Quizás ha llegado la hora de reflexionar y emprender acciones que recuperen una auténtica democracia como sistema político y de organización social, en el que se confiere el poder de decisión en la conducción del Estado (es decir, la soberanía) al pueblo, que se expresa mediante la voluntad de la mayoría. Las democracias occidentales comenzaron a dar claras señales de vulneración y de agotamiento en su esencia primordial como sistema de gobierno ideal; hoy, ya podemos decir con certeza que sufren un grave deterioro, una descomposición que las ha llevado a dejar de ser democracias representativas, (eso fue lo que nos contaron y, lo que es peor, nos lo creímos a pies juntillas) para pasar a convertirse en democracias recitativas. Hoy es un hecho ver como la hipocresía democrática se va propagando y la han convertido en un espectáculo que tiene como escenario principal al Estado, como actores a los gobernantes y como secundario o figurante ocasional al pueblo soberano, al que le han adjudicado un doble papel, entra en escena como comparsa en la celebración de las elecciones y el resto del espectáculo asume el papel de espectador. Norberto Bobbio ya anunciaba a finales del siglo XX a la Democracia recitativa como consecuencia de la crisis de la soberanía popular.
Como Pueblo Soberano hemos aceptado un papel secundario en esta representación democrática que libremente elegimos, nuestro protagonismo en ella se reduce a votar programas de contenido engañoso e ilusorio y vanos elogios a nuestro poder y responsabilidad; todo farfolla y engaño. Nos han hecho creer que seremos distintos y más importantes a la vez que nos veremos recompensados de alguna forma votando sus patrañas, esto ha hecho que de alguna forma nos hallamos dejado arrastrar por un hooliganismo irreflexivo y peligroso, que defiende ciegamente a través de eslóganes y premios sus espurios intereses, cantado a voces por un teórico líder bien arropado por un coro de voceros que lo acompañan.
Convendría tener claro que es ser un líder, El liderazgo real tiene que ver con conexión, con lograr que las personas de manera espontánea asuman un compromiso contigo; un ejemplo claro de liderazgo: «Jesus de Nazaret» creo que todos conocemos la incuestionabilidad de su liderazgo, una influencia que ya dura más de dos mil años, tanto en la historia como en la gente. «El que quiera ser el primero, que sea el servidor de todos» ¿Podríamos considerar como lideres a cualquiera de los responsables de los partidos actuales?
Sabemos que las propuestas que nos hacen ejemplarizan la fábula del burro y la zanahoria: Dice la fábula que para que el burro tire del carro hay que ponerle una zanahoria delante, lo bastante cerca para que crea que está a punto de alcanzarla. ¿Estamos volviendo por nuestros pasos a tiempos que creíamos ya superados y olvidados? ¿después de la Dictadura Franquista, heredamos realmente una democracia soberana en pro a la igualdad, a la vida, salud, educación…? O ¿tenemos esa misma dictadura disfrazada de democracia? La realidad nos está demostrando que hemos realizado un camino en circulo, que estamos nuevamente llegando al sitio de partida. Hemos recorrido un largo trecho, cargados de ilusión y esperanza, hemos caminado como por una «Runnea machine», una cinta de andar estática donde no paras de andar sin moverte del sitio inicial donde te encuentras, enfrente, una gran pantalla en 4G donde puedes contemplar imágenes estimulantes y fantásticas con el objetivo de que notes lo menos posible la realidad que te rodea y el esfuerzo que estás haciendo. Hoy ya no es la cuestión elegir un programa o proyecto que se ajuste más a nuestras necesidades, ni tampoco la de elegir una mejor opción o candidato, el objetivo es aniquilar al oponente, es eliminar del mapa político sin reparar en gastos cualquier contrincante político, dejar el menor rastro posible de cualquier proyecto o partido que no sea el de nuestro líder político, del partido político y del proyecto político por el que nos hemos sentido abducidos. No importan los medios a emplear, las consecuencias, las formas, la finalidad y los intereses generales del país, lo que realmente está en juego es, como decía el maestro Luis Aragonés, ¡¡¡Ganar, ganar, ganar y volver a ganar!!! Estamos inmersos en una nueva forma de hacer. Los medios y las redes sociales al servicio de estos partidos están alimentando a pseudopolíticos, actores políticos que dicen interpretar lo que la mayoría entendíamos y creíamos debía ser en su concepto más puro la «Política». Desafortunadamente estos pseudopolíticos la han envilecido hasta convertirla en una pésima imitación de lo que es la auténtica y verdadera política, la ciencia para la gobernaciónde un Estado o nación, y también un arte de negociación para conciliar intereses. Podemos afirmar que esta ha sido literalmente convertida en una «ciencia falsaria e imperfecta». Como usuarios de las redes percibimos que lo que leemos en ellas, ese bombardeo continuo de noticias y artículos que nos proyectan, no es «exactamente política», estamos claramente ante una desnaturalización de lo que debería ser esta. El interés economicista ha superado el mensaje y el argumentario político correcto. Si analizamos como se propaga el discurso político en las redes sociales, en canales como YouTube, Twitter, Instagram, Wasap, TikTok e infinidad de otros semejantes, como Televisiones, medios digitales y prensa escrita, comprobamos que las redes no permiten el desarrollo de un discurso político autentico, veraz, sino un discurso que llaman pseudopolítico. Un discurso que se queda en los límites de la cuestión política, sin llegar a desembocar en el nivel de razonamiento necesario, que de verdad se centre en el gobierno para el bien común. Este descentramiento razonador, obedece sin duda a un conglomerado de tendencias como por ejemplo:
- La censura de las grandes cadenas, la pérdida del rigor informativo y la espectacularización de la política «la política se ha convertido en un espectáculo».
- La personalización o tailoring, o lo que es igual, al proceso de adaptar un producto, servicio o experiencia, que satisfaga las necesidades y preferencias individuales de cada persona o grupo a través de los representantes políticos «el mensaje es el político».
- Y la desideologización, o acción de eliminar o vaciar de contenido el discurso ideológico especialmente en política, de los ciudadanos. «el espectador es cínico» la vida social está llena de hipocresías y representa un mal para la vida humana.
Las redes sociales, o nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), con sus características de celeridad, inmediatez y brevedad, son campo abonado para el desarrollo de estos tres factores, «que se retroalimentan entre sí y favorecen el desinterés y el abandono de las preocupaciones políticas en sentido estricto». Estas pasan a ser sustituidas por un discurso expresivo, exhibicionista, emocional y banalizante, donde se le resta importancia a lo que se dice y se valora sobremanera el hecho de participar en la red social, añadir una línea más al encadenamientocomo técnica para incrementar y modificar conductas, unas tras otras, así como determinar tareas complejas, el objetivo es inundar de mensajes, el poder ser visto.
En la actualidad el objetivo no es otro que la consecución del poder por encima de cualquier acción o pensamiento en el que su potencial real este centrado para el bien del ser humano. Deberíamos estar ante un proyecto que estuviera basado en la idea primordial de que todos los seres humanos, sean de la ideología y condición que sean, tengan derechos iguales y deban ser tratados con dignidad y respeto. Pero la realidad es bien distinta, los actuales políticos, que se autotitulan «demócratas y padres de la patria» han cambiado el discurso (si es que alguna vez tuvieron alguno) ahora el objetivo de sus programas, las consignas que lanzan, están basadas esencialmente en la descalificación y la destrucción del oponente, para ello utilizan todo tipo de insultos, descalificaciones, injurias e infundias poco contrastadas con tal de desacreditar y eliminar a todo rival o contrincante en la competición por el poder. Estamos en un mundo cada vez más acelerado e hiperconectado donde la cultura de la urgencia difumina la línea entre lo que es verdaderamente importante, correcto y real y lo que no lo es. La confusión es el mayor aliado para hacer política.
Siempre hemos entendido y defendido que el sistema democrático estaba considerado como la forma de gobierno más justa y conveniente para vivir en armonía. En democracia, mediante el derecho a votar de todas las personas, estos eligen a sus gobernantes, los cuales a su vez se comprometen a cumplir con las políticas más convenientes para los intereses del pueblo soberano. Así mismo el éxito de una democracia se basa en la división de poderes, norma fundamental para evitar el abuso de autoridad. Pero hoy por hoy ¡¡¡Ay, amigo!!! esos pilares se ven coartados en su independencia. Los motivos están claros, por un lado, la agonía y la necesidad por llegar al poder de los gestores políticos y por otro y más grave si cabe, la globalización ha generado la incompetencia y falta de autonomía de estos gestores políticos para aportar las necesarias soluciones a los problemas de toda índole que se le presentan a una sociedad que está representada en la base de «la pirámide social», un espacio de la pirámide dedicado a los ciudadanos con menores recursos, esta se vio aumentada con la incorporación de la clase media, una clase media gracias a la cual se pudo sacar adelante la transición del 78, que ha ido despareciendo desde la explosión de la crisis económica de 2008.
Todo esto ha generado un auténtico «Totum Revolutum» los escasos recursos de maniobra que les han dejado a los Gobiernos Nacionales por un lado, y por otro, el personalismo y la incapacidad de gestión manifiesta de unos gestores políticos que anteponen ante todo su propia ambición y la de sus partidos; el método que estos utilizan para conseguir sus fines no se basa en política, proyecto o acuerdo posible, ahora se recurre a un infame y desmedido enfrentamiento, descalificación y eliminación de todo lo que estorbe aunque para ello se infrinjan las reglas de la legalidad democrática.
Está quedando claro que esta situación ha dejado fuera de juego a la práctica política. No olvidemos que «La política es el conjunto de decisiones, acciones y discusiones que tienen lugar en una sociedad para poder organizarla. De igual manera, implica analizar y estudiar cómo funciona el gobierno, como se hacen las leyes, como se reparten los recursos disponibles (principal caballo de batalla para estar en el poder) y como se resuelven los problemas en la comunidad».
La incompetencia para llegar a acuerdos puntuales y el brutal enfrentamiento entre las distintas fuerzas políticas, ha provocado que se recurra, hasta para los casos más elementales, a los tribunales de justicia para que sean estos los que decidan si son galgos o son podencos. Lamentablemente hay Jueces que han entrado al trapo y se prestan, con excesiva vehemencia, a este perverso y peligroso juego que les han otorgado estos Gestores de la política nacional en su alocada y ambiciosa lucha por conseguir o mantenerse en el poder.
Como ya dije en un anterior artículo, estamos gobernados por unos Gestores que están a las órdenes de un ente oscuro y malévolo que habita en la tierra oscura de Mordor. Una oligarquía financiera globalista que todo lo controla, lo compra y lo maneja al antojo de sus intereses más espurios. ¿Democracia o Totalitarismo?
De acuerdo con el comentario anterior salvo en una cosa: ya no hay «oponentes» u «oposición» (salvo los llamados de extrema derecha) en el panorama político occidental. De ahí la coincidencia total de los dos partidos ungidos por el poder para «gobernar». Y, por cierto la «política» no es para «gobernar», sino para «convivir» en paz y armonía en una sociedad justa.
Todos -o casi todos- han pasado por las obligadas entrevistas con los personajes que manejan el mundo y han recibido las mismas instrucciones y «consejos». En función del acatamiento a los mismos, se puede promocionar mediáticamente a unos o detrozar en la misma forma a los otros.
«El que se mueve no sale en la foto» decía Alfonso Guerra cuando mandaba en el PSOE. Y tenía razón. El pensamiento único de los poderes muundiales, debe seguirse a rajatabla (como es el caso del negacionismo hiostórico y científico) frente al racionalismo ilustrado del conocimiento y del rigor científico.
Que los árboles con sus muchas sombras no nos dejen ver la realidad del bosque en su integridad, es poner a un público ignorante frente al «retablo de las maravillas» de cualquier prestidigitador o «cantamañanas».
Un saludo.
Me parece un análisis muy acertado de la situación de la política occidental.