El efecto Feijóo se desinfla

El efecto Feijóo se desinfla
Juan Laguna
Por
— P U B L I C I D A D —

Lo del Partido Popular y sus presidentes debería ser analizado en profundidad por esos expertos “gurúes” que se prodigan como setas en el mundo actual y sobre todo mediático.

La imagen patética de sus actos e intervenciones es de “récord Guinness”. Ayer era una nueva “tendida de mano” al presidente en funciones del gobierno, mendigando de nuevo algo que le sirva para contentar a la militancia y a sus votantes, ante la rechifla general de todos. Hoy es una posición de resignación ante la derrota. Al día siguiente serán unas propuestas que sólo causan risa y hasta un poco de compasión en las redes sociales.

Entre los muchos ejemplos tenemos el último encuentro gobierno-oposición. La escenografía del acto y la expresividad de los actores no dejaba ninguna duda: Sánchez con ese porte superior que le caracteriza, le hizo esperar sólo en una pequeña sala, hasta que se dignó acudir. Ya en el saludo se percibió la postura mendicante del Sr. Feijóo que, incluso, llegó a intentar una cordialidad impostada cogiendo el brazo de su interlocutor. Luego al sentarse se notaba su incomodidad colocándose la americana y tirando de los puños de la camisa mientras el otro, relajado y tranquilo (no en balde tiene todo bien atado), se reía en sus narices.

El llamado “efecto Feijóo” intentando asemejarlo al “efecto Ayuso”, ya se ha visto lo que ha dado de sí. Un partido cada vez más desnortado (al estilo de Ciudadanos), donde falta un proyecto político real que ofrecer a la sociedad, lleno de personajes variopintos con afanes de ser calificados tan “progresistas” como sus rivales, que los llevan del ronzal adonde creen oportuno: teorías estrambóticas sobre ciencias, modelos totalitarios de gobierno con sus “agendas” correspondientes o distopías de cómic para cerebros infantilizados, creyendo en unas democracias virtuales.

La estructura y organización partidaria se resiente -como es lógico- de todo ello, pero es que los partidos (excepto alguno) han sido capturados hace tiempo por los poderes reales mundiales, desde los famosos “foros” de Davos a los clubs de opinión elitista u oligárquicos como los Bildeberg, o quedan sujetos a las andanzas de otros personajes de ese “retablo de las maravillas” que es el mundo occidental, como los conocidos apellidos dedicados a “salvar al mundo” sin que nadie se lo haya pedido y sus influencias en instituciones y organismos políticos mundiales gracias al dinero que manejan.

En este caos la única figura que presenta solidez ideológica es la presidenta de la Comunidad de Madrid, cuyas ideas distan bastante de las impuestas por su partido y son un referente para los votantes que van quedando del PP. Se puede decir que más del 50% de los votos que recibe el partido se deben a Isabel Díaz Ayuso, lo que levanta ampollas entre algunos de sus colegas del desacertado “progresismo”. Sobre todo, en directo cuando la militancia corea el grito de “Ayuso presidenta”.

Mientras éstos llevan la insignia de la agenda 2030 grabada a fuego y creen todas las tonterías impuestas mediáticamente, la Sra. Ayuso no duda en calificarlas de “fraude”. Mientras sus colegas “progres” babean ante quienes están destruyendo la nación, la Sra. Ayuso denuncia esta actitud mendicante y claudicante.

Incluso ha sido necesario montar o teatralizar un acto de supuesta cohesión y apoyo al Sr. Feijóo, donde la Sra. Ayuso no ha dudado en criticar la postura de su partido ante el PSOE. La frialdad del saludo entre ambos no deja lugar a dudas de que el PP necesita ya de un cambio de liderazgo real, no ficticio, en su cúpula dirigente. Que todos aquellos que, de una forma directa o indirecta se sientan cercanos al PSOE (o al llamado “sanchismo”) y a las mentiras globales, tengan la puerta abierta para sentirse más cómodos en otro lugar.

La situación es harto complicada por la enorme habilidad del PSOE para manejar tiempos, estrategias y captura de poderes públicos y privados. Para conseguir extender la tela de araña de la corrupción entre unos y otros convertidos en cipayos serviles. Para sacar pecho por sus apoyos europeos e internacionales por muy sospechosos que sean. Para tener su propio ministerio de propaganda mediática al más puro estilo del mundo totalitario que hemos conocido y conocemos. Para saltarse la Constitución sin que le paren los pies desde el órgano supremo institucional ni desde los “poderes” del Estado.

En este tiempo vamos a comprobar como el PP no sólo se queda con un palmo de narices en una fallida investidura, sino cómo se reproducirán o agravarán las cosas en esta deriva sin rumbo que estamos sufriendo en todo el mundo occidental, al servicio del nuevo orden mundial impuesto por el capitalismo salvaje (el que no acepta normas, sino que las impone).

La “ley de hierro de la oligarquía” del profesor Dalmacio Negro, es una realidad donde planea “el escepticismo sobre la naturaleza humana” y quedan al descubierto otras formas de pensamiento político como “el humanitarista como coartada de los poderosos para engañar… (según Proudhon) o el utópico que elude enfrentarse a la realidad y que subordina la razón a los deseos o caprichos de la voluntad, abocando fácilmente en el terror…”

Pues bien, como hemos venido repitiendo desde hace tiempo, el panorama actual se basa en ese pensamiento falsamente “humanitarista” con que se engaña a las mentes débiles a base de utopías ajenas a la realidad y engaños impuestos por sistemas totalitarios. Que algunos traten todavía de hablar de “derechas” o “izquierdas” revelan la escasa capacidad de discernimiento individual y colectivo de nuestras sociedades y el gran éxito de la propaganda mediática en esas mentes débiles desde la ingeniería social.

Ese es el gran enredo en que se mueve el PP en la actualidad y que le lleva a la autodestrucción. El futuro se perfila como “globalismo utópico” y sus disparatadas teorías al servicio de las oligarquías sociales, frente a una resistencia racional de personas y naciones que no quieren someterse a ellas. Al final, como decía Benedetti, hay que elegir: esclavitud o humanidad.

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