El sexteto «Puigdemont»

El sexteto "Puigdemont"
Carlos Miranda
Por
— P U B L I C I D A D —

Un sexteto musical suele deleitar nuestros oídos. También existe en política, aunque pueda chirriar. El sexteto de actualidad está formado por un director, Sánchez; una figurante influyente, Yolanda; unos orfeones disonantes, Otegui y Ortuzar; y unos danzarines, Puigdemont y Junqueras, que llevan la voz cantante a pesar de desafinar constitucionalmente.

Un conjunto que no se ha visualizado aún en alguna fotografía que merecería algún premio, aunque no un Pulitzer que es para cosas serias. Una foto de los seis juntos valdría mucho dinero. Será difícil de obtener, no tanto por distancias geográficas ni ideológicas, sino por falta de conveniencia política. Las fotos de estos amiguetes abrazándose hasta podrían ser mal vistas. De dos en dos son más factibles. En Waterloo buscarán una de Puigdemont y Sánchez.

Fuera de este sexteto fundamental, que no ejemplar, no es tampoco fácil obtener una foto de Feijóo y Abascal fraternalmente unidos. Se puede entender. Sin embargo, aún es más difícil la foto que más desean los españoles, la de Feijoo y Sánchez unidos por el bien del país. En efecto, no es cierto, como dice Sánchez, que el único gobierno posible en España para apartar a Vox es uno suyo con el fugado al precio de una amnistía acompañada de otros espantos.

Aunque puedan repartirse históricamente las culpas de los desencuentros entre PP y PSOE, también es cierto que Feijóo se ha apuntado el último intento de acercamiento ofreciendo ponerse de acuerdo sobre seis puntos fundamentales para el país, gobernando para ello solo dos años con elecciones a su término. Todo negociable y todo inmediatamente despreciado por Sánchez porque lo que emana del líder socialista, y de muchos que le apoyan, no es disconformidad con sus oponentes, es desdén. Ni siquiera la reprobable polarización política que sufrimos inducida desde los partidos lo justifica.

Otras fotos son más vulgares. Por ejemplo, Yolanda colgada del cuello de Puigdemont. Una foto reveladora: el PCE, un partido revolucionario y dictatorialmente proletario, colgado de Junts x Cat, un partido capitalista, nacionalista, separatista, aunque progresista según el librito rojo actual de ediciones de La Moncloa.

Nuevos valores que superan, según pretenden estos arribistas, los superiores de la Transición y de la Constitución, esa que violan los separatistas y que otros quieren tumbar porque se consideran muy progres, confundiendo todos ellos sus deseos, incluso imposiciones, con una verdadera actitud democrática.

Según Sánchez la amnistía permitirá “pasar página” y pacificar definitivamente Cataluña. Más bien, lavar injustamente a quienes aseguran que repetirán lo que hicieron, sin perjuicio de que Illa nos garantiza que España no se romperá. ¿Quién es Illa para garantizarlo?

Con lobos disfrazados de ovejitas que no ofrecen contrición, reparación, ni voluntad de enmendar sus conductas, esta pacificación más que un espejismo es una mentira descarada, y no forzosamente de los separatistas. Unos pocos se salen con la suya ilegal porque uno lo acepta para permanecer en el poder. Una mala lección para nuestros jóvenes.

El domingo 8 de octubre, convocados por Societat Civil Catalana, una plataforma cívica, se manifestaron más de 300.000 personas en Barcelona contra la amnistía y un posible referéndum de independencia. No aparecieron los socialistas. Borrell estuvo hace seis años cuando la manifestación contra el referéndum ilegal de independencia de 2017. Tomó la palabra para pronunciarse contra las ilegalidades independentistas, pero actualmente Puigdemont controla al PSOE y los que buscaron ahora a Borrell no le encontraron. Una desilusión.

Mientras tanto, Leonor, Princesa de Asturias, juró la Constitución, con unos prolongados aplausos en la calle y en el Parlamento, asegurando así la continuidad de la Corona. Los diputados separatistas y otros de extrema izquierda hasta en el Gobierno de la Nación como Garzón, Belarra y Montero, aliados esenciales de Sánchez, se ausentaron inútil e irrespetuosamente del acto al grito algunos (ERC, Bildu y BNG) de “Ni Monarquía ni Constitución”, testimonio, pensarán, de su incombustible y anacrónico espíritu revolucionario. La víspera se humilló personalmente ante Puigdemont en Bruselas el número tres del PSOE, Cerdán, en representación de Sánchez y del sanchismo socialista. Yolanda ya no está sola.

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