El movimiento feminista es uno de los mejores espacios de convivencia que han existido a lo largo de la historia, un lugar común donde muchas mujeres hemos aprendido unas de otras y hemos compartido miles de experiencias positivas y negativas, que nos han ido ayudando a avanzar.
El movimiento feminista es una mirada fresca a una sociedad caduca que no sabe ni siquiera que es lo que le está pasando, y porque vive permanentemente en crisis, y desde esa mirada feminista, ejercida por muchas mujeres y algunos hombres, se está contribuyendo al cambio para que esta sociedad deprimida modifique sus parámetros apostando por la igualdad, y dotando tanto a hombres como mujeres de atribuciones como persona alejadas del estereotipo.
Es verdad que el feminismo no es un movimiento uniforme. La uniformidad no es ni libre ni democrática, pero no se equivoquen no hay tantos feminismos como mujeres y hombres en el planeta. La esencia de la teoría es básica y muy simple, a la vez que tremendamente revolucionaria: la búsqueda de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y la eliminación de la dominación y violencia de los varones sobre las mujeres por el mero hecho de ser mujeres, pero también conviene recordar que, en su persecución de la igualdad, el feminismo no aboga por la eliminación de las diferencias, sino por la supresión de la discriminación en razón de las mismas. Esta última parte es básica y esencial dentro de este movimiento, negar la diferencia es, no se equivoquen, negar el feminismo y negarnos a las mujeres.
El texto presentado ayer para la futura Ley de Libertad Sexual elaborado por el Ministerio de Igualdad, que lidera Irene Montero, contiene de una manera encubierta, artículos que, de aprobarse en las Cortes, quebrantarían los derechos de las mujeres. Estos artículos incrustados con calzador en la futura ley, y que desde luego una vez leído el borrador no vienen al caso, pretenden que la legislación incorpore unos términos y conceptos que diluyan la identidad de la mujer y abran la puerta a la próxima ley, sobre la que el Ministerio de Igualdad ya trabaja en su elaboración, y que van a nombrar como Ley de Autodeterminación de la Identidad.
Es curioso que un gobierno que se autodefine como feminista haya sido capaz de abrirle la puerta a estos conceptos que no solo nos diluyen como mujeres, sino que además ponen en riesgo todo el trabajo hecho por feministas a través de años para acabar con lacras como la violencia machista o la violencia sexual. No olviden que la ley de violencia de genero se basa en el principio fundamental de que a las mujeres se las agrede, se las viola, se las mata, se las maltrata, se las discrimina por el mero hecho de ser mujeres. Si estos artículos de esta ley o de la que pretende presentar el Ministerio de Igualdad en los próximos meses sobre Autoderminación de la Identidad vieran la luz, la propia ley contra la violencia de genero quedaría abolida y desnaturalizada.
Como ven lo que está sucediendo con la Ley de Libertad Sexual va mucho más allá de las banalidades sobre consentimiento o no, o sobre los tweets que ayer se lanzaban desde la cuenta del Ministerio de Igualdad con textos y comparaciones bastante desafortunadas. Están poniendo en cuestión nuestra identidad como mujeres, y llevándonos a asumir el concepto «sexo» como una autopercepción individual, como un deseo, debilitando así hasta su anulación las iniciativas políticas que pretenden la igualdad entre mujeres y hombres.
Por supuesto las organizaciones feministas, las de verdad, y no las impostadas, oportunistas y usurpadoras que también las hay, han lanzado ya una plataforma llamada Contra el Borrado de Mujeres en la que manifiestan ser contrarias a que se asalte la legislación en materia de igualdad entre mujeres y hombres para entregarla al generismo queer y sus peligrosas derivadas neoliberales, y nos alertan sobre ello.
Ya ven lo que está pasando, desde ese Ministerio de Igualdad, ahora convertido en un instrumento de autobombo de determinadas personas y en un continuo publirreportaje de la Ministra, si precisamente desde ese Ministerio se va a atentar contra los derechos de las mujeres, quizás, contra el más esencial y fundamental, el derecho a ser mujer. No me extraña que el Ministro de Justicia y la Vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo se echaran las manos a la cabeza cuando vieron el texto, porque lo que se esconde detrás no puede ser más siniestro. Pero no basta con escandalizarse, no, no basta, es responsabilidad del Gobierno de España, impedir que esta barbaridad se materialice ¿O es que vamos a cambiar los presupuestos por el derecho a ser mujeres y hombres? Espero que no. Son las ocho de la mañana. No llueve en Madrid y la temperatura exterior es de 8 grados.
Claro que se hará lo que sea necesario para que se aprueben los presupuestos y el «progresismo» se mantenga en el poder. Lo que se está cuestionando desde la sobreprotección a las mujeres, es su calidad como personas, es su capacidad para ser lo que quieran ser, es su fortaleza como seres humanos…. No, no se trata de «igualdad» que existe desde hace tiempo, respetando lo que cada uno quiera hacer con su vida. Se trata de algo más sutil: reducir a ambos géneros a un programa de diseño social del que, al parecer, pocos se dan cuenta.
Un saludo.