¡Enhorabuena, Pedro!

Carlos Miranda
Por
— P U B L I C I D A D —

Con Sánchez en el timón de Ferraz el partido sanchista cae en picado. El sanchista, no el PSOE tradicional que, esperemos, vuelva algún día a la superficie. Ciertamente los sanchistas gobiernan en España, pero es a base de vender o regalar las “joyas de la corona”. En definitiva, se tiran por la borda muchos fundamentos heredados de la Transición, ese momento ejemplar en nuestra Historia.

Sánchez llegó colocado en las generales de julio. Las ganó el PP y claramente detrás quedaron los sanchistas. En Andalucía fueron segundos. En Galicia acaban de darse un batacazo. Han perdido cuatro escaños. Se quedan con 10 y el BNG con 24. ¡Buena diferencia! El PP, 40 y la mayoría absoluta.

Los sanchistas han favorecido inexplicablemente al BNG, un partido nacionalista que se apunta también a un referéndum de independencia para el día de mañana. El sanchismo queda, pues, tercero en Galicia. En el País Vasco quedará también tercero.

En Cataluña tienen los sanchistas de Illa mejores perspectivas. ¿Para qué? Incluso si el PSC ganase allí a finales de año, cuando se prevén por ahora, los que mandan de verdad son ERC y Junts, especialmente Puigdemont. Normal. Cuando estaban en horas bajas los separatistas han sido revividos por los indultos y, ahora, con la amnistía. ¡Un éxito! Independentista, evidentemente, porque nos aseguran que volverán a las andadas. Si conllevanza ha de haber, porque lo de Cataluña no se puede resolver si no se contentan los separatistas con su amplia autonomía pactada en la Transición, ¿para qué la amnistía, una injusticia y una desigualdad con los demás españoles?

Tras estas elecciones algún despistado reclamará una dimisión de Sánchez, pero si ni Marlaska dimite por no surtir de buenos medios a la Guardia Civil como se vio en Barbate, ¡cómo va a dimitir Sánchez! Rubalcaba lo hizo por bastante menos, una pequeña derrota en unas elecciones europeas. Es verdad que no es lo mismo, pero, sin embargo, ahí queda la honradez política del cántabro en contraste con el apego a la poltrona a cualquier precio de otros.

Sánchez debería cambiar de rumbo. Olvidarse de la amnistía, entenderse con el PP y volver en el marco internacional a una política en el centro de la corriente occidental. ¿Significaría ello pasarle a Feijoo las llaves de La Moncloa? ¿También abandonar la Secretaría General en Ferraz? Posiblemente, aunque no forzosamente. Podrían resolverse con grandes mayorías casi todos los principales problemas que nos aquejan ahora que es lo importante para los españoles, aunque no pueda ser la prioridad de muchos políticos.

¿Otra opción? Elecciones generales, evidentemente. Pero, no ocurrirá ni lo uno ni lo otro. El sanchismo seguirá en sus trece si sólo le importa estar en el poder. No sería ejemplar. En Galicia se la jugaba Feijóo, pero el gran derrotado es Sánchez.

La Ministra in pectore de Exteriores, Yolanda Díaz, no ha sacado petróleo ni tampoco su enemigo del alma, Pablo Iglesias. En cambio, ha de preocupar el subidón del BNG que deja tan atrás al PSOE gallego que no lo ve en el retrovisor. Con un vuelco gallego a la izquierda hubiera significado un papel de segundón para el sanchismo galaico en un hipotético gobierno autonómico. Con el sanchismo prevalecen los nacionalismos separatistas periféricos. Y surge un “Teruel existe” gallego en Orense.

Por eso, aquellos que eventualmente se alegren de este fracaso sanchista mejor no echen las campanas al vuelo porque su verdadero vencedor, además del PP, es el BNG. Los nacionalistas gallegos de izquierda suben a costa de los sanchistas. Ojo al futuro. El PP pierde dos escaños, pero mantiene la mayoría absoluta con un candidato peor conocido que Feijóo que se lleva la porra; Sánchez, ni la calderilla.

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