La soledad de Carles Puigdemont

Eladio del Prado
Por
— P U B L I C I D A D —

Había expectación en el Palace. Intriga. Iba a hablar el President de Cataluña, Carles Puigdemont. Llega, no llega, retraso, con quién vendrá, quién le hará la presentación… Varias preguntas y respuestas rápidas. Llegó, por fin. Con el Govern catalán. Solo con el Govern. Sólo había catalanes en la sala, con la excepción de Ángel Gabilondo. Cierta sorpresa. Nadie del gobierno central. ¿El ministro de Administraciones Públicas? Ni está, ni se le espera. ¿Representantes de otros partidos? Ni han venido, ni vendrán. ¿Presidentes de otras Comunidades Autónomas? No se han dignado. No saben el camino. ¿La presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes? Sabe el camino, pero está muy ocupada. Desayunando. ¿La alcaldesa? No se enteró de la conferencia. ¿Quién ha ido? Nadie. Bueno, sí, la prensa. Mucha. Estamentos oficiales, empresarios y políticos de otras tendencias, ninguno. Soledad. Puigdemont sólo con los suyos. Y con la espontánea de Vox al grito de “Sin ley no hay democracia. Y le dejó unas esposas y un ejemplar del Código Penal. Fue la nota. Lo demás, anodino, simple, en su línea.

La expectación fue decreciendo. Faltó presentador. ¿Nadie quiso presentar al President en Madrid? ¿Nadie? Sorpresa. ¿Ni Artur Mas? ¡Vaya oportunidad perdida! O ganada para él. Tal vez le dio miedo la soledad que preveía o auguraba. Lo cierto es que por primera vez un conferenciantes de Fórum de Nueva Economía no tuvo presentador especial. Lo hizo el presidente de Fórum y nos leyó la Wikipedia.

Así que empezó el President su alocución explicando “cuál es el momento que estamos viviendo y el propósito que me hizo asumir la presidencia de Cataluña”. Y ahí se lanzó. En un año habrá nuevas elecciones con carácter constituyente para celebrar un referéndum y declarar la independencia. “Esta es la hoja de ruta que han trazado con sus votos millones de catalanes”. Y se quedó tan ancho. Impasible. Como el que ve llover. Como el Estado español, “al que no le preocupa el proceso de independencia” según Puigdemont. “El 27 de septiembre, dos millones de ciudadanos nos pidieron darse de baja” y pese a que “de momento estamos solos”, continuó el exalcalde de Girona, “nos quedamos en la mesa de negociación, no nos vamos a levantar, no estamos parados y vamos avanzando demostrando al mundo nuestra determinación”.

Siguió desgranando su hoja de ruta el President y apuntó que aunque no le gusta hablar de “última oportunidad”, la paciencia “no es infinita” y no esperarán eternamente a que “en España haya nuevas mayorías”. El plazo inicial para finalizar el procés era de 18 meses “y ya han pasado seis”. Se apoya en que tienen una mayoría política y le da igual que la ley no lo permita y que el gobierno central se despreocupe del problema catalán “hasta la preocupación final”. “Que llegará”, aseguró Puigdemont. Según su teoría los puntos en los que debería moverse una negociación con el Estado incluirían la fecha de la pregunta del referéndum de independencia, el texto de la misma, el quórum necesario e incluso el plazo en el que no podría volverse a consultar a los catalanes. “Pactar”, ha dicho, “no es señal de debilidad ni un acto de cobardía. Pactar engrandece”. El presidente de la Generalitat ha insistido en que la mayoría de los catalanes “no quiere desentenderse de España pero tampoco quiere entenderse de esta manera. Hay que ‘reentenderse’ y debe ser de igual a igual”, ha matizado.

“La solución llegará” matizó el President, a quien escuchó con gran atención Francesc Homs, Neus Monté o Lluis Corominas, presidente de la mesa del Parlament. La atención decaía y la intensidad inicial dejó paso a una actuación distendida. Opiniones sobre los altercados del Paseo de Gracia, del pacto de la alcaldesa Colau con el PSC o el Corredor Mediterráneo terminaron hundir un poco más las expectativas de la intervención del President de la Generalitat, Carles Puigdemont. Se supone que también ayudó el tarro de adorno de cada mesa con la bandera de España y de la UE. ¡Será por banderas! La defensa de Artur Mas y Xavier Trias provocó más de una sonrisa. Una forma de agradecer que el President haya mantenido el tipo a pesar de tanta soledad.

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