El Pleno del Congreso de los Diputados del día 8 de julio ocupó la Sesión número 278 del actual periodo de Sesiones. Era una sesión extraordinaria en la que el protagonismo correspondía a la Vicepresidenta del Gobierno.
En ausencia de Rajoy, ocupado en atender al Presidente de Perú, Ollanta Humala, Soraya Sáenz de Santamaría iba a ser la figura estelar por un motivo doble: Por atender las preguntas de la Sesión de Control al Gobierno, con las que se iniciaba la Sesión. Y porque en el último lugar, el correspondiente al apartado IV que se ocupa de los Debates de totalidad de iniciativas legislativas, ella era la encargada de defender el Proyecto de Ley de Seguridad Nacional.
La Sesión del Control al Gobierno fue aprovechada por todos, Gobierno y Oposición, para crear noticias útiles de cara al final de la X Legislatura y a las Elecciones Generales que están en el horizonte.
Todas las preguntas y los temas sobre los que se interesaban, algunos suscitados sin recato, fueron tratados desde esa óptica: Política de comunicación del Ejecutivo. Funciones de la ministra de la Presidencia. Vulnerabilidad social, desigualdad y pobreza. Recomendaciones de Naciones Unidas sobre discriminación de la mujer. Convenio con EEUU que afecta a la base de Morón. Prisión permanente revisable. Aportaciones al régimen Mutualista de los funcionarios. Gestión del Ministro del Interior. Seguridad ciudadana frente a la ley mordaza. Diálogo con autonomías para la implantación de la LOMCE. Fomento de la Natalidad. O valoración de las declaraciones del Gobernador del Banco de España sobre las pensiones.
También desde esa misma óptica, fueron atendidos los temas del momento: Aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, de los que se ocuparon la Vicepresidenta del Gobierno y el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas. Y la valoración de la situación económica de Grecia, atendida por la Vicepresidenta y el Ministro de Economía y Competitividad.
En todos los temas, los argumentos del Gobierno aventajaron a los de la Oposición. Sólo hubo una excepción, la correspondiente a la intervención del vasco Olabarría que argumentó que “las políticas natalistas no tienen ninguna virtualidad para jubiladas con dos o más hijos” ya que “Subir las pensiones está bien, pero deberíamos evitar la extravagancia”, argüía, entendiendo como extravagante pretender fomentar la natalidad atendiendo a jubiladas después de décadas siendo madres.
Fue al acabar la Sesión de Control cuando apareció algo anómalo. La Vicepresidenta se disponía a defender el Proyecto de Ley de Seguridad Nacional y, a pesar de la importancia de la Ley y de la persona que iba a defenderla, sin saber por qué, o sabiéndolo, desde todos los grupos políticos se produjo una desbandada general que es propia en temas sin trascendencia. Pero no en una Ley trascendente.
El que los grupos de la Oposición dejaran en el Hemiciclo sólo a pocos efectivos, para tomar nota y poco más, podía ser lógico si el Proyecto de Ley se entendía contrario a las ideas de cada grupo. Es una forma de rechazar el proyecto y las ofertas que se pudieran hacer. También una forma de mostrar una postura, apostura o descompostura política, todas habituales en el juego parlamentario.
Pero es que lo extraordinario, y extravagante, es que, igual que la Oposición, los ministros del Gobierno y una buena parte de los diputados populares abandonaron sus escaños y dejaron a la Vicepresidenta sola exponiendo su discurso:
Un Proyecto de Ley más allá de contingencias políticas. Desde final del siglo XX la realidad ha cambiado. Estamos en un mundo globalizado. Asegurar seguridad es prevenir riesgos. No es posible ver la seguridad como algo compartimentado. Cambio de mentalidad para entender la seguridad. Amenaza terrorista (yihadista). La Ley es una oportunidad de acuerdo (entre todos) frente a la barbarie.
Allí parecía estar pasando algo. Y pasaba. Mientras la Vicepresidenta se esforzaba en defender el Proyecto de Ley, el grueso del Gobierno abandonaba el hemiciclo seguido por un buen número de Diputados, algunos muy significados. Los casos eran notables. Como ejemplo, ya ausentes los compañeros de gabinete, el ministro de Guindos se entretenía en los pasillos con los periodistas para hacer comentarios sobre Grecia y, algo después, en la calle en una conversación aparentemente informal.
“¿Qué pasa aquí con vuestra Vice?” —era la pregunta a los populares.
De entre todas las respuestas, hubo una categórica: “No pasa nada. Esa es la mochila de la Vicepresidenta”.
Después, en conversaciones quedas, algunas en sordina con recato y todas con visos de reales, fueron apareciendo hechos pequeños, y no tanto, con apariencia de bulos noticiables.
Según estos, la situación podía tener su origen y ser consecuencia de algunos hechos reales: Desafección real de una mayoría silenciosa hacia una mujer elitista (la vicepresidenta) “colocada en una torre de cristal con el apoyo único de sus sorayos, cada vez menos y menos importantes”. Intentos, muy evidentes, de “dar la espalda para buscar acomodo en el grupo nuevo que andan creando para encumbrar a Pablo Casado como sustituto de Rajoy”. Con Cospedal al pairo y el Presidente fuera del litigio entre conmilitones, “aquí cada uno a lo suyo”. “Desilusión y falta de ganas”.
El resultado de la Sesión y las votaciones que se producirían a continuación tenían importancia, claro. Había que tratar el punto V, Enmiendas del Senado a Proyectos de Leyes (Ley Orgánica de Régimen de Personal de la Policía Nacional. Modificación de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial. Id. Ley de Montes). Y el punto VI, de Mociones consecuencia de interpelaciones urgentes (Medias frente a los desalojos hipotecarios. Y suficiencia financiera de las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales).
Pero, además de la hora de las votaciones, “no antes de las 5 de la tarde” había anunciado el presidente, también era importante, para el futuro (y el presente), la mochila de Soraya Sáenz de Santamaría y lo que hay en ella, o falta.