Quién lo iba a decir, 45 años de vigencia de la Constitución llevan camino de generar otra España dispar de la que soñaron —y por la que lucharon— los parlamentarios Constituyentes, deconstruida y cuasi cantonal, asaltada por un soberanismo minoritario y periférico que se jacta de imponer sus normas al resto del país.
Cada día que pasa, la factura del independentismo aumenta a medida que el presidente del Gobierno en funciones allana la amnistía y su propia investidura, tras rechazar la vía judicial para perseguir a quienes se rebelaron contra el Estado y violentaron la Carta Magna. Tanto Junts como ERC, aprovechan la coyuntura “histórica” rivalizando también para arrancar un ‘pacto fiscal’ millonario con el traspaso de competencias y recaudar todos los impuestos. Sánchez apuesta ahora por devolver a la política lo que “nunca” tuvo que derivar en acciones judiciales, mientras aumenta la presión secesionista para conseguir el perdón de los dirigentes del procés. El propio Junqueras revela que la ley de amnistía ya está pactada —y firmada— desde el verano, mientras renuncia a pedir perdón por los actos que considera no eran delito en el Código Penal.
Feijoo calienta su investidura
Distinta y contundente opinión tiene el candidato del PP, para quien el olvido que reclama el independentismo para quienes tienen cuentas pendientes con la Justicia por el referéndum ilegal del 1-O, puede suponer la “condena de la democracia” y un punto de inflexión en la historia de España.
De puertas afuera, Feijóo calienta en la calle su propia investidura con un acto multitudinario contra la pretendida amnistía que exige el independentismo, rechazada también por buena parte del socialismo histórico que supondría la “condena” de la Transición. Al grito de ‘no nos vamos a callar’, el líder popular reivindica una España de ciudadanos iguales, tras rechazar los privilegios jurídicos de quienes pretenden imponer su voto para investir al presidente en funciones. El acto, al que se suman Aznar y Rajoy, junto a todos los barones y presidentes autonómicos, servirá para advertir contra el intento de borrar las consecuencias penales del procés. El candidato ganador de las elecciones, que reclama reanudar las sesiones de control al ejecutivo, anuncia también una oleada de mociones autonómicas y municipales contra la medida de gracia que prepara Pedro Sánchez, sin descartar incluso la vía judicial.
El previsible fiasco de su proclamación abrirá el turno al candidato socialista que, cada día que pasa, implora más a Puigdemont y Junqueras rebajar su listón de exigencias para conseguir el beneplácito del parlamento. El posible triunfo del aquelarre del penta-partito para volver a ungir al presidente en funciones es directamente proporcional el recelo de SUMAR, PNV, ERC, Bildu, Junts, e incluso BNG, a perder sus privilegios en caso de una repetición electoral. El candidato de la izquierda sigue empeñado en buscar votos «hasta debajo de las piedras», por si las moscas, de ahí la estrategia de retomar los mítines en todos los territorios cada fin de semana que pasa.
La rebelión socialista sube de tono
A excepción de la extinta Unión de Centro Democrático de la Transición, ningún partido político ha tenido una contestación interna y orgánica tan grande como el PSOE actual. El rechazo a su deriva para mantenerse en el poder jamás había sobrepasado los pronunciamientos y las líneas rojas que brotan hoy por todos los rincones de la formación.
La connivencia de su líder, Pedro Sánchez, con el independentismo vasco y catalán para mantenerse en el poder a cambio de concesiones sin cabida en la Constitución, han conseguido la reconciliación del tándem Felipe-Guerra, que califican la estrategia como una “estafa descomunal” que lastraría el futuro de la nación. A ello se suman las duras advertencias de ex ministros, ex presidentes del Senado (Laborda y Rojo) y antiguos dirigentes territoriales como Ibarra, Rodríguez de la Borbolla, Fernández, o Redondo Terreros. Este último, expulsado por la cúpula de Ferraz, califica de “mercadeo” la negociación de la investidura de Sanchez, mientras el ex presidente andaluz reprocha la utilización de medios «ilícitos e Indecentes» para mantenerse en el gobierno, y el propio Laborda advierte que la amnistía abriría una crisis en el PSOE de “magnitud imprevisible”.
Otros dirigentes actuales como el manchego García Page o el aragonés Lambán llevan meses advirtiendo que con semejantes compañeros de viaje que pretenden rendir el Estado, “ni se puede, ni se debe gobernar”. Aun así, el PSOE descarta la celebración de nuevas elecciones convencido de que el independentismo cederá en sus reivindicaciones y además cuenta con un discurso ganador.
El final del reino de taifas de la centrista UCD se sabe cómo acabó: implosionando la decena de partidos que la conformaron, para recalar en formaciones afines o de nueva creación, además de su hundimiento electoral tras pasar de 168 a 11 escaños. El socialismo sanchista actual ya sabe lo que es reducir su techo hasta los 90 diputados cosechados en 2016, su peor resultado desde 1989.
Recurso contra el ‘Parlamento de babel’
El nuevo Parlamento echa andar con un hemiciclo enfrentado de nuevo en dos mitades, un galimatías lingüístico —y esperpéntico— con cuatro lenguas ‘oficiales’ difíciles de seguir, cual argamasa para desmontar el andamiaje jurídico y constitucional de las últimas décadas. La “histórica” imposición del gallego, euskera y catalán en el Congreso resta ya espontaneidad y altura en los debates, con una argumentación que quedara difuminada en el Diario de Sesiones.
La reforma del reglamento para permitir el ‘parlamento de babel’ será recurrida por el PP, al considerar que se ha roto el consenso de las reglas de juego del Congreso acordado hace 40 años, y permitir que una ley entra en vigor antes de ser aprobada por primera vez. Tanto sus señorías, como los periodistas y el resto de funcionarios de la cámara, asesores, letrados o el cuerpo de taquígrafos, dependen de una traducción simultánea, con subtítulos y auriculares para captar los matices y la intencionalidad argumental de los oradores, difícil de seguir.
Por lo demás, el CIS de Tezanos continúa haciendo el juego a bloque de izquierdas tras pronosticar el sorpasso de Sánchez a Feijóo en el último barómetro por 1,8 puntos de diferencia: 33,5% del Psoe y 31,7% del PP. Sumar también supera a Vox en el primer barómetro tras el verano situando respectivamente en 11,9% y 11,1%, mientras Junts y ERC empatarían con el 1,7% del voto.