El gran Joaquín Sabina, el mismo al que ahora los aprendices de demócratas y pijoflautas de asamblea independentista tachan de carcamal fascista, al igual que al otro compañero de fatigas del mítico cantante del bombín, el catalán Joan Manuel Serrat. Dicen ambos que esto del procés es un engaño, además de algo muy peligroso que solo ha hecho enfrentar a Cataluña con Cataluña.
Sabina en una de sus creaciones maestras, popularizó la canción cuyo estribillo repetía: «y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres… y desnudos al anochecer nos encontró la Luna». A Puigdemont y a Rajoy, les dieron las diez y las once y el resto de las horas, pero la verdad es que yo no me los imagino juntos al anochecer y mucho menos, velando por la buena salud de la lujuria, desnudos. Es cierto que tanto repetir el plazo de las diez, esto parece mucho más una historia de pareja de pasiones encontradas, que la de dos políticos buscando la conciliación extraviada.
Es evidente que todo lo que viene ocurriendo en los últimos años en Cataluña, no es casual, sino causal. Se inicia por un empecinamiento en el 2006 del PP entonces en la oposición, al recurrir el nuevo Estatut que había sido refrendado en referéndum por los catalanes. Tras el recurso popular, en 2010 el Tribunal Constitucional recortó significativamente el texto, lo cual provocó un gran descontento en Cataluña. Esto se plasmó en la mayor manifestación hasta entonces celebrada en aquellas tierras, bajo el lema “Som una nació. Nosaltres decidim”. Este fue el precedente y como diría Gerard Piqué: Gracias PP, ¡contigo empezó todo!
Esto de recurrir y no medir las consecuencias, le va mucho a los de Génova. Es cierto y eso hay que reconocerlo, que ellos mejor que nadie, saben ejercer la oposición. Calificaron al PSOE de insolidario al subir el IVA, recogiendo miles de firmas tras una campaña a pie de calle, en la que participó hasta el propio Mariano Rajoy. Acusaron de que era “la manera más injusta de subir los impuestos” y de afectar con esta medida “el precio de los chuches a los niños” como decía Mariano, pero cuando ellos llegaron al poder, subieron el IVA hasta el 21% y además de “los chuches”, se cebaron subiendo el IVA de los pañales de los bebés. Les ha pasado también cuando la aprobación de la Ley de Matrimonio Homosexual, que también recurrieron, clamando contra “ese atentado a la familia” y hasta la exalcaldesa de Madrid Ana Botella, de infausto recuerdo, se atrevió a jugar combinando las peras y las manzanas en un ridículo juego verbal, más propio de la infancia. Luego, resulta que se casa Javier Maroto, el actual Vicesecretario de Acción Sectorial del PP con su novio de toda la vida y este aun con el chaqué puesto, dice: “Esto es matrimonio porque los partidos evolucionan (¿PP?). En España el derecho al matrimonio es para todos y hoy todos los partidos compartimos este mensaje”. A la boda asistió toda la cúpula del PP con Rajoy a la cabeza. Mariano que es muy listo, miraba con complicidad el enlace del vicesecretario, mientras escuchaba a Pedro Arriola que le ponía en clave de ganancia de votos lo que significaba su presencia allí, pues hacer un guiño al colectivo homosexual de derechas, era muy importante. Pero vamos a dejar al PP, que ya tendremos tiempo de hablar de lo que ha pasado desde primeros de septiembre hasta ahora, cuando la actualidad separatista ha permitido echar un manto de niebla, lo cual le ha venido al pelo, pasando a Rodrigo Rato, Bárcenas, la Gürtel, el PP valenciano Ignacio González y demás corruptelas populares a un segundo plano.
La respuesta de Puigdemont al último requerimiento, es una versión más light sobre el remitido el lunes 16 de octubre. Otra vez dieron las diez y las once… pero Rajoy no estaba en España para recibir la misiva, aunque eso no importaba mucho, pues ya se intuía la respuesta. En su confusa redacción, implícitamente venía a reconocer que no se había declarado la independencia, pero el soberanismo tiene unas dosis de soberbia elevadísimas que le impide contestar a Rajoy con el “no” que se había solicitado. Ante esto, Rajoy no puede hacer otra cosa que no sea poner en marcha el artículo 155, primero porque le ha contestado otra vez a la gallega y eso se lo permite al marido de Ana Pastor, pero no a uno de Girona. Y en segundo lugar, porque en caso de no hacerlo, debería dimitir cinco minutos después.
La entrada en vigor del artículo 155 como bien sabemos, no acabará con el sentimiento independentista, pues este se alimentará una vez más de su endogámico victimismo, invocando a la represión y a los presos políticos, como dicen desde el colectivo secesionista, utilizando unos términos que solo pueden engañar a los que no han vivido durante el franquismo. Los que de verdad lo padecieron, coinciden en consideran una falta de respeto utilizar estos términos. Cataluña no es un pueblo oprimido, ni un territorio ocupado ¡Faltaría más!
El discurso de Puigdemont me hace pensar en las malas influencias que ciertas series televisivas están causando en el president. No me refiero a Juego de Tronos que tanto le gusta al líder de Podemos, que por cierto, no sé de qué va en estos momentos, pero lo único que se deduce de su comportamiento, es que está dilapidando la escasa credibilidad que le quedaba como hombre de estado. Me refiero a serie La que se avecina, donde Antonio Recio (Mariscos Recio) está transmitiendo una enseñanza de lo más peligrosa. El citado personaje, presidente de una pintoresca comunidad de vecinos, es la fuente de inspiración de Carles. Recio en su creencia de que “todos los presidentes somos iguales”, es capaz de mandar una carta a Rajoy “para solventar los problemas graves de la comunidad que presido”, pues ya se sabe “que nada mejor que el dialogo entre presidentes para alcanzar acuerdos negociados”, Recio dixit. Estoy seguro que aunque sea una serie españolista, es la que mejor valora Puigdemont, pues en todo este tiempo trata “de igual a igual” o lo que es lo mismo “de presidente a president” porque yo lo valgo, como diría Penélope Cruz. Puigdemont y Recio aún no han asimilado las verdaderas limitaciones de sus competencias.
Mención aparte merece tratar la encarcelación de los líderes de ANC y Ómnium como dos de los principales instigadores de los vergonzosos sucesos del asedio a los guardias civiles y a la secretaria judicial que registraban la sede de la Conselleria de Economia. La detención cumple un axioma que desde el colegio hemos aprendido todos: “el que la hace, la paga”. Aquella tarde, la gente era arengada por Jordi Sánchez y Jordi Cruxart megáfono en mano subido en el techo de un todoterreno de la Guardia Civil, mientras “pacíficamente” los congregados destrozaban varios vehículos de la benemérita. Todo muy cívico y normal como no puede entenderse de otra forma. Con su encarcelación y la cada vez más cercana de Trapero y algunos más (o Mas), me ha dicho mi primo que ya están montando en la cárcel VIP de Soto del Real, una peña barcelonista presidida por Sandro Rosell y con Jordi Pujol Ferrusola como tesorero… pero con sede social en Andorra.
Puigdemont no ha conseguido ni un solo apoyo internacional de los que tanto alardeaba, obteniendo su único logro en haber conseguido desestabilizar la vida política española. Ha hecho gala de una prepotencia y arrogancia que se califican por sí mismas, pero lo peor de todo este episodio es la coacción con la que ha actuado sobre millones de ciudadanos catalanes, tan catalanes como los independentistas, pero que se niegan a tener el corazón partio tras una frontera.
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