Sorprendidos, desorientados y más perdidos que nunca, la cúpula del PP se aferra a que “han ganado las elecciones” de ayer 23 de julio de 2023. Y, en parte es verdad pues han conseguido superar a su supuesto adversario (ya que defienden las mismas políticas) por una mayoría relativa de 136 votos (según últimos datos del recuento) frente a los 122 del PSOE. Una victoria pírrica que proporciona a los tertulianos y politólogos conocidos más material para los programas televisivos.
¿Cómo es posible que un gobierno con despropósitos y acciones claramente inconstitucionales, carente de todo crédito por sus muchas y comprobadas mentiras, haya sido capaz de salir indemne de esta convocatoria? Se preguntan aquellos que ya tocaban tambores de victoria electoral. Pues muy sencillo, porque habiéndose perdido la soberanía nacional por cesión de la misma a agentes ajenos a los intereses propios, los gobiernos nacionales se han convertido en meras marionetas de la publicidad y propaganda de otros intereses más particulares. Como hemos repetido hasta la saciedad estamos equivocándonos con las supuestas “derechas” e “izquierdas” en un mundo que ya es totalmente diferente. Y las equivocaciones se pagan.
En este caso lo comprobará directamente el PP quien presentaba un candidato que, a lomos de los resultados de las autonómicas y municipales, cayó en el gran pecado de la política: la soberbia jaleada por sus entornos personales que les hace creer cualquier cosa que la adulación y el cepillado les diga. Parece que cayeron en la trampa de una prevista mayoría absoluta que se ha quedado en el parto de los montes: “y, al final, salió un ratón…”
Siguiendo en esa línea de “candidez”(o de estrategias que sólo él y sus allegados conocen) el Sr. Nuñez Feijóo, no sólo empezó haciendo campaña a favor del PSOE y de su historia (muy cuestionable) del que se proclamó votante, sino al que con bobalicona admiración quería seguir e incluso apoyar con la mano mendicante tendida (lo que demostró a la hora de retratarse en la moción de censura de VOX no apoyándola). Seguía así el mismo camino equivocado del anterior presidente del PP Sr. Casado que quedó amortizado como líder de una forma inmediata ante los votantes del PP cuando actuó en la misma forma.
Como no aprendemos de las experiencias y sus resultados, el Sr. Núñez Feijóo no sólo quiso hacer del PP una mala copia del “progresismo” vacuo del PSOE y su coalición diciendo que prefería pactar antes con el PSOE que con su aliado natural (Vox) al que descalificó una y otra vez y al que rechazó desde el principio. Así por ejemplo en el ayuntamiento de Madrid no sólo se engañó a los votantes del PP sino a los madrileños en su conjunto, con las medidas sobre “descarbonización” y obras caprichosas de desincentivación de la movilidad racional, sino que —en palabras de la Sra. Higueras de la anterior corporación— “Almeida hace lo que le decimos”. Es mejor tener un “mandado” que ganar elecciones. Una estrategia que la bisoñez del alcalde no alcanza a comprender, pero cuyos resultados han sido la pérdida de gran parte de sus votantes y la sustitución por los “progres” que le mandan.
El triunfo del Sr. Almeida son votos prestados e hipotecados por sus amigos “progresistas” y por el liderazgo de la actual presidenta de la Comunidad de Madrid. Se vio anoche frente a la sede del PP donde los gritos de “Ayuso” respondían a los de “presidente” y donde la popularidad de una contrastaba con la confusión gallega del otro. Hoy lunes anunció de nuevo que se acercaría a pactar con “todos” los partidos para que apoyaran su investidura, empezando con el PSOE y siguiendo con el resto del arco parlamentario (incluidos aquellos a los que se supone rechazaba como ERC, PNV, Bildu, etc., etc.), lo que es ganas de marear la perdiz, ya que tales votos tienen un precio inconstitucional de destrucción de la nación en la mayor parte de los casos. Destrucción a la que el PP ha contribuido con su falso “progresismo” (¡qué decir del PP en el Parlamento Europeo y sus alianzas estrambóticas!).
“No hay más sordo que el que no quiere oír, ni más ciego que el que no quiere ver”. Pues eso le ocurre al PP desde hace mucho tiempo en que perdió las posibilidades de tener un proyecto político propio y diferente. Desnortado y sin referencias propias, sólo cree en tácticas y estrategias sin sentido. Y así le ha ido.
Hoy, con las cifras en la mano tenemos que recordar esa “vida que sigue igual” de Julio Iglesias donde de nuevo se perfila un gobierno PSOE que a su 122 escaños sumará los 31 de Yolanda Díaz (marca blanca PSOE para deshacerse de “Podemos”), y mantendrá los apoyos que sea preciso y con el precio que le pidan para ser investido presidente por parte de todos aquellos con los que viene negociando desde siempre, agrupados todos en torno a intereses particulares regionales o simplemente personales. En total 180 votos parlamentarios frente a los 136 “triunfales” del PP que queda (salvo alguna rara excepción) como el partido con más desatinos que ha conocido la Transición.
Y no harán falta unas nuevas elecciones.