La Corte del Faraón

Carlos Miranda
Por
— P U B L I C I D A D —

Sánchez arrincona o expulsa de su partido a disidentes que no comulgan con él públicamente porque en privado serían más numerosos según diversos medios de comunicación. Asombra, en todo caso, el documento de inquebrantable adhesión a Sánchez del aparato socialista del pasado 1 de octubre, día del referéndum ilegal de Puigdemont o, más antiguamente, de exaltación al Caudillo. ¿Para advertir a García Page, un cactus con pocos pinchos o a Rodriguez Ibarra, un antiguo barón disconforme? Mientras tanto, los socialistas catalanes arrancaron a Illa, sanchista, la libertad de manifestarse individualmente contra la amnistía.

Se echó a Redondo por disentir de estar en manos de herederos espirituales y políticos de esa ETA que resolvía matando sus diferendos con la democracia española y que no lamentan claramente ese pasado. En manos de quienes desde el 15-M de 2011 quieren asaltar la mejor Constitución que hemos tenido en nuestra Historia. La llaman despectivamente “El régimen del 78”, criticando nuestra democracia, que no les parecerá a ellos revolucionaria. ¿No lo es? Además de querer suprimir la monarquía, rechazar la UE por liberal y abandonar la OTAN por occidental, desearán que España sea como Venezuela o Cuba.

En manos de comunistas que quieren parecer desorientados con una Yolanda a su bola y una Izquierda Unida controlada por un PCE que quiere recobrar lustre apartando a los de Podemos. De un Carrillo que aceptó la Constitución del 78, la bandera rojigualda, la monarquía y pactó con los franquistas tras la muerte del “Caudillo”, a una Yolanda que besuquea frívolamente en Bruselas a un fugado reclamado por la Justicia española. Los extranjeros sólo pueden concluir, como apunta ahora Sánchez, que esos separatistas están en realidad libres de cualquier delito contra la Constitución. ¿Por un puñado de votos para mantenerse en el poder y no pactar con Feijoo porque ganó las últimas elecciones?

En manos de nacionalistas y separatistas chulescos que también sueñan con destruir nuestra democracia, no porque sea burguesa, como piensan las extremas izquierdas patrias, sino porque es española para así poder obtener una independencia egoísta. 

Los cortesanos del Faraón no lo ven así. Aseguran que decir estas cosas es favorecer al PP y que, incluso, son dignas de Vox. Quieren imponer un cordón sanitario a los fachas, añaden, pero, en realidad es a toda la derecha. El pacto del Tinell de Maragall en 2003 para Cataluña contra el PP, ampliado desde 2016 por Sánchez a toda España. Una España con una bandera constitucional que parece avergonzar a quienes la han entregado a la derecha y extrema derecha sin atreverse a recuperarla 

Una cosa es ganar elecciones o perderlas, tener mayor o menor representación popular y otra pretender reformar España imponiendo decisiones importantes por una mitad frente a otra. El valor de un consenso es mayor que el contenido acordado o que la imposición sectaria. Una gran mayoría de los españoles reclaman que PP y PSOE se entiendan lo que evitaría extremistas y separatistas, pero los cortesanos no quieren saber nada de la otra media España. Con Sánchez, sólo les interesa la suya, o más bien, su sillón en La Moncloa.

¿Vale ese trono una amnistía injusta, desigual, inconstitucional, sin siquiera contrapartidas ni beneficios políticos nacionales asegurados y, al igual que con los indultos, solo para pagar votos? ¿Un referéndum de independencia prohibido por la Constitución que camuflarán, o emprender el camino hacia el mismo? ¿Condonar deudas del Gran Capitán de la “Generalitat”? ¿Acudir a un mediador, relator o comisión de verificación internacional? ¿Todo eso además de haber suprimido, sin alternativa, el delito de sedición; indultado a los coleguillas políticos catalanes; y facilitado que la malversación sea más benigna con ellos? No debiera.

Haría bien Sánchez en no caer en más tentaciones. Aunque calla, vemos un peligroso plumero. ¿Es “Ho tornarem a fer” pasar página? Mejor sería someter esas cesiones, si quiere comprometerse a ellas, a un referéndum nacional.

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