En español, hay dos tipos de vocales. Vocales débiles, o cerradas, ‘i’ , ‘u’. Y vocales fuertes, o abiertas, ‘a’, ‘e’, ‘o’. Por lo que parece, entre vocales, la ministra de Igualdad no las tiene como iguales y se decanta por las fuertes. Con ello, pretendiéndolo o a lo tonto, al preferir una de las opciones, fuertes frente a débiles, al Ministerio de Igualdad ha llegado una algarabía que copa titulares. “Hijo, hija, hije”, “niño, niña, niñe”: el polémico discurso de Irene Montero. Ola de críticas a la ministra de Igualdad por el uso de un lenguaje inclusivo que muchos tachan de ridículo (publicaba el digital gratuito 20 minutos). Irene Montero y sus patadas al diccionario: “hijo, hija, hije” (destacaba Libertad Digital). El “hije”, “niñe”, “todes” y “escuchades” de Irene Montero en la campaña de Madrid (insistía NIUS). Hasta José Manuel de Prada se ocupó del asunto en ABC: “Nuestra derechita fofa piensa que Irene Montero es una choni analfabeta a la que el macho alfa puso un casoplón y un ministerio… Pero lo cierto es que Irene Montero es mas lista que el hambre y una mujer con una hoja de ruta que desea imponer a la sociedad sin importarle las risitas coyunturales de la derechita fofa (que pronto se helaran en sus labios)”.
Irene Montero, definida por De Prada como choni —mujer joven que habla, se comporta y viste de forma vulgar, y que no ha disfrutado de una buena situación socioeconómica—, es una mujer lista y con pretensiones. Acreedora de los epítetos publicados, que toma partido por las (vocales) fuertes frente a las débiles ¿Igualdad en la ministra de Igualdad? No. Rotundamente. Lo contrario. Siguiendo una trayectoria prevista: Degenerando, degenerando, desde el puesto de dependienta en la cadena de electrónica y electrodomésticos Saturn, en la que estuvo, hasta su llegada a la política, según la expresión-razonamiento de un banderillero del gran Juan Belmonte, que, con una peripecia vital parecida, ‘degeneró’ de banderillero a Gobernador civil de Huelva. Montero en un ministerio nuevo hecho a (su) medida, diseñado al favor de Unidas Podemos con el beneplácito de Pedro Sánchez. Acaso con Sálvame como posible destino provisional, punto de paso, o solución de continuidad o final para una forma de vida con trayectos de ida, al show en televisión, y vuelta a la actividad política que pueda aparecer en el futuro. En una ocasión o varias. Ad kalendas graecas o cuando sea. Porque lo cierto es que disfrutando, ya, de un estado de privilegio, Montero puede pretender lo que quiera. Fruto del favor del macho alfa que apunta De Prada, o como resultado de la autoridad y doma impuestas al resiliente consecuencia de aquél.
De momento, la ministra de Igualdad parece que ha mandado al exilio a las (vocales) débiles. Las (vocales) fuertes, hijo, hija, hije, niño, niña, niñe suenan a troche y moche. Pero las débiles ‘hiji’, ‘hiju’, ‘niñi’ o ‘niñu’, no. En absoluto. Ni en bable, Oscurantismo total. Igual con los ‘todes’, ‘escuchades’ y los engendros fuertes, en detrimento de los débiles ‘todis’, ‘todus’, ‘escuchadis’, ‘escuchadus’ y demás barbaridades lingüísticas ministeriales, publicadas o silentes.
Ha nacido, así, alrededor del Ministerio de Igualdad, una dicotomía entre fuertes y débiles que hasta ahora sólo es válido referido a las vocales. Hasta ahora. No obstante, siquiera como posibilidad y dada la entidad ‘no igualitaria’ de la ministra en los ámbitos públicos y privados en los que se mueve, parece procedente ampliar la partición. En consecuencia, no está de más que estemos atentos a la afición de la hasta ahora ministra, ministro o ministre de Igualdad. Mientras siga en el cargo-estatus actual o en trasiego de cargos y privilegios que puedan derivarse por su continuidad en el Gobierno, con las idas y venidas posibles con puertas giratorias o sin ellas.
Porque es posible que en el trasiego, cambio y giros de Irene Montero siga con los fuertes, para imponer a la sociedad la hoja de ruta que se le antoje sin importarle las risitas coyunturales que De Prada avisa en ABC. Así que, ojo, porque puede comportarse como ministra-o-e de igualdad sin débiles.
Foto: EFE