Cabeza de ratón o cola de león

Serralaitz
Por
— P U B L I C I D A D —

Un día de estos, alguien del nuevo PSOE que se anuncia bajo la batuta de Pedro Sánchez ha dicho más o menos que su partido no va a tolerar que le digan otros lo que tiene que hacer, respondiendo así a la propuesta de Podemos de acordar entre los dos una moción de censura al gobierno.

Nada nuevo en la trayectoria del PSOE desde los tiempos de la Transición… Hagamos un ejercicio de memoria histórica… En las primeras elecciones democráticas, la consigna que el Comité central del PCE y su secretario general Santiago Carrillo daban a sus militantes, el slogan de su campaña electoral, era: Ante todo tenemos que pedir a los votantes que no voten a Alianza Popular…

Y los votantes obedecieron, dieron sus votos a UCD y al PSOE, pusieron a Alianza Popular en el vagón de cola del Congreso, y regatearon sus votos al PCE . El partido que había sido protagonista en la lucha contra la dictadura y la recuperación de la democracia, quedó relegado a un discreto e insignificante tercer plano, en buena parte por su falta de valor y decisión para reivindicar su protagonismo anterior.

Lo que ha venido después ha sido una repetición de este fenómeno. Los famosos Pactos de la Moncloa, el trasiego constante de las mejores cabezas del PCE a las filas del PSOE, los Antonio Gutiérrez, la última alcaldesa comunista de Córdoba Rosa Aguilar, los Piqué, o más hacia la derecha, los Tamames y finalmente el desembarco del mismísimo Santiago Carrillo en el PSOE…

Es justo reconocer la resistencia numantina de los Gerardo Iglesias el «mineru», el califa de Córdoba y alcalde de la misma ciudad Julio Anguita y algunos más que se mantuvieron fieles al PCE. Que por cierto tuvieron que reintegrarse a sus puestos anteriores de profesor y de minero…

Los que cambiaron de partido podían argumentar que la política es la ciencia de lo posible, pero quizá el resultado era más bien que la derecha española se recuperaba a pasos agigantados hasta alcanzar en este momento el poder casi absoluto, gracias a la división de la izquierda y el afán de dominio de ese PSOE que se empeña en que «la izquierda somos nosotros» (a lo mejor añaden en voz baja «nosotros y nadie más»).

Porque no podemos negar que hoy el PP mantiene las riendas del poder gracias a la abstención y tolerancia del PSOE.

Pero hete aquí que unos pocos hijos del 15-M dan a luz un partido más a la izquierda del PSOE que se niega en redondo a hacer de comparsa del PSOE. Hete aquí que Podemos se empeña en romper la baraja y en tratar con el PSOE desde la base de un respeto mutuo, desde la rebeldía del adolescente que exige voz y voto en el concierto de la izquierda, y prioridad frente a grupos que se autodenominan «de centro», más o menos situado en la órbita de la derecha, como por ejemplo.

O sea que la moción de censura al gobierno, por orden del PSOE, será cuando el PSOE la considere oportuna, y a Podemos, ni a ningún partido más a la izquierda del PSOE, no se le consentirá por nada de este mundo que levante la voz si no es para decir «Amén» a las consignas del «Gran Jefe».

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