“Hasta aquí hemos llegado”. Con esta sentencia, Casado resume su discurso de ruptura radical con Vox. Una manera de marcar territorio: ‘el centro-derecha soy yo’. El discurso fue brillante y logró recuperar el entusiasmo de los suyos. La prensa le da por ganador de la moción de censura. Los ‘progres’ le aplauden por su ruptura con Vox y hasta Pablo Iglesias le felicita.
¿Qué es lo que ha pasado? Analicemos la situación sin doble sentido. Vox plantea una moción de censura al gobierno socio-comunista por su incapacidad para gestionar la crisis sanitaria, social y económica. El PP vota no a desalojar a los ‘Picapiedra’. Es decir, el PP está más cómodo con Sánchez e Iglesias que con Abascal. La derecha mediática aplaude, pero la derecha sociológica se muestra ojiplática: ¿por qué entonces pactaron con Vox en lugar de con el PSOE en Andalucía, Madrid o Murcia?
El hachazo de ayer supone un antes y un después. El PP ha verbalizado que su vocación es estar en el sistema, con un juego cuyas cartas está marcadas por la izquierda política y mediática. Y la izquierda le ha abierto las puertas con entusiasmo: ‘bienvenidos al club; os dejamos existir siempre que os portéis bien’.
E inmediatamente, los deberes. ‘Demuestra que eres de los nuestros’. Primera estación: reforma del CGPJ. Sánchez retira su embestida al poder judicial. No sólo por volver a tener interlocutor sino porque la comisión de Justicia de la UE le había requerido información de su proyecto totalitario. Ahora Casado tendrá que portarse como un buen chico y aceptar el reparto de cromos ‘con generosidad’, es decir, admitiendo menos cuota que la que le pertenece.
Segunda estación: la reforma del Pacto de Toledo. PP y PSOE avanzan hacia un acuerdo “para garantizar la viabilidad del sistema”, esa que el invierno demográfico hace imposible. Y después, las leyes ideológicas: memoria histórica, eutanasia, aborto de las niñas y liberad sexual. ‘Aquí te quiero ver Casado, demuestra que eres una derecha moderna’.
Casado, como el PP a lo largo de su historia, está dispuesto a sacrificar los valores por tocar presupuesto. Lo llaman “responsabilidad”. Quizás crea que con el gesto de ayer y las maniobras sanchistas anti-Coletas regresa el bipartidismo y tenga oportunidad de un gobierno de coalición. Se equivoca. Para Sánchez siempre será un tercer plato.
¿Y Vox? Vox tiene la enorme oportunidad de mostrarse como lo que es: la única oposición al sistema izquierdista, estatista, laicista y abortista. El PP ya eligió. No será un socio confiable. A partir de aquí toca construir. La tentación es continuar con las palabras gruesas, pensar que ‘me puedo dar el gusto’ porque no soy alternativa de gobierno. Y así Abascal se permite decir que la UE es el sueño de Hitler o proponer honores militares a los caídos en la guerra civil.
La guerra es pasado y la UE -con sus infinitos defectos- es el sueño de convivencia, paz y fraternidad de tres católicos: Schuman, Adenauer y De Gasperi. Vox tiene la obligación moral de mostrar seriedad, rigor y capacidad compatible con la firmeza y la convicción. Porque ahora ya no será nunca una muleta del PP, sino otra cosa. Hasta aquí hemos llegado. Toca construir una alternativa seria y digna a la altura de ese gran país llamado España. La propaganda está bien, pero la propuesta está mejor.