Banco de España y BCE insistiendo en la necesidad de afrontar fusiones y, voilá, ya tenemos las conversaciones reconocidas entre Caixabank y Bankia. ‘CaixaBankia’ se convertiría en el mayor banco de España con 650.000 millones de activos y enormes sinergias -duplicidades- que permitirían ahorros de costes.
Como en todas las fusiones, se trata de una fusión por absorción. Es decir, una come y otro es comido. Por tamaño de activos, número de oficinas y empleados, come Caixabank y Bankia es comida. Que ‘Goiri’ quedara como presidente no ejecutivo no significa nada. Sería la concesión a la sede en Barcelona y a la dirección práctica de la burguesía catalana.
A los precios de cotización actuales, la Fundación la Caixa ostentaría el mayor porcentaje de propiedad, cerca del 30%, más del doble del 14% que tendría el Estado a través del Frob. Es verdad que la Fundación La Caixa es un nacionalismo moderado, no rupturista pero siempre interesado.
En caso de tener éxito se trataría de un paradigma del tradicional nacionalismo catalán: poco interesado en la independencia de España y más interesado en la influencia en España. Mejor comprarse el país que independizarse de él. La operación, además, cuenta con el visto bueno de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. En definitiva, todas las bendiciones para seguir avanzando. Sin prisa, pero sin pausa. Un gran banco propio son buenos cimientos para una independencia dentro de una década.
Casualmente el mismo día que se anuncia las conversaciones de ‘CaixaBankia’, el presidente Sánchez acepta reanudar la mesa de negociación con Cataluña. Sánchez no aceptará el referéndum ‘raca-raca’ pero ERC pedirá algo que quizás Sánchez pueda ofrecer: la salida de Ciudadanos de la negociación presupuestaria. Españolistas fuera.
¿El cocinero de la operación? Un brillante Isidro Fainé, ex presidente de la Caixa, fenicio de talante, no independentista, pero muy bien relacionado con la tradicional burguesía catalana. Ahí estaba recientemente en el ‘besamanos’ de Sánchez con el Ibex departiendo amablemente con el presidente.
La operación es vendible. Financieramente es sensata. En el fondo se trata de recuperar el espíritu de las cajas de ahorros y de construir una especie de banca pública encubierta, el sueño de Podemos. Y para la ‘carpeta catalana’ -que lleva macando la pauta de la política española desde hace décadas- es un gigante paso al frente. El mercado aplaudirá a corto. Pero lleva en sus entrañas en peligro nacionalista, disolvente y destructor.