de un 8% anual).
Sin olvidar, desde luego, experiencias del otro lado del Atlántico, desde Cuba hasta Argentina, pasando por Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil… Dejando de una vez esa manía tan hispana y analfabeta de la descalificación sistemática para intentar comprender, valorar lo positivo y lamentar los errores, pasar del «¿por qué no te callas?» al diálogo entre iguales.
Susana, Pedro, Patxi López, Pablo Iglesias, Errejón, Tania, ¡manos a la obra! Es vuestra hora, la hora de reconducir el barco de la socialdemocracia a buen puerto.
Porque a estas alturas de la película, señoras y señores míos, uno diría que la dichosa alternativa de un capitalismo en democracia se traduce más bien, fatalmente, en una plutocracia o bancocracia despótica, que una democracia digna de este nombre solo es posible asociada al calificativo de social: «socialdemocracia».
FOTO: Íñigo Errejón en un acto de «Recuperar la ilusión». El Español / Efe