No hay nada que una más que un enemigo común. Junts y ERC rivalizan por el gobierno catalán y por la pureza en la defensa de la catalanidad. Sin embargo han olfateado la debilidad gubertnamental. Y se crecen. Ladran. Como lo perros.
En un comunicado conjunto descuentan la amnistía y exigen garantías para celebrar un referendum de autodeterminación. Órdago a la grande. ¿Llevan cartas o creen que el adversario no tiene nada?
La respuesta también ha sido conjunta entre el PSC y el PSOE. A ambos les sentó fatal el órdago secesionista. Así que el enemigo común, tamb ién aquí, ha hecho que PSC y PSOE se unan a pesar de las muchas divergencias y tiranteces. Su comunicado conjunto es versallesco pero contundente. Dicen que “el diálogo debe servir para superar la división no para profundizar en la ruptura y la discordia”. Y concluyen: “por este camino no hay avance posible”.
¿Qué significa todo esto?, ¿se han roto las negociaciones?, ¿estamos más cerca de un adelanto electoral? Veamos. Por una parte ERC y Junts saben que repetir las elecciones es garantía de poder descender todavía más. Con la amenaza -además- de que Omnium Cultural concurra a la cita y divida todavía más el voto secesionista. Pero por otra parte, ambos saben que quien se ponga más estupendo ahora tendrá más posibilidades electorales en la cita electoral catalana del año que viene.
Por su parte, en el PSOE están dispuestos a todo por la investidura. Los que ayer consideraban absolutamente inviable la amnistía han sufrido una repentina “conversión”. Y por supuesto, están dispuestos a echar mano de la caja común para tratar de contentar a quien ni quiere ni puede contentarse; viven de la confrontación.
Pero el repentino órdago ha sido percibido como una deslealtad inaceptable en el proceso de diálogo. Por eso la dureza contenida del comunicado socialista. Por otra parte, Sánchez ausculta sus posibilidades electorales en caso de repetir. Antes de la investidura fallida de Feijóo eran bastantes; hoy son muchas menos porque ha cundido la especie de que existe una alternativa seria, solvente, razonable y no crispada. Y además porque tanto PNV como ERC, Junts y Sumar probablemente también rebajarían sus expectativas electorales.
Así que la paradoja podría ser que aunque los secesionistas eleven el precio de la investidura puede que el ‘cambiacolchones’ lo pague porque el riesgo de perderlo todo es mayor cada minuto.
Y lo peor no es que Sánchez quiera pagarlo. Lo malo es que pretende que lo paguemos los españoles…
El anzuelo del pescador
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