Se me ocurre hacer breve comentario sobre el actual escenario nacional con cierta dosis de mala uva constructiva. Empecemos por el uso que se está haciendo de Internet como la más barata herramienta de propaganda, que muy pronto empezará a echar humo ante la inminencia de las elecciones de mayo. Solo se requiere disponer de una línea ADSL, a veces la del propio puesto de trabajo sobre todo si es en una Institución Pública. También es necesaria una disposición plena a consumir tiempo propio (o mejor si está retribuido por el patrón sea el que fuere). Con estos dos factores se desarrolla el incesante vuelo de emails y las cadenas ininterrumpidas de vídeos, enlaces YouTube, archivos adjuntos, etc. De momento ganan por goleada los detractores de ZP, que se ha convertido en el protagonista principal del cabreo nacional. Y no es para menos. Acaba de finalizar abril con un nuevo incremento del paro. Parece imposible pero ahí están las cifras. Cada mes se bate un nuevo record y si acudimos a las tristes y casi siempre fastidiosas comparaciones, henos ya situados en la primera posición de toda Europa en cuanto a número de parados.
Si no encerrara tanta angustia humana el mero dato estadístico, el último envío que alguien me hace por correo electrónico no deja de tener cierta malsana gracia. El PowerPoint se titula “Paradores de España” y tras un bello recorrido en imágenes por los principales grandes paradores y los enclaves siempre impresionantes donde se ubican, la presentación termina anunciando el gran parador nacional. La curiosidad nos hace apretar rápidamente el ratón esperando ver la maravilla más sublime de las contenidas. Entonces, ¡sorpresa! La sonriente cara de Zapatero llena la pantalla de nuestro ordenador con un gran título debajo “El gran parador nacional”.
Vuelve el español por donde solía: el chiste como desahogo, la burla al que manda como forma de desquite. Durante la larga noche del franquismo los chistes alcanzaron el cenit del ingenio popular, tanto, tanto, que el propio Dictador se los hacía contar por su yerno el Marqués de Villaverde. Pero ahora, el último tramo de cada risa deberíamos convertirlo de vez en cuando en mueca si nos paramos a considerar ciertos significados de lo que ocurre.
¿Por qué desde que se aprobó las confusas y burocratizadas medidas de la jaleada “reforma laboral” se han incorporada al paro más 400.000 trabajadores? Sostengo que en España no hay estimulo alguno para quien realmente crea empleo, no se apuesta por proyectos de emprendedores para financiar: solo se presta al que tiene y aun así se le exige que avale con la casa familiar lo que precisa para el negocio de tal manera que el y solo él corra el riesgo emprendedor, para que quien le presta con buen interés quede totalmente a salvo en toda circunstancia. Hasta ahí —cabría decir— nada hay que reivindicar, son las reglas de juego. El problema, sin embargo, adquiere hondura nada leve, cuando vemos que la cultura que aun prevalece en España lleva arraigados dos principios potentes que ahora ni siquiera son subliminales, estás decididamente a la vista en el clima social. A saber: Todo empleador con éxito se sustenta en una conducta de explotador y, como quiera que el lucro es el motor insano de su actividad emprendedora, en vez de facilitarle las cosas tendamos desde la burocracia de las diversas administraciones una tupida red de controles, de tasas, de impuestos, de posibles sanciones por su conducta en el fondo depredadora. Todo empresario que fracasa, es culpable ¿como no?. De momento digamos como primer calificativo que es un mal gestor, un individuo de poco fiar; al poco acusémosle abiertamente de que pretende estafar a quienes le han prestado dinero, aunque sea al reclamo de un ¡10% de interés¡. El ejemplo palmario de estos últimos días es el de la saga de los Ruiz Mateos, “no son 10.000 los trabajadores como alguna vez ha presumido el patriarca, son solo 5000” —dicen los sindicatos, que naturalmente no ven mérito en la cifra.
¿Y la prensa? ¡Ha! la prensa, incluso la que se cree de referencia dominante deja escribir a uno de sus periodistas que como los fondos propios de Rumasa son 200 millones de euros y las deudas son 500 millones el grupo está quebrado, por que debe más de lo que tiene. Y el tal articulista de tan gran periódico, muestra la sublime ignorancia de que los fondos propios de una empresa lo son después de contar lo que se tiene y restar lo que se debe. Pero de lo que se trata es que Ruiz Mateos está ya condenado sin más, con lo que la posibilidad de que los 5000 o 6000 puestos de trabajo que ha creado en su 2ª etapa emprendedora —con toda la heterodoxia que se quiera— es más fácil que se extingan a que se mantengan, tras la campaña generada por una decisión que técnica y legalmente es la más correcta al protegerse con el pre-concurso que fija la Ley Concursal que, por cierto, está siendo aplicada por la mayoría de los Jueces mercantiles, en coherencia con la ideología dominante. El empresario concursado es culpable por el hecho de fracasar.
En verdad, tal ideología no nace con Zapatero, pero la dinámica que ha generado y su discurso global durante sus casi siete años de mandato han contribuido a agudizar la desconfianza y el fatalismo de muchos pequeños empleadores que de forma silenciosa e inexorable han entrado desde hace dos años en huelga de empleabilidad.