«Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral»
José Ortega y Gasset
Por radicalismo político teníamos entendido que significaba romper con los compromisos y ataduras con el pasado. Algunos radicales son convencidos revolucionarios, para ellos, solo la revolución, y quizá solo con ella, podría llegarse a esa clara ruptura pretendida con lo que había establecido antes. Sin embargo, aunque la ideología identitaria del radicalismo político no fue siempre la idea de revolución sino el de implantar el progresismo, (elegir entre ruptura o continuismo reformista).
El radicalismo al abordar las cosas desde la raíz significa no solo provocar el cambio, sino controlar dicho cambio. Y es ahora ese proyecto el que nos parece que ha comenzado a desvanecerse. nos preguntamos repetidamente como deberíamos reaccionar ante tal situación. ¿Es quizás ya demasiado tarde para un cambio radical?, la historia ha finalizado y lo que el socialismo podría haber aportado en su lucha con el conservadurismo para un cambio radical, hoy por hoy, parece haber quedado ya fuera de su alcance.
Pero quizás deberíamos de preguntarnos si a pesar de elegir el continuismo reformista ¿hemos realizado tantos cambios que hemos conseguido provocar un tótum revolútum con todos ellos difícil de asimilar? Sin duda, llega un momento en el que el cambio constante no solo es perturbador sino claramente destructivo.
La desaparición del comunismo supuso una gran ventaja y no un inconveniente. El comunismo había sido una forma de dogmatismo autoritario procedente de una revolución traicionada, mientras que el socialismo reformista-progresista de la Europa occidental se vio arrastrado por intentar acomodarse al capitalismo, en vez de superarlo.
El mundo en el que vivimos actualmente no está sometido a un dominio estricto por parte de los humanos, tal como nos trasmiten las ambiciones de la izquierda y, podría decirse, las obsesiones de la derecha. Casi al contrario, es un mundo de confusión e incertidumbre, un mundo en constante huida hacia adelante. Y es preocupante que todo aquello que nos debía crear cada vez más certeza -el avance del conocimiento humano y la intervención controlada en la sociedad y la naturaleza- este profundamente relacionado, de hecho, con esa imprevisibilidad
La idea cierta de que el socialismo está acabado es un debate menos controvertido hoy que hace unos cuantos años. De igual manera el pensamiento político conservador se encuentra en estos momentos huérfano de ideas y en completa contradicción, justo en el momento en el que empezaba a ser especialmente significativo en la situación actual. ¿Cómo es posible? ¿no ha triunfado el conservadurismo en todo el mundo tras la desintegración del proyecto socialista?
Convendría puntualizar la diferencia entre lo que podemos denominar como “Conservadurismo” y lo que es “Derecha”. El Conservadurismo es el deseo de conservar y, específicamente, el de conservar las tradiciones, como sabiduría heredada del pasado. La derecha es por el contrario diversa en distintos y diversos lugares y contextos, su huso está muy relacionado con el concepto del neoliberalismo, el neoliberalismo no es conservador en este sentido. Por el contrario, desencadena procesos radicales de transformación, estimulados por la constante expansión de los mercados, la derecha se ha vuelto radical en este aspecto, mientras la izquierda aspira como mal menor a conservar lo que queda del estado de bienestar, intentando protegerlo.
El neoliberalismo es contradictorio internamente y esa contradicción es cada vez más latente. Por una parte, es hostil a las tradiciones y constituye verdaderamente una de las principales fuerzas que eliminan la tradición en todos lados, como consecuencia de las tendencias que imponen con su agresividad los mercados y de un individualismo agresivo. Por otra, su legitimidad y su vinculación con el conservadurismo se basan obsesivamente por la tradición en las áreas de la nación, la religión, los sexos y la familia.
Sin embargo, la expansión global de la sociedad de mercado es una fuerza fundamental en la promoción de esas mismas fuerzas desintegradoras que afectan a la vida familiar y social, diagnosticadas y fuertemente rechazadas por el neoliberalismo cuando este asume una posición fundamentalista, desde luego se trata de una mezcla contradictoria y generadora de inestabilidad.
Resulta paradójico como la desintegración del conservadurismo y el socialismo dieron paso al neoliberalismo. ¿Cabría preguntarse a que podríamos recurrir ante esta compleja situación? ¿sería el momento de recurrir al liberalismo per se (capitalismo más democracia liberal, pero despojados de fundamentalismo propios de la nueva derecha y los populismos radicales). A una política liberal en profundidad, autentica. (sería conveniente tratarlo más detenidamente)
El radicalismo político siempre ha ido asociado a las posiciones políticas de izquierdas, en contraposición a las políticas retrogradas conservadoras, actualmente, la izquierda parece haber adoptado una posición de freno ante la política de radicalidad ejercida por la derecha en su defensa por la universalización, la globalización y la libertad de mercado, sin importarle pasar por encima de las tradiciones y las costumbres que pueda encontrar en el camino.
Estos cambios motivados por la aplicación de economías de mercado, desintegradoras socialmente, han motivado la aparición a nivel mundial de fuerzas populistas radicales que han modificado sustancialmente las políticas que venían aplicando el conservadurismo y el socialismo light de postguerra, como consecuencia la “estabilidad” política que había imperado hasta ese momento se ha visto tremendamente afectada por la fragmentación en la composición de los diferentes gobiernos de la mayoría de los países de occidente.
Tenemos un importante reto por delante para el futuro inmediato de nuestra supervivencia, está por ver la capacidad de respuestas que somos capaces de ejercer ante tal situación, la grave crisis económica de 2008 y la perdida de libertad que está provocando la pandemia desatada y la grave repercusión que va a provocar en la economía mundial, nos deja pocas alternativas para afrontar y reconducir la situación en las próximas fechas.
Es imprescindible e inmediata la reacción-acción de la sociedad en general si queremos combatir de una vez por todas las incertidumbres que planean sobre nuestro futuro y el de las próximas generaciones.
Creo que a eso de «izquierdfa-derecha-adelante-hacia atrás…» lo llamaban en mis tiempos la «yenka». Una forma de baile que parece haber quedado sólo en el mundo de la política.
De todas formas conviene salir de la trampa del lenguaje para fijarnos en los hechos reales. Lo que encontramos es un proyecto global de gobierno mundial bajo unas condiciones propias de «juego de tronos» y otras fruslerías por el estilo. Ya no existen ideologías clásicas, sino sociedades alienadas con relatos infantiles y sometidas mentalmente mediante el adoctrinamiento progresivo y la práctica simplona de «buenos» y «malos», como en las películas.
El día que recobremos la racionalidad, el conocimiento perdido y la madurez, será imposible que nos «cosifiquen» en nuestra utilidad para sus caprichos.