Cañones, impuestos, mantequilla y la fatua de Sánchez

Luis Carlos Ramírez
Por
— P U B L I C I D A D —

La disyuntiva entre cañones o mantequilla acuñada por el economista austriaco Von Wieser en 1914 y puesta en práctica por los regímenes nazi y fascista en 1939 -“los cañones nos harán fuertes, la mantequilla sólo más gordos” llegó a acuñar el lugarteniente de HitlerGöering-, vuelve a emerger en tiempos convulsos con el peor escenario bélico del último medio siglo. El rearme europeo y de la OTAN para frenar el expansionismo y la guerra de Rusia, la inestabilidad internacional (Oriente Próximo, Irán, el Sahel) e incluso las fricciones entre China y EE.UU., ponen en guardia a los distintos gobiernos comunitarios que otean un horizonte de tensión para el que “hay que estar preparados”. Europa se prepara para la guerra a la vez que rearma sus instituciones, mientras algunos dirigentes comunitarios como el presidente español alientan el belicismo interno y exterior, blandiendo una fatua más que desenfrenada de la provocación,  obsesionado por combatir enemigos domésticos que amenazan su continuidad, además de perseguir herejes mediáticos y judiciales con la nueva inquisición.

Economía de guerra

A pesar de ello, el núcleo duro de la UE lo tiene claro. Tanto el canciller alemán, Scholz, como el presidente francés Macrón, previenen de que estamos ante “una amenaza para la seguridad mundial” y de que “Europa es mortal y puede morir«. Para que no haya dudas, el presidente del Consejo EuropeoCharles Michel, avisa también de que Europa debe pasar a una “economía de guerra” como respuesta al creciente desafío de Putin, mientras lpresidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, promete un comisario de Defensa y el jefe de la diplomacia, Josep Borrell, va más allá al proponer la creación de un fondo europeo de defensa como el que la UE aprobó en la crisis financiera del 2008. Su justificación es que la guerra “no va a empezar mañana”, pero está en el horizonte.

Laestrategia de la Comisión Europea no es otra queimpulsar la industria militar, con objeto de representar al menos el 35% en 2030, si bien estos objetivos no son vinculantes sino solo metas marcadas para el futuro. Bruselas pretende dedicar a contratos europeos por encima del 50 % de su presupuesto de defensa ya en 2030 y el 60 % para 2035.

Disciplina fiscal y estancamiento europeo

El viejo continente contiene la respiración con una economía más que estancada y el crecimiento situado en apenas el 0,5% en 2023. La parálisis esquiva de momento la recesión técnica, como consecuencia de los estragos de la pandemia, la ralentizada recuperación, el cuello de botella de suministros, el miedo tras la invasión de Ucrania, el frenazo por la crisis energética, la inflación y la respuesta de la política monetaria. Las incertidumbres geopolíticas también ponen de su parte para explicar tal debilidad económica.

Coincidencias o no, Europa rescata las olvidadas reglas fiscales para contener la deuda y el déficit nacionales desbocados en los últimos años. La disciplina -prevista en los Tratados comunitarios- vuelve al 60% y el 3% del PIB, respectivamente, aunque da margen a los Estados para negociar el ritmo del ajuste e incluso invertir en digitalización, transición verde o defensa.

No es ningún consuelo que España continúe liderando el crecimiento de la eurozona con un PIB previsto para 2024 del 1,7%, frente al aumento del 0,3 % de Alemania, 0,9 % de Francia, 0,7 % de Italia y una media global del 0,8 %. El PIB per cápita de poder de compra (PPP), sin embargo, no pasa del 89%, once puntos por debajo de la media europea que se sitúa como referencia en el 100. En lo que también seguimos siendo campeones, es en una duda publica que en 2023 se disparó hasta los 1,57 billones -71.878 millones más- y el 107,7% del PIB, una de las más elevadas. El desequilibrio de las Comunidades Autónomas aumentó hasta los 325.000 millones, mientras que la deuda de las Corporaciones Locales se situó en 23.000 millones de euros. El déficit público se eleva al 3,6%, solo superado por Italia (-7,4%), Hungría (-6,7%) y Rumanía (-6,6%), con la ‘contención’ de Chipre y Dinamarca (ambos 3,1%), Irlanda (1,7%) y Portugal (1,2%).

Impuestos patrióticos y pensiones

Sánchez continúa haciendo bueno su lema de que «el (verdadero) patriotismo es pagar impuestos”. No de otra forma se entiende que durante su mandato, la presión fiscal haya subido 30 veces más en España que en el resto del conjunto de la UE, situando el esfuerzo fiscal cerca del 18% y la presión fiscal en el 39%. Los datos del Instituto de Estudios Económicos (IEE) -‘Competitividad fiscal 2023’- afectan a la tributación y cotización empresarial, al ahorro y a la inversión. Las empresas españolas aportan un 32,4% por el 25,8% de las europeas, 6,6 puntos más que la media comunitaria y que otros países de la OCDE. El Índice de Competitividad Fiscal (ICF) sitúa a nuestro país a cola de esta última organización, en la posición 31 de 38.

La reforma de las pensiones, por su parte, situará a España como el país con mayor gasto de la UE: un 16,7% del PIB en 2070, 6,4 puntos más que si se hubiera mantenido la legislación de 2013. La aplicación del Índice de Revalorización (IRP) conforme al IPC, en lugar del factor de Sostenibilidad, provocará que el gasto en pensiones pase del 13,1% del PIB en 2022, al 16,7% en 2070 (3,6 puntos más), con un repunte en 2051 cuando el gasto público será del 17,3% (cerca de 1 de cada 5 euros de producción nacional).

La reforma de Escrivá se traducirá en un incremento de ingresos, aunque insuficiente para compensar la explosión del gasto. El déficit del sistema -sin contar las potenciales transferencias- pasará del 0,2% del PIB en 2022 (2.700 millones) a un desfase presupuestario del 2,7% entre 2050 y 2070 (39.500 millones de hoy).

Aumenta el gasto militar 

Mal que le pese al partido coaligado del gobierno, España aumentó casi un 10% su gasto militar en 2023, el año de mayor subida mundial desde 2008. El gasto supone 22.223 millones de euros (el 1,5% del PIB), lo que sitúa a nuestro país en el furgón de cola de la Alianza Atlántica y el puesto 17 mundial. Los datos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), cuantifican el incremento del gasto militar un 9,8% respecto a 2022 y un 42% en la última década. El desembolso español supone el 1% del gasto internacional, mal que le pese al socio del gobierno de coalición. Sumar, igual que Podemos, rechazala política de gasto en armamento del PSOE que califican de «escalada belicista». La última, una partida de 1.130 millones en gasto para diversos sistemas de armamento, munición y equipamiento militar aprobada por el consejo de Ministros hace apenas dos semanas.

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