Sanxhe se hace un Xabi

Antonio Imízcoz
Por
— P U B L I C I D A D —

Sánchez se aflige mucho, como los toreros malos que, cuándo les sale un mal toro, en lugar de plantarse en los medios, parar, templar y mandar, se afligen. Y no dan un pase más, tiran la muleta y toman el olivo.

Solo que Sanxhe, que es el apelativo por el que España conoce no al presidente del Gobierno de España, no al Secretario General del PSOE, sino al chisgarabís en que se ha convertido Sánchez de tanto procurar su propio bien, su poder y el de sus aledaños (anda, que Begoña…), además sale del burladero y se desplanta, no ante el toro que le ha tocado lidiar, un marrajo de la ganadería que él mismo ha alimentado, sino ante los ciudadanos. Y nos escribe una carta. Con un par.

A lo mejor se pensaba que le iban a sacar a hombros tras rajarse de la faena que le tocaba, que es mucha faena. Pero no. Cuando creía que le iban a abrir la Puerta Grande como a Roca Rey, a las pocas horas de su insoportable “carta a la ciudadanía”, los Comités Ejecutivos del PSOE en casi todas las Comunidades Autónomas estaban en cónclave y alguno nos llamaba a amigos de confianza para preguntarles (es textual): “¿vosotros qué pensáis? Porque nosotros estamos acojonados”

Así que mientras Sánchez deshoja la margarita de plástico, porque no hay otra, en el tendido de España se corea aquello de “Y tú que te creías el rey de todo el mundo, y tú que nunca fuiste capaz de perdonar, y cruel y despiadado de todo te reías, hoy imploras cariño aunque sea por piedad. ¿A dónde está tu orgullo? ¿A dónde está el coraje? Porque hoy que estás vencido mendigas caridad. Ya ves que no es lo mismo amar que ser amado, hoy que estás acabado ¡qué lástima me das! Me alegro que ahora sufras, que llores y te humilles ante ese gran dolor. La vida es la ruleta en que apostamos todos, y a ti te había tocado nomás la de ganar. Pero hoy la buena suerte la espalda te ha volteado, fallaste so felón, no vuelvas a apostar”.

Pero, quiá, este no se despega de ahí ni con agua caliente. Está haciendo un Xabi, ya sabes, como el entrenador del Barsa, que anunció que se iba a final de temporada, y ahí va a seguir.

Se merecería, desde el tendido de España, esta otra tonada (anímese, tararéela mientras lo lee): “No me amenaces, no me amenaces. Cuando estés decidido a buscar otra vida, agarra tu rumbo y vete. Pero no me amenaces, no me amenaces. Ya estás grandecito, ya entiendes la vida, ya sabes lo que haces. Porque estás que te vas, y te vas, y te vas, y te vas, y te vas, y te vas, y no te has ido”.

Y no, no se va a ir. Planteará una cuestión de confianza en la que se presentará como una pobre víctima, él y señora, del fascismo, de los medios de comunicación, de los jueces, de quien sea, procurando quedar como el héroe que persevera en “su deber”, a pesar de lo mal que lo pasa, el pobre.

Eso si se lo permiten quienes de verdad lo tienen agarrado por los venerables tegumentos, que no son otros que Marruecos, con la información que le pasó Estados Unidos, facilitada por el Pegasus israelí. Y tú, tonto del haba, haciendo campaña internacional por el reconocimiento de Palestina. Si es que…

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