En góndola

Antonio Imízcoz
Por
— P U B L I C I D A D —

Esto se veía venir, no me diga usted que no, casi desde la noche misma de la jornada electoral del pasado 23 de julio. El PP había tirado a la alcantarilla, en la última semana de campaña, sus perspectivas no ya de ganar, que ganó, sino de gobernar solo o en compañía de otros, como lo de Rafi Escobedo.

Y comprendimos entonces, y constatamos no mucho después, que Pedro Sánchez haría mangas y capirotes por no tener que abandonar, con su Begoña, el colchón de La Moncloa, que pactaría lo que hiciera falta con tirios y troyanos, para no bajarse del Falcon, que es tan cómodo, o del avión grande que tantas veces ha volado a Santo Domingo.

Que el gobierno que formara Sánchez, con la comunista Chanel Yolanda Díaz, y apoyado por los filoterroristas de Bildu y los separatistas de Esquerra y Junts —con la nota de color del PNV— iba a ser una montaña rusa de dislates y entreguismos tampoco era difícil de prever.

Pero ¡ay, amigo! ahora Pedro Sánchez, su gobierno y el propio partido socialista es que navegan —o flotan, más bien, porque avanzar no avanzan a ningún sitio— en la más frágil, ligera, insegura y movediza góndola que se pueda uno encontrar en el Gran Canal de Venecia, entre el Palazzo Loredan y Rialto.

Por su propia gestión, inconstante, voluble, veleidosa, insostenible, basada en un nada discreto mentir, en la engañufla y la prevaricación, sí; pero también porque con esa política han dado alas a quienes ahora lo han subido a esa inconsistente embarcación. A este sí que lo han puesto en un flotador de playa, como a los guardias civiles asesinados en Barbate.

De momento nos encontramos con que se aprueba en el Congreso la asquerosa amnistía que, tras negarla, ha tenido Sánchez que inventarse, contra el parecer de jueces, fiscales, abogados y la sociedad española en peso, para mantener a su favor los siete votos del prófugo y presunto terrorista Puigdemont. No habrá sorpresas, los paniaguados y ovinos diputados socialistas no van a poner su dignidad ni conciencia por encima del escaño y sus sustanciosos estímulos.

Pero luego, la Ley tiene que viajar al Senado, y en la calle Bailén Sánchez va a tener que esperarse a que la mayoría absoluta del Partido Popular en la Cámara Alta la remita, sin duda modificada, de vuelta a la Carrera de San Jerónimo.

Todo eso, además, con unas elecciones autonómicas nada menos que en el País Vasco y ahora también en Cataluña. Y vuelta Pedro Sánchez a hacer equilibrios en el frágil esquife, dependiendo de los resultados que arrojen las urnas, para ver si puede seguir siendo el inquilino del Paseo de la Senda del Rey, que ya tiene guasa.

Y eso sin contar con que luego vienen las Europeas, que esas sí que van a ser, por su carácter nacional y con lista única, un auténtico plebiscito para el gobierno y sus erráticas políticas en esto y aquello. A no ser que Sánchez se baje de la burra y encabece la lista del PSOE, para buscar acomodo, sueldazo e inviolabilidad —que la va a necesitar— en Bruselas. Mira, oye, una idea que le doy…

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