Quiero atraer la atención sobre tres acontecimientos que han sido actualidad. El Primero es la fealdad que ha tenido el conato violento del movimiento de los indignados o del 15-M junto a la impactante y ordenada manifestación del domingo en Madrid. El segundo, la interesante entrada de UPyD, el partido liderado por Rosa Díez, en la vida municipal. El tercero, la valiente heterodoxia de Esperanza Aguirre en la Asamblea de Madrid, para perforar el blindaje que se han dado a sí mismos los aparatos de los dos grandes partidos, al proponer en su discurso de investidura la elección de los representantes por su circunscripción electoral y listas abiertas.
Del fenómeno sociológico que suponen los indignados hemos escrito en este Observatorio Liberal, hasta el punto de publicitar el manifiesto del 15-M que es una amalgama de reivindicaciones utópicas en algunos puntos, nihilistas en otros y radicalmente extremas en no pocos. Es fácil predecir que los jóvenes legítimamente cabreados por su falta de horizontes en la vida, sobre todo en lo profesional y por ende material, terminarán debilitándose como fuerza capaz de alterar el statu quo del sistema. Las declaraciones de algún portavoz acampado en Sol deja muestra de ingenuidad ilusionada, pero lo que prevalece del asambleísmo es el debate interminable, el cansancio y, como no, la aclamación de cuanto puede reivindicarse en nuestra sociedad capitalista: una casa propia, sueldos dignos, educación, sanidad, y etcéteras gratuitos, es decir todo aquello por lo que sus abuelos, para lograrlo, tuvieron que emigrar en oleada en los años sesenta porque aquí no había trabajo y, cuando lo hubo durante los años setenta para sus padres, se esforzaron lo mismo acumulando horas extras y pluriempleo sin marco laboral negociado.
Ahora con el 15-M algunos partidos han creído ver la oportunidad de hacer “buena pesca” en tan novedoso y espontáneo caladero. Basta leer el mensual de junio de Mundo Obrero para tener una idea clara de cómo diversos cuadros de mando del PCE se han entusiasmado. Incluso su Secretario General de Juventudes escribe que el 15-M “nos brinda un marco idóneo para encuadrar la intervención político-social de los comunistas de cara a aumentar el grado de conflicto social”….etc. Otra vez el sueño renacido de llegar por el conflicto de masas a la toma del palacio de invierno. En línea con esta percepción entusiasta del comunismo español, tan incapaz de presentar una alternativa potente al socialismo, al encorsetar a IU en su subordinación acomplejada y sistemática al PSOE, como reivindican Llamazares y Cayo Lara en una reedición arcaica del ¡No pasará los del PP! que las bases no han aceptado en Extremadura. También otros sectores de la progresía han manifestado simpatía al 15-M ante el estupor del sociólogo Amando de Miguel que ve en la violencia con que se ha manifestado en Barcelona este fenómeno, una remota y posible reproducción de lo que fueron los movimientos pre-fascistas de la primera mitad del siglo pasado, cuando el malestar social, la inseguridad, el nacionalismo y la intolerancia respecto al otro, llevaron el descontento y el conflicto a la calle, después a votar a “salvadores” que llevó a Hitler y Mussolini al poder y, finalmente, a la Gran Guerra.
Deben terminar de comprender los indignados que la democracia es inmune a movimientos pretendidamente representantes de una masa social que no puede cuantificarse en las urnas. Los “lideres” de las plazas si es que logran afianzarse desde el asambleismo, cuestión por lo demás dudosa, deberían saber que esto es lo que hay de cara al poder real. Y el poder real político se plasma y se mide a través del BOE o del BORME de turno y no como declaraba entusiasmado en El País uno de los portavoces, al que se entrevistaba en la Puerta del Sol “ahora que tenemos el poder no vamos a soltarlo” ¡Ah! que entrañable candidez de este joven voluntarioso.
No es del todo vano, sin embargo, un fuerte aldabonazo de queja. Basta ver a Bono aireando las medidas que propone adoptar para dar transparencia a patrimonios y ganancias de los Diputados. Y no solo eso, la inquietud ya ha prendido en algunas elites políticas. No olvidemos que los conatos de motín puede terminar en auténtico motín y Madrid ofrece ejemplos históricos: recordemos el de Esquilache. Acaso por eso Rubalcaba estuvo “dimitido” como Ministro del Interior varias semanas, para no enviar a los guardias a desalojar la Puerta del Sol por la fuerza. Se le podrá criticar y es fuerte la crítica que ha recibido, pero su olfato es más fuerte y aconsejó guardar el problema en la carpeta de asuntos a resolver por el tiempo.
Respecto a la entrada de UPyD en la vida municipal, especialmente en el Ayuntamiento y Comunidad de mayor potencia mediática como es Madrid, hay que destacar el hecho de que todo cuanto este partido ha logrado es consecuencia de la fuerza de su lideresa. Gracias a la buena imagen y alta valoración de Rosa Díez, candidatos desconocidos y con perfil de escasa relevancia en la mayoría de los casos, han abierto una brecha importante por la parte más centrada del modelo bipartidista. Es una gran noticia para quienes se ven obligados a votar contra el otro, por no tener uno propio que les convenza.
Es verdad que en la escena nacional, estos acontecimientos pueden no ser la más llamativa, teniendo en cuenta la vergüenza de Bildu que es también la vergüenza del Tribunal Constitucional cuyo Presidente, Pascual Sala, ha dicho que se le ponen los pelos de punta cuando se cuestiona al TC, pero no piensa que él nos pone carne de gallina con su pasmosa actuación política, cuestionando al Tribunal Supremo.
La imagen que señalo al principio sobre Esperanza Aguirre y Rosa Díez tiene además una nota singular que personalmente me congratula. Dediqué cuatro años a investigar cómo se construyó el cristianismo y el resultado fue que, aunque la jerarquización de la Iglesia durante dos milenios la acaparó el poder masculino, sin embargo el trabajo eficaz que hizo posible la preservación de la doctrina cristiana fue fundamentalmente femenino (*). Pues bien, usando esta analogía quiere reivindicar el papel que están desempeñando estas dos mujeres, que muestran mayor potencia de liderazgo que la que cabe encontrar dentro de la presente nomenclatura masculina. No deja de ser admirable que en ambos casos, sus propuestas y principios encierren valores liberales. Esperanza Aguirre lo viene haciendo con coherencia desde un liberalismo más conservador y Rosa Díez desde un descubierto social liberalismo que supone haber hecho un recorrido inverso al de Indalecio Prieto que se declaraba socialista a fuer de liberal.
(*) La novela histórica “El Manuscrito de Judá” de Abel Cádiz puede ser descargada en la Red por un valor simbólico destinado a un fondo para autores noveles que tiene en proyecto la Fundación Emprendedores.