Tras la presentación que hizo hoy Pedro Sánchez de Sara Hernández, en el desayuno de un foro de opinión, por afecto al socialismo y consideración a la Secretaría General del PSOE madrileño, quizá habría que tener la caridad de no escribir sobre el asunto.
Pero, oh vocación, obligación y casualidad, también hoy se produjo la reaparición de Alfredo Pérez Rubalcaba.
Fue en el Hotel Los Galgos de Madrid, en la comida que organiza la Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición. Como si se hubiera ido, el otrora Secretario General del PSOE vuelve: flaco, frailuno, perspicaz, sutil, camaleónico, simpático…
El contraste de opiniones, ambientes y sensaciones entre lo que hay en torno a Pedro Sánchez y lo que representa Rubalcaba es de tal categoría que, por fuerza, hay que reparar en ello.
En el desayuno, Pedro Sánchez y Sara Hernández, no por jóvenes, merecieron algunas reflexiones que como opiniones aparecieron en una de las mesas de la prensa: “Les falta un hervor”, “Les falta algo más que un hervor”, “No muestran convicción, aplomo ni inteligencia; y eso es más importante que tener o no tener hervores”.
Y es que con lo que hay, y con lo que está cayendo para todos, Sánchez y Hernández, en vez de ir a por todas con decisión, se decidieron por lo fácil: Crítica cómoda al Gobierno. Diatribas contra Ciudadanos y Podemos. Y, lamentable en políticos jóvenes con aspiraciones de líderes, el cobijo en eslóganes trillados que ya no escucha nadie: “Hay que defender la libertad”, “espíritu y pacto contra la ofensiva yihadista”, “todos y todas”, “ciudadanos y ciudadanas”, “alcaldes y alcaldesas”, “amigos y amigas”, “atentados de París”, “violencia de género”, “Trabajo, empleo y vida digna”, “crisis política e institucional”, “Cataluña”, “quedan 33 días para el 20 de diciembre”, más críticas, papelón, simplezas, más críticas y…
Poco más. Ni una respuesta clara y coherente a las preguntas de la prensa sobre: Desmoralización en PSM-PSOE. Paracaidistas en las listas. Llegada de Irene Lozano. Frente común con Podemos en la Asamblea de Madrid. Sostenimiento de Carmena en la alcaldía madrileña. Por qué Hita en vez de Robles. Políticas de empleo para atraer inversión en Madrid. Privatización de Hospitales. Pacto antiyihadista con quien en Córdoba hace un minuto de silencio por el bombardeo de la capital del Estado Islámico (7 segundos antes de contestar y no decir nada). Destitución de Tomás Gómez. Si pierde Pedro Sánchez, quién Secretario General. Corrupción en aparcamientos de Getafe…
Como apunte destacado, sólo un mantra conocido: “El Gobierno de la corrupción ha hallado en la calle Génova su sede social”.
Como es lógico, el pesimismo y el desasosiego, que nadie disimuló y se notaron, no eran debidos a la edad y juventud de ambos. Venían de dentro, de los propios socialistas que, preocupados, ya han intuido qué pasa en sus filas, cuáles las posibilidades reales de futuro y quién, o quiénes, pueden mejorar las perspectivas electorales actuales.
Por eso era importante la reaparición de Rubalcaba.
“Soy difícil de presentar. Soy un impresentable”, comenzó simpático logrando la empatía.
En comparación con lo hecho por Pedro Sánchez y Sara Hernández, todo cambió. A pesar de la edad, o por ello, el discurso del “impresentable” llenó la sala. Con su hablar fácil conocido, su sensatez contumaz de siempre, sus razonamientos metódicos sobre: La actualidad política española. Las tres crisis solapadas (política, territorial y autonómica) que hay que abordar a la vez. La crisis del bipartidismo y la corrupción, que llevan al paroxismo. La necesidad de una nueva Ley Electoral y una Reforma Constitucional pactada. Crisis territorial, que no es sólo en Cataluña, con fuerzas centrífugas que pretenden separar y centrípetas con pretensiones contrarias. La conveniencia de establecer un Proyecto Político estatal. Lo que propone Podemos es un dislate, porque no hay una Constitución que lo soporte. Lo de Ciudadanos no es solución porque no se sabe si centraliza o lo contrario. Rajoy, que recurrió el Estatuto Catalán, no quiere ni puede hacer nada. El PSOE sí tiene un proyecto. El tiempo no lo arregla todo. Y una reflexión final: “La Transición nos ha permitido vivir 40 años gloriosos”
Aunque el auditorio no pareciera socialista, el ambiente y el interés eran distintos. Rubalcaba contestó a todo. Con oportunidad, rotundo, claro y sin irse por las ramas: A la lógica de los catalanes hay que oponer un proyecto político que gane por la mano al separatismo. El Senado hay que suprimirlo o modificarlo para hacerlo útil. No y no: No volverá a la primera línea de la actividad partidista, y nadie se lo ha propuesto. Respecto a la controversia entre votar al PSOE tapándose la nariz o hacerlo a Ciudadanos tapándose los ojos, una contestación rápida: “entre olfato y vista, yo no tengo dudas”. Hay riesgo ante el terrorismo, sin duda; puede pasar y hay que estar atentos. Ganamos a ETA técnicamente y conseguimos unas excelentes fuerzas de seguridad (Policía y Guardia Civil) que son las mejores de Europa. Precisiones desde la óptica socialista a la Reforma Laboral y a la Ley Mordaza. El E.I. es un estado con mayor territorio que Inglaterra y es muy difícil pedirle a Hollande que no reaccione. El problema de fondo es que al Estado Islámico no le ganamos por el aire, las experiencias en Afganistán y Libia demuestran que deben implicarse los árabes y que es necesaria una estrategia a medio plazo.
Desde el punto de vista personal y las posibilidades de su vuelta al frente del partido, negó dos veces, “No y no”.
Después, acaso camaleónico, se entretuvo con algunas observaciones en favor de Pedro Sánchez: Tiene 40 años, fondo, y al PSOE detrás. Tiene que seguir la línea del PSOE y puede ser un buen Presidente de Gobierno. Se le pide que sea como Felipe González y no estamos en la época de Felipe González. En el PSOE encantan las críticas internas. Debe estar tranquilo con las propuestas de Podemos, las hicieron algunos renegados del PSOE con unos cuantos amigos que son un germen de destrucción.
Al terminar, no había la sensación de pesadumbre que acompañaba en la mañana a Pedro Sánchez. Rubalcaba, aparentemente enclenque, daba sensación de fortaleza.
Había dicho, por dos veces, que no volverá a la primera línea. Pero, frailuno, comedido y, a fuer de reservado, sagaz, pretendiéndolo o no, sembró la duda:
¿Ha reaparecido para tomar el timón? ¿O no?