Messi y Montoro

Serralaitz
Por
— P U B L I C I D A D —

Parece como que la Hacienda española bajo la batuta del ministro Montoro les está apretando las clavijas a los deportistas que entre salarios, primas y contratos de publicidad se están montando en el dólar. Y que el correoso ministro del Erario público se atreve con alguna que otra figura del primer plano de la política, y que la Justicia llama a sentarse en el banquillo a los más altos ex-dignatarios del fraude de Andalucía, etc, etc…

Por lo que cuentan los papeles, tanto Messi como Mascherano han pagado el descubierto que tenían con la Hacienda española. Comentan también los mismos papeles y mass media que el astro brasileño Neimar anda en conflictos con la Hacienda de su país.

Vamos, que los grandes deportistas están expuestos a las iras de las Haciendas de su propio país y del país en el que cumplen contrato, en este caso de España.

Con el consiguiente enfado de los clubes que los han contratado, que denuncian la animadversión del Estado español hacia entidades deportivas orgullo de su país, que llevan la marca España por todos los rincones del planeta…

En todo caso, y con el aplauso del ciudadano español a los jueces que llaman a los tribunales a Messi, o a Mascherano, o al que sea, y el aplauso al papel que el Ministerio de Hacienda haya podido tener en estos «affaires», y a los medios informativos que sacan a la luz los chanchullos de este o de aquel, que también, el ciudadano de a pie sigue preguntando si Hacienda, el señor Montoro, y la justicia española, se emplean con la misma voluntad y tesón con todos los que defraudan a las arcas del Estado.

Uno sigue lamentando que el Estado no consiga que los infractores devuelvan a la Hacienda pública el dinero que le han quitado, que las grandes fortunas españolas anden de Suiza a Panamá, de Panamá a Gibraltar, de Gibraltar a Costa Rica, de paseo por todos los paraísos fiscales del planeta.

Porque aquel está en la cárcel, pero los 700 millones de euros que dicen ha defraudado no se sabe ni si volverán a la Hacienda Pública, si los dineros mal empleados en Andalucía serán reintegrados al servicio de sus verdaderos destinatarios…

Y mientras tanto, el ciudadano español, llamado por segunda vez a las urnas, pues se pregunta si responderá a esa llamada, si alguno de los candidatos al gobierno se tomará en serio lo de combatir eficazmente la corrupción.

Nos enfrentamos con un dilema: asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos, arrimar el hombro a la lucha contra la corrupción con nuestro voto, o «chupar banquillo», inhibirnos, pasar del tema y dejar que los demás lo resuelvan. Aunque lo de quedarse al margen, inhibirse, abstenerse, tal vez podría ser otra manera de reclamar que de un vez nos tomemos en serio el problema.

Por favor, señores políticos, señores mitineros, dejen en paz de una vez por todas a Venezuela, y cojan al toro por los cuernos, el problema número uno de esta campaña es cómo erradicar la corrupción.

¿O no?

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