¿Qué nos deja y qué se lleva? ¿La vacuna nos curará del virus, nos hará distintos y mejores o terminará por dejarnos el cerebro aún más carente de ideas y más sumisos si cabe?
Nuevamente despedimos otro año para darle la bienvenida a uno nuevo más próspero y mejor, y me pregunto: ¿será de verdad el nuevo por fin un año distinto? Pues, sinceramente, creo que no, pienso por sentido común, que será tan duro y desagradable como todos los que hemos vivido estos últimos años.
La confusión es generalizada, el virus que nos invadió allá por marzo, no solo afecto a nuestra salud, dio lugar a remover y destapar las carencias por las que atraviesa la sociedad mundial en un nuevo mundo globalizado, hasta donde la influencia del capitalismo financiero está dispuesta a llevarnos.
Acepto mi reiteración sobre lo que para mí está siendo el motor de todos los males que afectan a la salud de la sociedad en general, pero, ¿es que no queremos darnos cuenta del deterioro que estamos sufriendo desde hace décadas? Me repito en el problema, ya que con ello creo que hay que denunciar la mala praxis de nuestros gobernantes, de esa “clase” de políticos que se aliaron con el poder económico con el solo fin de ganarse un salario y unas prestaciones que, seguramente por su cuenta no serían capaces ni soñando de hacerlo.
Que quede bien claro que mi forma de entender la vida es de respeto hacia las normas democráticas, pero de una democracia auténtica y no de una democracia bananera, establecida y consolidada por gente que son de todo menos demócratas y liberales, de demócratas que solo miran por su bolsillo, de fariseos liberales que solo pretenden aprovecharse de sus conocimientos y contactos, no para crear riqueza, haciendo grande al país, sino para aprovecharse desahogadamente y sin escrúpulos de las circunstancias para vivir lo mejor posible caiga quien caiga y que con el tiempo quede destruida toda posibilidad de futuro.
Se ha destruido el sentido de lo que es la democracia, el pensamiento liberal; las contradicciones nos están demostrando palmariamente a dónde nos está conduciendo este sistema de sofistas. Estamos retrocediendo a una velocidad ultrasónica sin inmutarnos, sin reaccionar. Nos estamos convirtiendo en verdaderos zombis sin rumbo, sin estímulo alguno ni metas que nos animen a luchar con la ilusión necesaria para generar un futuro mejor. Estamos inmersos en la supervivencia únicamente, la meta es sobrevivir como sea y de la forma que sea.
En el año 1981, un 23 de febrero, se airearon nuevamente los movimientos totalitarios, hubo ruido de sables para doblegar la voluntad popular y reafirmar la importancia y el poder del Jefe del Estado y al sistema democrático diseñado e impuesto durante los años de la dictadura. Hoy, cuarenta años después, ¡¡que puñetera casualidad!!, despedimos el 2020 nuevamente con ruido de sables como consecuencia del deterioro y el descrédito que sufre nuevamente el sistema y la Real Jefatura del Estado. Lo más grave es la falta de madurez general para no entender que supondría para España una situación semejante. Es contradictorio que a los que critican al gobierno bolivariano lo único que se les ocurra sea amenazar con un nuevo golpe de estado que nos llevaría a convertirnos en una dictadura bananera, fuera de Europa y del mundo desarrollado, sumiéndonos en la más absoluta ruina y con todo el mundo occidental en contra. ¿Es lo único que hemos aprendido, a solucionar los problemas a golpes de estado militares? ¿La ingenuidad de la realeza llega tan lejos que ignora que el único guía de los golpistas sigue siendo el Caudillo y no el Rey?
La sociedad juega un papel crucial en todo esto, su dejación de responsabilidad es tremenda y debe de reaccionar contundentemente, le va en ello su futuro, no solo suyo, también el de los mayores y los jóvenes, todos debemos responsabilizarnos con nuestra participación activa y dejarnos de teorías y monsergas de las que parece no hemos aprendido nada, ¡¡basta ya de discursos retóricos!!
Las mentes más lúcidas se han apagado, han quedado mudas cuando más falta hacían, han claudicado ante las presiones y la marginación a la que les han sometido, ya no son los guardianes y los guías de las ideas que revolucionaron el mundo siglos atrás, hay mucho miedo y nadie quiere arriesgar, es preferible y más rentable seguir el juego y sobrevivir lo mejor posible.
Se utilizan con gran descaro los históricos y valiosos pronunciamientos de los ideólogos (de las ciencias y las letras) sobre sus ideas y estudios, esas que nos marcaban el camino a seguir para la consecución de un mundo mejor y más justo, se extraen frases y párrafos solo para presumir y engañar, se utilizan ideas e ideales en los que no se cree solo con la intención de engañar sin pudor alguno, tratando de tapar sus deficientes conocimientos y convicciones, esos conocimientos e ideas necesarios para ocupar los puestos que ocupan y las convicciones necesarias que les den la capacidad necesaria para afrontar y llevar a buen puerto el desarrollo, la estabilidad y darle el valor económico-industrial necesario al país dentro del entorno en el que se mueve a nivel mundial.
Estamos en una situación parlamentaria que poco o nada va a cambiar en un futuro inmediato, el reparto de votos es el reflejo de una sociedad segmentada por sus “ideales” y los tiempos han cambiado, la pandemia ha venido a rematar la faena que la globalización tenía ya planificado hace muchas décadas, no nos podemos engañar, no hay sistemas encontrados, ni fascistas ni comunistas, solo un poder económico que está llevando a la población mundial a un nuevo sistema de vida y de valores, que está encaminado a ese “nuevo orden mundial” que no es otra cosa que la explotación de la sociedad en general por los grupos económicos-financieros de poder, los que imponen sus intereses por encima del bienestar y los derechos de los ciudadanos, ya solo falta que se den a conocer definitivamente quienes son los que manejan ese nuevo orden mundial, aunque ya presumimos quienes son pues han dado la cara claramente y solo falta que entendamos de una vez por todas de qué va la cuestión en juego.
De nosotros depende, de toda la sociedad, que no haya un freno a estas ambiciosas pretensiones capitalistas excluyentes que nos están reduciendo a simples marionetas con las que hacen y deshacen a su antojo y en su propio beneficio.
Deseo que el año 2021 sea un año que quede marcado como el de la recuperación del protagonismo por la sociedad para la toma de decisiones sobre su futuro, un futuro más justo y equitativo, la recuperación del desarrollo de la industria mediana-pequeña a nivel nacional, la potenciación de los sectores de primera necesidad más localizados, dejando la deslocalización para los grandes grupos industriales, que la sociedad tenga más protagonismo en las decisiones políticas aceptando la diversidad ideológica como un bien enriquecedor y necesario culturalmente para el aprendizaje y la convivencia, recuperación de los valores y el compromiso social que sirvieron de soporte para la recuperación y el desarrollo en el último siglo tanto a nivel nacional como supranacional.
En resumidas, una partición popular activa sobre las políticas que se lleven a cabo para el futuro de los países.