En un anterior artículo que titulé ¿Qué nos deja al descubierto el virus COVID-19? hacía una reflexión sobre las consecuencias que estaba generando el virus, “ese bicho”, no solo las consecuencias para la salud física y mental de todos nosotros, también los daños colaterales en las estructuras del estado. El sistema sanitario nos ha dejado al descubierto las carencias a las que lo han llevado la falta de inversión y las interesadas políticas privatizadoras en este sector, hemos podido descubrir que no es como presumíamos la mejor sanidad del mundo.
Lo que prometía ser un gran proyecto transicional a partir del 78, aquel proyecto que fue reivindicado a bombo y platillo como un éxito sin precedentes en la reciente historia de las democracias occidentales, y que fue considerado todo un éxito político, que iba a suponer la consecución de uno de los más avanzados y sólidos estados democráticos, no tardó pasados los primeros años, en presentar las primeras grietas estructurales.
Ya en los primeros años de esta historia, uno de los principales problemas que empezaron a saltar a la luz fueron los casos de corrupción, la fraudulenta financiación de los partidos políticos (y de muchos otros más) irrumpió con tal fuerza que cuarenta años después, no solo sigue sin resolverse, sino que ha sido tal la proliferación de los mismos que ha colapsado a los tribunales que los juzgan. Hemos podido comprobar que “la separación de poderes” y sobre todo el de la independencia del “Poder Judicial” era una quimera, así mismo hemos podido comprobar cómo se han utilizado los servicios de seguridad del Estado para fines partidistas y hasta particulares.
El llamado “Cuarto Poder”, que debía ser la libertad de información y opinión a través de la cual se conocieran los acontecimientos y desmanes con la misión de mantener en guardia al poder político ante la sociedad, vio pronto el comienzo de su liquidación y dominación por parte de los partidos políticos con la estimable colaboración de los grandes grupos económicos-financieros, pronto comenzó a producirse lo que podríamos denominar, el efecto “caleidoscopio”, a partir de ese momento las informaciones adoptaban la forma y color del cristal con el que se miraban, esta nueva situación provoco cruces de informaciones y opiniones, sesgadas e interesadas, las redes se inundaron de fake news, lanzadas en su mayoría por los partidos y grupos de ideologías populistas, generando el desconcierto, la radicalización y la división en la opinión y forma de pensar de los ciudadanos, dejando bien a las claras “las guerras de familias” dentro de los partidos, la cruenta guerra interna por el poder con el objetivo primordial de conseguir un puesto de relevancia donde perpetuarse de por vida, costase lo que costase y cayera quien cayera.
Esa misma lucha, esa forma de entender la política no ha tardado en llegar al propio parlamento donde ya por encima de los graves problemas que acucian a la sociedad, está como prioridad la consecución del poder personal y partidista por encima de otra cualquier cuestión de índole social general, el empoderamiento de los grupos financieros y económicos han pasado a dominar la acción política, los políticos y sus partidos priorizan su supervivencia sirviendo de portavoces del capital y han llevado al propio sistema a su liquidación como órgano regulador y ejecutor de acción política para la protección y defensa de los intereses de la sociedad en general.
La operación pasaba irremediablemente por ir dividiendo temerariamente a la sociedad española, el control sobre el cuarto poder era primordial pues la imposibilidad de obtener una información veraz e independiente impediría a la ciudadanía tener puntos de referencia a la hora de valorar la situación que se vivía en cada momento, ha supuesto para los ciudadanos un hándicap para valorar las mejores opciones a la hora de elegir lo mejor para sus intereses y los del país, ha sido una forma de adoctrinar perversamente a todo un pueblo, se ha creado irresponsablemente una nueva brecha, la resurrección de las dos Españas. Este infame “bichito” ha venido a abrirnos los ojos, a poner las cosas en el sitio que realmente se encuentran, está dando la puntilla a la renqueante situación que desde hace años veníamos padeciendo, dejando ver las importantes carencias del proyecto en sí, las queramos ver o no. La variopinta representación política de nuestro parlamento no deja de ser la consecuencia de la situación a la que han llevado los políticos a nuestra sociedad a través de sus decisiones y actos en la forma de gobernar, y son los mayores responsables de haber convertido el parlamento en la torre de Babel del siglo XXI.
Hemos podido comprobar hasta dónde puede llegar la miseria humana a partir de la aparición de los primeros casos del virus, por lo menos los que se nos dieron a conocer y empezamos a sufrir con los estragos de la primera ola, no tardaron en salir a la palestra los gurús que ya vaticinaban en su día lo que se nos venía encima, se achacó en su momento que se habría inoculado aprovechando las redes de 5G. Se sabía lo que pasaría pero, ¿de quién dependían tomar las decisiones para prevenir tal catástrofe?, ¿de qué medios disponíamos para defendernos del primer envite del “bicho”?
La incompetencia, la descoordinación, la falta de auténticos profesionales al frente de las distintas instituciones y la ambición desleal de muchos ha sido la respuesta a esta trágica situación, han bailado los datos intencionada e interesadamente, para sacar redito político y votos, los intereses personales de los responsables políticos por encima de los intereses de la sociedad en general ha dejado bien a las claras la falta de enjundia del proyecto, este fracaso ha marcado el fin de una etapa caracterizada por el despilfarro y la corrupción, un fracaso que ha minado de gravedad la moral y la voluntad de un pueblo que aspiraba a ser libre y respetado por sus logros después de cuarenta años de estancamiento obligado.
La llegada casual o no, de este “bicho” y la pandemia que ha generado, ha provocado lo que ya venía planificándose desde hace mucho tiempo, aunque muchos lo crean o no, es que hemos llegado al fin de una época, hemos acabado con una forma de ver y entender la vida, la sociedad, la economía, el trabajo, el ocio, la forma de relacionarnos y, como no, hasta con la política.
Es para estar muy preocupado, no nos dejemos engañar, ni los que han provocado esta situación están tranquilos, nos quieren hacer creer que esto es circunstancial, una fatalidad temporal, que ha habido otras pandemias anteriores y fueron superadas, que pronto volveremos a “la normalidad”, pues no amigos, la globalidad en la que estamos instalados ha contribuido y multiplicado exponencialmente la pandemia actual.
Tenemos que aceptar la evidencia de que “la nueva normalidad” es bastante peor, lo dejan muy claro los fríos datos socioeconómicos que nos dan, y si hablamos de salud, que decir, son desalentadores, nos decían que teníamos la mejor sanidad universal y parece que el bicho nos ha puesto en el sitio que realmente nos corresponde; predijeron una segunda ola para el invierno y que al mezclarse con la época de la gripe se podría ver potenciada y agravada si no tomábamos las medidas oportunas, pues bien, esas previsiones ya no sirven pues antes de la llegada de la ola de la gripe ya hemos sobrepasado los datos de la primera ola con esta segunda recaída, los expertos nos pronostican que habrá una tercera ola, que el bicho ha venido a quedarse, que tendremos que aprender a convivir con él.
Se intenta desesperadamente seguir alimentando lo irremediable, ¡¡Ya tenemos Vacuna!! Respiremos tranquilos, para el año que viene nos empezaremos a vacunar. ¿Hay vacuna para todos?, ¿está demostrada su eficacia?, ¿se sabe el tiempo de efecto contra el virus?, ¿qué repercusiones y efectos secundarios puede producir en nuestro organismo? Lo normal hasta ahora con este tipo de vacunas comprendía un periodo de entre cinco a ocho años para garantizar que su desarrollo sea lo suficientemente eficaz, ahora parece que en un tiempo récor todos ya tienen la suya ¿podríamos pensar mal y llegar a la conclusión de que el que soltó este bicho infame ya tenía como es lógico la solución al mismo?
La solución o parte de ella está en nuestras manos, la reacción de todos ante esta situación tiene que ser contundente y determinante, si no nos sentimos representados por ellos, no les votemos, hay que ser valientes y tomar decisiones para exigir que el sistema garantice la viabilidad del proyecto que todos deseamos, la igualdad de oportunidades para toda la sociedad, que la convivencia sea de respeto recuperando la esencia de los valores que nos dieron la fuerza de resistir en tantas y tantas situaciones desfavorables.
Podemos conseguirlo, está en nuestras manos, reunamos nuestros esfuerzos y apliquemos lo que los padres de la democracia nos enseñaron, que el verdadero poder no está en manos de los políticos sino en el pueblo. Eso es lo que votamos en la transición a la Democracia.