El Gobierno comparecía en el Congreso de los Diputados pidiendo la cuarta prórroga del Estado de Alarma para vencer a la pandemia. Con más de 25.000 muertos, apareció una alarma (inhumana) cuando se vio el uso que se hacía de los difuntos para hacer presión política. Otra surgió (absurda) con Pedro Sánchez buscando pendencia con la Oposición en vez de concordia. Entre el altercado y el uso infame de difuntos, se vieron otras alarmas. Mucho más duras; y más crueles. Son las que condicionan un futuro que depende del Gobierno, de su forma de hacer y de su capacidad para generar confianza.
Los medios de comunicación, controlados o no, dan noticias a diario de qué se hace contra el virus. En función de ellas, cada uno forma opinión sobre una realidad que nos importa a todos y que produce sobresalto cuando lo que llega es confuso, contradictorio, o viene de medios (y personas) poco creíbles o de credibilidad dudosa. Pero hay algo superior: Imágenes. Una imagen vale más que mil palabras, se dice. Sí, las imágenes que llegan al cerebro, a posta o coladas de rondón, no admiten controles. Sobre todo, si llegan por televisión en una transmisión en directo y sin maquillaje.
Las imágenes de la Sesión de Pleno del Congreso se convirtieron en el foco principal de la alarma. Importan, pero menos, lo que digan o hagan la Oposición Parlamentaria o el Gobierno. Porque es incuestionable y de una rotundidad tan peligrosa que no admite réplica lo que se coló en nuestras retinas y cerebros sobre los que gestionan la crisis. Toda la confianza que hay en la sociedad nace, o se quiebra, con imágenes. Por eso, las imágenes que conocimos en televisión se convirtieron en motivo de alarma en la pandemia. El principal. Con alguna pregunta, veamos algunas y las alarmas que producen:
—El presidente del Gobierno, que dice necesitar la prórroga para el Estado de Alarma, en vez de buscar apoyo y justificar la imposibilidad de sustituirla por otras medidas legales conocidas que, sabía, iba a esgrimir la Oposición, dio la imagen contraria: Falta de autocrítica. Ocultación de errores propios conocidos. Chulería. Exigencia de apoyo gratuito. Y bronca ¿Produce alarma que la Presidencia del Gobierno se enfrente a las crisis sanitaria, económica y social así?
—El vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias y el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, a menos distancia entre ellos de la marcada y con Rufián sin mascarilla, conversaban con desprecio absoluto a la prudencia, al ejemplo que deben dar y a las normas. El motivo de alarma es inherente a la pregunta: ¿Tienen imagen y credibilidad bastantes para dictar normas, organizar algo y esperar que la sociedad les respete y sienta seguridad con ellos?
—La vicepresidenta primera del Gobierno, por su puesto encargada de hacerse cargo del Ejecutivo en caso de vacante, ausencia o enfermedad de Pedro Sánchez, aparecía en su escaño del banco azul arrebujada en una manta (algo insólito en el Congreso de los Diputados), con mala cara, gesto doliente, y sembrando el Hemiciclo y el ambiente nacional de alarma, recelos y preguntas: ¿Sigue enferma? No, su estado desmejorado es consecuencia de la enfermedad ¿Pero la ha superado o está enferma? Dicen que la superó ¿Por qué Sánchez deja que aparezca así? Para dar sensación de entereza ¿O de lástima? Alarma, el estado de Carmen Calvo es un motivo de alarma.
En la Sesión hubo más cosas. Discursos que trataban de unir ideología con intenciones de futuro y posturas del momento, de Pablo Casado, Santiago Abascal, Gabriel Rufián, Inés Arrimadas… Intervenciones brillantes, de Laura Borrás, García Adanero, Mireia Vehí, Mertxe Aizpurua. Tonos anodinos, de Jaume Asens, Ana María Oramas, Martínez Oblanca, Pedro Quevedo… La exposición sanguijuela habitual de Aitor Esteban. Pláticas sin substancia, de Rego, Íñigo Errejón… Y hasta la camorra de Adriana Lastra, empecinada en buscar el papel de bicha de pelea.
La Sesión pretendía la cuarta prórroga del Estado de Alarma para hacer frente a la crisis sanitaria. Y se consiguió. Con apoyos incondicionales, otros medidos con advertencia de temporales y mutables. Con abstenciones de necesidad o de ocasión. Y con rechazos.
Quedaron soslayadas y pendientes las otras dos crisis nacionales importantes: La Económica, que va a exigir esfuerzos y sacrificios comunes. Y la Social, secuela de la anterior y de la crisis sanitaria. Agravadas las tres (sanitaria, económica y social) por la gestión del Gobierno y las que aparecieron como alarmas en el Estado de Alarma.