PSOE y ERC se reunieron este jueves. Aunque ERC mantiene el “no”, se emplazaron al próximo martes. Además, ERC resume la reunión afirmando que ambos acuerdan que es necesario “abordar políticamente el conflicto” que en castellano significa amnistía, más competencias y declaraciones ambiguas sobre el derecho a decidir.
Por su parte, el PSOE considera que “existe una voluntad compartida de diálogo” y “puntos de encuentro”. Todo eso tras afirmar un día antes que la independencia era una línea roja y que el derecho de autodeterminación “no existe”…
El juego de ERC es sencillo. De cara a sus bases elevan el tono y las exigencias. Pero saben que nunca conseguirán más que con el PSOE. Así que la posición de Rufián y los suyos es clara: pactar y disimular sí o sí.
Más complejo de entender es el PSOE. Porque el miércoles tuvo que apoyarse en el PP y Ciudadanos para cortocircuitar la república digital catalana. Además, los barones se han mostrado nítidamente en contra de garantizar la “estabilidad” con ERC. Y Sánchez sabe que tener a Iglesias en casa es fuente inagotable de conflicto.
La alternativa es aceptar la mano tendida de Pablo Casado que por mucho que reclame terminara firmando lo que sea con tal de evitar el ‘Frankestein’. Sería lo más razonable. A Sánchez le permitiría reconciliarse con su vieja guardia, con el Ibex y con Bruselas. Tendría un gobierno 100% socialista donde podría montar todos los ‘performance’ que quisiera sin fuego amigo.
Podría aprobar presupuestos y aguantar 4 años e intentarlo 4 años más. Después se dedicaría a dar charlas de “resiliencia” y quizás ficharía por alguna empresa del Ibex. Si se trata de su colchón, es la opción que maximiza su posición.
Sin embargo, hay dudas. Porque sentarse con Bildu no es línea roja sino morada de vergüenza ajena. Dicen los socialistas que no se trata con quién se sientan sino de qué hablan. Bonito. Sólo que de lo que hablan es de competencias penitenciarias y de paralización de infraestructuras. O sea, la agenda batasuna.
Si finalmente sale el ‘Frankestein’ es porque Sánchez no sólo piensa en su sillón, sino que tiene un proyecto destructivo para España. De ahí que todas las alarmas hayan saltado ya.