El presidente del PP se juega algo más que la quinta mayoría absoluta de su Galicia natal tras la tormentosa campaña electoral de la que le ha sobrado la última semana. El renuncio, tras la filtración de sus contactos con el independentismo y su disposición a valorar algún tipo de indulto —previa condena— al mismísimo Puigdemont, ha puesto a su formación al borde del precipicio, pendiente de la noche más larga —e incluso de infarto—, para escrutar cada uno de los votos de las elecciones autonómicas. De tener una mayoría justa, según todas las encuestas salvo el CIS, el proyecto del PP ha pasado a estar en entredicho, con un nacionalismo crecido incluso a costa del PSG, pendiente del decisivo voto exterior que podría salvarle de la campana de un ring donde todo puede suceder.
Para Feijóo, un tropiezo en Galicia no sería un contratiempo más a sumar al fiasco del 23J y de su investidura fallida. Está en juego la hegemonía de la derecha en su territorio más emblemático, además de su liderazgo nacional —lo que niegan en su formación— y la estrategia de un partido que ha hecho de la tramitación de la amnistía su principal baza de oposición.
El riesgo de no tener ninguna muleta parlamentaria, ha llevado al dirigente popular a echarse a sus espaldas una campaña de alto voltaje para conseguir hasta el último voto de las aldeas. No en balde, el líder de la oposición ha tenido que afrontar más de una veintena de mítines para apuntalar a su ‘discípulo’, cuyo carisma es inversamente proporcional a su capacidad gestora.
Tripartido nacionalista frente al gobierno de todos
La izquierda nacionalista, por su parte, comienza a repartirse el botín antes de tiempo, con la candidata del BNG, Ana Pontón, en alza —24 escaños según las encuestas—, que cada día le come el terreno al actual partido de Sánchez —12 escaños—, y las expectativas de Sumar, al que el CIS que le atribuye entre uno y dos. La candidata de Yolanda Díaz, Marta Lois, ya se ve incluso de vicepresidenta o conselleira de un tripartito que va a por todas. El programa electoral del Nacionalismo Galego incluye la actualización del Estatuto de Autonomía, —el único junto al vasco que no ha sido reformado—, la inclusión del reconocimiento del “derecho a la autodeterminación”, además de una Hacienda propia, educación completa y principalmente en gallego, creación de la policía autonómica para asumir las funciones de la Policía Nacional y la Guardia Civil, e incluso, la capacidad para vetar las decisiones de la Administración central que supongan un perjuicio para la región.
Lo que el candidato popular denomina “Bildu Nacionalista Galego”, le sirve para defender una Galicia plural y el gobierno “de todos”, para evitar otra sucursal del independentismo y su “fractura” como en Euskadi y Cataluña. Alfonso Rueda promete ayudas directas de 5.000 euros a todas las personas dependientes, junto al bus «intercity», ley de la Infancia y nuevas vías de alta capacidad sin peajes.
La espada del voto exterior
Como Celso Emilio Ferreiro, el ‘heredero’ de Feijoo pasara su particular longa noite de pedra atento a un escrutinio de votos que se puede hacer eterno, con el sobresalto de un resultado incluso provisional hasta contabilizar el ultimo voto exterior. Otras 72 horas de infarto que podrían alterar la mayoría, a izquierda o derecha, en caso de que ambos bloques tengan un resultado ajustado. Socialistas y BNG temen que los 476.000 votos de la diáspora inclinen la balanza del lado conservador, llegando incluso a convertirse en el escaño número 38 que le falte al candidato del PP.
No sería la primera vez que el voto CERA beneficie al partido que gobierna en la Xunta. En las elecciones de 2020, el voto exterior hizo perder al PSOE el escaño número 15 por Pontevedra en favor del PP, lo que sumó 42 parlamentarios con los que coronó la cuarta mayoría absoluta de Feijóo. Estos comicios serán los primeros sin ‘voto rogado’ en Galicia, lo que augura un repunte de participación exterior. La reforma electoral de 2022 para eliminar la burocracia en el ejercicio del derecho de voto no supuso, sin embargo, un incremento de participación. El 23-J, apenas ejerció esta prerrogativa el 10% del censo de 2.400.000 votantes, un total de 240.000 papeletas, pese a ser decisivo para el PP, que arrebató al PSOE su escaño número 11 por Madrid, lo que obligó a Sánchez a negociar su investidura con Puigdemont.
Marlaska, ministro abrasado
Que más tiene que ocurrir para que el ministro más reprobado de la democracia dimita de su cargo, o sea cesado por su superior jerárquico, tras dejar en el desamparo a los Cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado con consecuencias letales. El asesinato de dos agentes de la Guardia Civil, embestidos por narcolanchas de la droga, servirá a la oposición de PP y VOX para pedir su reprobación número 24 en el Parlamento, una cifra muy superior a las demandas de censura de otros colegas de gabinete como los desaparecidos ministros de Consumo, Alberto Garzón —con 7 peticiones— o la titular de Igualdad, Irene Montero, con 6. Hasta Podemos exige la renuncia del titular más controvertido de Interior en democracia, denostado desde hace años por el Legislativo y por las Fuerzas de seguridad, que ha llegado a prohibir homenajes a los guardia civiles asesinados en Barbate con la advertencia —a través de correos internos— de que «nuestro sitio no es manifestarse».
La insólita alianza del centroderecha y el resto de grupos de la cámara en la pasada legislatura, a excepción del PNV, consiguió reprobar a Marlaska, por sus «mentiras» en la gestión de la tragedia de Melilla de junio de 2022, que dejó una veintena de inmigrantes muertos. En su haber, incluye también supuestos contactos con el entorno de ETA para ofrecer beneficios penitenciarios a sus presos, y el cese del Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, Diego Pérez de los Cobos, anulada por los tribunales.
Carajal de Garzón
El ex ministro que daba lecciones de ética y decencia política, denostando a cuantos utilizan la puertas giratorias, no ha tardado ni seis meses en sucumbir a la tentación de probar el pecado del capitalismo transgresor con una suculenta oferta de los ‘lobbies’, que al final se ha vuelto en su contra. Las feroces críticas, tanto de enemigos como de correligionarios y, sobre todo, de las redes sociales, le han hecho desistir de tan golosa oferta a pesar de defender la ocupación por la izquierda de puestos de trabajo en “espacios de análisis, reflexión o prospección sobre el futuro complejo del planeta”, a causa de la «crisis ecosocial» reinante. Curiosa reflexión del el exdirigente de IU que critica las “dinámicas toxicas” de una izquierda en la que el mismo ‘jubiló’ a su predecesor, Cayo Lara, cuya decencia le hizo recuperar su vida de agricultor sin mendigar otras prebendas políticas.