Ser gracioso es una condición con la que se nace. De pequeño siempre admiraba al que contaba chistes sin parar porque además las chicas siempre querían que viniera con nosotros en la pandilla. Fue en aquella época, cuando comprendí que se ligaba mas siendo gracioso que guapo, aunque eso era cuando no existía Telecinco.
En política y especialmente en el PSOE, aun cuando el verdadero líder era Felipe González, la figura de Alfonso Guerra dejaba los mejores titulares y las frases más ingeniosas. Su acento andaluz y sus puntillosas ocurrencias, hacían de aquel joven socialista, el objetivo de las críticas de los sectores más conservadores al que consideraban, la voz radical y extremista de un partido que afloraba como una más que posible opción de gobierno, con el correspondiente terror añadido invadiendo sus pulcras mentes de demócratas de nuevo cuño.
En estos tiempos en los que los paralelismos entre aquel partido recién salido de la clandestinidad y la formación nacida en el seno universitario, aquellos que han hecho de un reto el nombre de un partido político, Podemos nos aporta otra figura un tanto histriónica que va por libre y deja sus recaditos que tanto agradecemos los que escribimos artículos de opinión y que se llama Juan Carlos Monedero. Me imagino, que al contrario que Pablo Iglesias que siempre menciona que le debe el nombre de pila a la admiración de sus padres por la figura del fundador del PSOE, me hace temer que este profesor de pelo encrespado, guarda celosamente el secreto de porque sus padres le pusieron de nombre Juan Carlos, pues en el historial de un republicano de pro, un desliz de este calibre, lo expulsaría del Olimpo bolivariano.
Pero este personaje que intenta hacer el papel de Alfonso en el país de las ocurrencias, no tiene la chispa humorística del escudero de Felipe González. En su afán por ser ingenioso, a Pedro Sánchez lo compara con el protagonista de ‘El general de la Rovere’, película de Roberto Rossellini en la que un caradura y estafador es detenido en la Italia ocupada por los nazis, los cuales le ofrecen suplantar al general héroe de la resistencia cuya identidad era desconocida, para de esta forma obtener información. Poco a poco este impostor se va creyendo su propio personaje llegando a ser capaz de morir ejecutado como si fuera de verdad el propio general de la Rovere. Esta metáfora cinéfila, la utiliza Monedero para explicar el papel jugado por Suárez en la Transición y la hace aplicable a un líder socialista que se habría apartado del pueblo, cuya ambición le lleva a abrazar cínicamente la causa y al final acaba identificándose con ella. No parece un símil del todo acertado, pero es que a Monedero le falta gracia y le sobra flequillo.
De igual manera haciendo mención a Adolfo Suárez y con un sentido igualmente poco acertado, recuerdo aquella injusta frase de Alfonso Guerra en pleno Congreso Extraordinario del PSOE celebrado en septiembre de 1979 donde triunfaron los socialistas moderados con Felipe y Alfonso a la cabeza y donde se abandonó definitivamente el marxismo del ideario socialista, cuando afirmó «Si el caballo de Pavía entrara en el Parlamento, Suárez se subiría a su grupa» en clara alusión al Golpe de Estado propiciado por el General Pavía, que se produjo en España el 3 de enero de 1874, durante la Primera República Española. Buena ocasión para callarte Alfonso, cuando un 23 de febrero dos años después, fue el propio Adolfo Suarez uno de los que más se destacó enfrentándose al golpista Antonio Tejero, mientras te escondías bajo el asiento en pleno tiroteo de la vergüenza.
Pero volviendo a Monedero y sus ocurrencias, en otra de sus frases evoca a Machado cuando menciona que “No hace falta un PSOE que muera ni uno que bostece, sino uno que escuche el timbre al que ha llamado con insistencia Pablo Iglesias” (entiéndase el de Podemos, claro). También ha comparado los intentos de formar Gobierno de Mariano Rajoy y de Pedro Sánchez con la película ‘Doce del patíbulo’, y también ha criticado en la medida en que los dirigentes políticos de ambas formaciones “ya no piensan ni en España ni en sus partidos, sino en si les va a ir mejor con Soraya que con Mariano o con Susana en lugar de Pedro”. Fin de la cita.
Alfonso Guerra, el único diputado que mantenía escaño después de 37 años de parlamentario, ha dejado de estar en primera fila, pero no ha dejado las tribunas. Entre sus frases inmortales podemos encontrar en un claro intento de hacer amigos, «Adolfo Suárez salió de las cloacas del fascismo», o en una ingeniosa alusión a la entonces ministra, «Soledad Becerril es Carlos II vestido de Mariquita Pérez» o aquella inolvidable de «Margaret Thatcher, en vez de desodorante, se echa 3 en 1».
Pero sorprende que el mismo Alfonso Guerra lenguaraz en otro tiempo y deslenguado ahora, haya señalado que no puede y no quiere callar, porque «estos niños malcriados que confunden la novedad con la mala educación (¿…?) se permiten, como una pataleta infantil, identificar al PSOE con el búnker». El mismo Guerra que decía «Fraga representa el pasado: es anticuado, reaccionario, cavernícola y retrógrado.» O cuando decía, «Fraga tiene los intestinos colocados en el cerebro” o al más puro estilo podemita que él tanto critica, añadía «La derecha siempre ha querido un Estado residual para que los grandes grupos económicos puedan campar por sus fueros y que el Estado no pueda hacer nada.» y rematamos sus frases para la historia, cuando en un claro ejemplo de adulto malcriado afirmaba con rotundidad: «No descansaré hasta conseguir que el médico lleve alpargatas.» dicho en un mitin en 1982 en Jerez de la Frontera. Estas y otras muchas frases ocuparon titulares destacados, pues Guerra, siempre daba mucho juego, pero ahora por lo que parece, no quiere recordarse a sí mismo ni hacer mención sobre los despropósitos y exabruptos que salían por su boca siempre ávida de encontrar a quien lanzar su envenenado alegato. Siempre admire su gracejo, su fina ironía y su ingenio, pero Alfonso no pare el mismo ahora que apuesta por la moderación, lo sensato de aliarse con el PP y otras tantas cosas que desnaturalizan su discurso encerrando en el baúl de la Piquer aquel reivindicador verbo florido para sus seguidores y agrio para sus detractores.
Está claro que Alfonso Guerra, el venerado y denostado líder socialista ha perdido en gran parte, el sentido del humor que era una de sus señas de identidad, sin ninguna duda, pues si no estuviese más preocupado por Podemos de lo que debe, yo hubiera escuchado de su boca una frase de las suyas que diría algo así como…. “Juan Carlos Monedero se parece a Harry Potter, pero con cincuenta años” y hubiera dicho sin lugar a dudas: “Alfonso está en plena forma”.