Acostumbrados al diario bombardeo informativo sobre los escándalos y corrupciones que afectan a altos cargos de la política y de los partidos, llama poderosamente la atención que una gran parte de nuestros conciudadanos europeos no perciban a España como un país especialmente corrupto. Así lo muestra el último barómetro del Real Instituto Elcano (RIE) sobre la imagen de España, y para cuya elaboración ha entrevistado a casi cuatro mil ciudadanos de Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Holanda, Polonia, Suecia, Portugal y Bélgica. En esta última ha realizado encuestas, más profundas si cabe, tanto en la región de Valonia como en la de Flandes, por ser escenario de gran parte de la actividad política de los prófugos y secesionistas catalanes.
En el conjunto de la ciudadanía europea, casi un 70% estima que España es un país honesto, en el que, al margen de las corrupciones político-empresariales que juzgan los tribunales de Justicia, no se percibe que aquellas afecten a las instituciones ni a los particulares. La corrupción en España está, pues, al mismo o a menor nivel incluso que en el resto de los países de la Unión Europea.
Los rasgos distintivos con que los europeos definen mayoritariamente a nuestro país mantienen no obstante algunos estereotipos. Así, España es considerado, en el conjunto de la muestra, un país religioso y más tradicional que moderno, democrático, fuerte, pacífico, trabajador, honesto, solidario, que inspira confianza, más rico que pobre y más urbano que rural.
España como destino turístico sigue siendo el principal de sus atributos, pero sigue estancada en cuanto a las posibilidades de remontar posiciones como destino para compras de artículos de lujo. En este apartado, nuestro país aparece muy superado por Italia y Francia, que encabezan las preferencias de quienes no se preocupan por los precios sino por la calidad de lo que adquieren, pero también queda en este apartado por debajo de Reino Unido, Suiza o Alemania.
Tampoco remonta puestos en la clasificación general cuando se habla del efecto made in Spain. No está bien situada en la competencia comercial internacional en la venta de productos de consumo “de lujo”, ni siquiera en los bienes que consideramos “de bandera”, como son el vino y el aceite. Los consumidores europeos pueden ser igual de proclives a comprar un aceite español que uno italiano, o un vino español que otro francés, pero esos empates desaparecen cuando se indaga en el mercado “de lo mejor o lo más caro”.
El procés apenas influye
El RIE ha preguntado por primera vez sobre la percepción del llamado procés catalán. La encuesta arroja el resultado de que el movimiento separatista se considera un problema en todos los países, y en la mayoría de ellos se percibe como un problema grave. Solo en Italia, Holanda, Reino Unido y Suecia son más los que creen que es una cuestión poco importante. Una abrumadora mayoría de ciudadanos europeos dice saber que el resto de España se opone a la independencia de Cataluña. Una horquilla del 60-76% no ha variado la opinión que ya tuvieran de España por causa del problema del independentismo.
Por el contrario, una minoría que va del 12 al 24% según los países, afirma haber modificado su opinión, siendo más de ellos los que reconocen que ha empeorado, con la sola excepción de Reino Unido, donde la mejora y el deterioro están a la par.
En todo caso, el 63% de los europeos creen que Cataluña seguirá formando parte de España en el futuro. Si se excluye a los que no tienen opinión, una mayoría aplastante de europeos creen que la hipotética conversión de regiones europeas en estados independientes es negativa. Especialmente contrarios a esa fragmentación son los portugueses, italianos, polacos y alemanes. Como siempre, dentro de Bélgica, los valones tienen una actitud mucho más negativa hacia la ruptura de los estados que los flamencos.
Un dato diferenciador que llama particularmente la atención es la actitud ante la inmigración irregular. Mientras la lucha contra este flujo es la primera prioridad en política exterior para la media de los países europeos, en España es la última en un cuadro de las diez cuestiones que se estiman más urgentes. Para los españoles están mucho antes la lucha contra el cambio climático, el terrorismo yihadista, la inversión en países en desarrollo, el combate contra el narcotráfico, el apoyo a las empresas españolas en el extranjero, el aseguramiento del abastecimiento energético, la lucha contra el Daesh, el aumento de la influencia internacional de España, y la propagación de la cultura y la lengua españolas.
Carmen González Enríquez, directora del área de Opinión del RIE, que presentó el informe, también se refirió a la incidencia de los indicadores económicos en la imagen del país, e hizo una afirmación tajante: “Esa imagen internacional de España mejora o empeora a medida que baja o sube la prima de riesgo”, sin duda el indicador más obsesivo en tiempos de crisis.
En todo caso, la valoración de España en los países de la UE integrados en la muestra es muy alta. Ocupa el tercer puesto, detrás de Suecia y Holanda, y al mismo nivel que Alemania. Habrá que estar atentos a la evolución de la prima de riesgo.