“¿Qué medidas va a tomar el Gobierno para prevenir el acoso sexual en las Fuerzas Armadas?”
La pregunta era noticia importante. Presentada por la diputada del Grupo Parlamentario Unión Progreso y Democracia, Irene Lozano, al Ministro de Defensa, le correspondió el número 11 de las que se formularon en la Sesión de Control al Gobierno número 248 que tuvo lugar en la Sesión de Pleno del Congreso de los Diputados el día 11 de marzo.
Como situación rara en tiempos de paz, una pregunta hecha al ministro de Defensa precedía en interés a las que se le hicieron al Presidente del Gobierno: La dotación presupuestaria para erradicar la pobreza infantil en Cataluña, sobre la que preguntó Bosch. Las Prioridades del Gobierno en Política Fiscal, que interesaban a Macías. Y la actuación del Gobierno ante las inundaciones, que ocupaba la atención de Pedro Sánchez. Todas eran importantes. Pero mucho menos que la posibilidad de acoso sexual en el Ejército.
Antes del comienzo de la sesión se hablaba del intento del PSOE por cambiar la pregunta que finalmente haría su Secretario General. Éste, después de inscribir una pregunta sobre inundaciones, parece que fuera de plazo y con la oposición del Secretario de Estado con las Cortes, Luis Ayllón, había intentado cambiarla por otra sobre la valoración que el Presidente del Gobierno pudiera hacer sobre la apertura del juicio oral y los imputados de la trama Gürtel.
Las inundaciones y la trama supuestamente corrupta eran importantes, pero ambas y el intento de mezclarlas de Pedro Sánchez quedaron relegadas a un segundo término por algo de entidad distinta.
En la mente de todos estaban las imágenes y declaraciones hechas en televisión por una comandante del Ejército sobre la que iba la pregunta. Esa misma mujer, alta y de pelo rubio, vestida de paisano, con pantalón y jersey azules y botas, se encontraba en la Tribuna de Invitados con las manos protegidas por las de otro militar: su marido.
Abajo, en el banco azul que alberga al Gobierno, estaba el ministro de Defensa, al que iba dirigida la pregunta y sobre el que cayeron demoledoras las palabras de la diputada:
“Como usted sabe muy bien, porque me consta que ha estado informado del caso en todo momento, la entonces capitán Zaida Cantera fue acosada sexualmente, agredida por un teniente coronel; después de que él entrara en la cárcel fue perseguida por coroneles y por generales que hasta intentaron fabricar un caso contra ella para meterla seis años en la cárcel. Por este motivo le pidió ayuda a usted; le escribió una carta para pedirle personalmente ayuda, y usted personalmente se la negó…Por eso, me parece que es motivo suficiente para pedir hoy su dimisión, a menos que tenga alguna explicación de por qué usted ascendió al general que fabricó el caso contra ella, por qué protegió a todos los mandos que miraron para otro lado mientras ella estaba siendo acosada y por qué, en cambio, la desprotegió a ella y no le brindó ayuda en ningún momento”
El ministro, tras un “saludo con todo el respeto a la comandante Cantera”, afirmó que “el Ministerio de Defensa mantiene una política de tolerancia cero frente a las situaciones de acoso sexual y por razón de sexo” (con Rumores, según se transcribe en el acta de la sesión), que “Tenemos como principio fundamental la igualdad entre hombres y mujeres”…, “hemos actuado en tres planes distintos… incluyendo los tipos de acoso sexual y los atentados contra la libertad sexual en el proyecto de código penal militar ahora en tramitación parlamentaria.”
En réplica, la diputada Lozano siguió insistente: “Me acaba de confirmar, señor ministro, que en efecto no hizo nada, por lo tanto pido que cese inmediatamente de su cargo. Me acaba de confirmar que lo único que es capaz de hacer es añadir mentira a la ignominia que sufrió la comandante Zaida Cantera de Castro, añadir mentiras que son aún más bochornosas e indignantes. Dimita, señor ministro, es lo único que puede hacer porque hay muchas Zaidas en el Ejército de Tierra… Usted es responsable de que ocurriera y ahora es responsable de que no vuelva a ocurrir…”
También en réplica, cuando todos los que estábamos allí (con estrellas de oficiales o no, que es lo de menos) esperábamos el buen hacer gallardo del ministro, éste optó por una intervención rarísima: “Señoría, en lugar de tanta impostura y tanto circo mediático al que usted nos acostumbra…”. Tras unos Rumores en el hemiciclo, que recogerían las taquígrafas, afirmó después que “El Ministerio de Defensa y las Fuerzas Armadas son tenaces en la lucha por la igualdad y por la dignidad de la mujer”…, “ejemplo en la OTAN y en otras organizaciones internacionales”, y que “La incidencia de estos delitos, que este ministro y las Fuerzas Armadas lamentan profundamente, es un 400% menor que en la sociedad en general y son perseguidos, juzgados y condenados, porque hay tolerancia cero. Por eso, señoría, le pido que deje de manchar el buen nombre de nuestras Fuerzas Armadas en su búsqueda de autopromoción en la venta de un libro. Usted ha citado una enfermedad que yo tenía en un abyecto artículo que ha publicado. Mi enfermedad se ha pasado, señoría, la suya no; la suya es la bajeza moral y es consustancial con su persona”
Continúa el Borrador del Acta del Diario de Sesiones reseñando: “Aplausos.- Prolongados rumores y protestas.- El señor ministro de Defensa pronuncia palabras que no se perciben, haciendo un gesto de silencio”. Unas palabras del Presidente del Congreso tras la petición de palabra de la diputada Lozano: “Señora Lozano, este es un tiempo tasado y no hay réplica ni contrarréplica”. “Continúan los rumores y protestas. Varios señores diputados pronuncian palabras que no se perciben…”
No constan en el Borrador, pero la diputada Lozano siguió con una afirmación que es preocupante, además de demoledora, sobre un ministro que, según ella, “empatiza con los acosadores y perseguidores”.
Hasta ahí la reseña de la pregunta hecha en la Sesión de Control al Gobierno con la petición de la dimisión del ministro de Defensa.
Pueden añadirse, además, los comentarios de pasillo, la decisión tomada (y aun silenciada) por algún grupo de la Cámara para instar la dimisión del ministro Morenés, y las opiniones generales de todos, unas calladas y otras más ruidosas.
Pero lo anterior, con ser grave, es cuestión menor. Es más importante erradicar el acoso sexual y laboral a la mujer en el Ejército Español. Y apartar de las Salas de Banderas a quienes no tomen tal erradicación como deber humano y militar.
Importa menos que el ministro Morenés conteste de una forma u otra, que se pida su dimisión por uno o por varios, que el Presidente del Gobierno determine su cese, o que la sociedad, además del Parlamento, le exija responsabilidades.
El ministro perdió una gran oportunidad para declarar su vergüenza por todo lo ocurrido y pedir disculpas públicas a la comandante Zaera. Ella era el ejemplo de valentía y dignidad del militar frente a la cobardía de los mandos. Supongo que las disculpas posteriores surgieron de un «tirón de orejas» del presidente a su ministro, sobre todo, por el gesto de silencio hacia una parlamentaria.