En la pecera de plástico de la terraza de mi bar favorito, con calentadores y mantas traídas por ANDREA y SAM debido al frío de la nevada extraordinaria, mi sobrino Evaristo y yo comentamos el esperpéntico asalto al Capitolio alentado por Trump.
—El mundo occidental ha estado en peligro estos días, señala un Evaristo inquieto.
—¡Exageras!
—No creas. Trump ya representó un peligro durante cuatro años, pero más que nunca desde que perdió las elecciones. Cuando llegó a la Casa Blanca, puso en tela de juicio la OTAN y el compromiso de defensa norteamericano con los aliados europeos.
—Ciertamente, y un perdedor amargado puede ser muy peligroso.
—Hay quienes temen que ahora apriete el botón nuclear. Nancy Pelosi, Presidenta de la Cámara de Representantes, ha hablado con el JEMAD americano para cerciorarse de que no lo pueda hacer.
—Un temor real, Evaristo, porque Trump está loco. Lo certificaron, por cierto, telemáticamente, diversos psiquiatras al inicio de su mandato. Sin embargo, pienso que le pararían. Hay protocolos para confirmar una orden de este calibre.
—Ha puesto, asimismo, a los EEUU y a sus aliados en peligro con el caos del asalto al Capitolio que podrían haber aprovechado terroristas, países fuera de la ley o Rusia y China.
—¿Crees verdaderamente que Rusia y China se podrían haber aprovechado?
—Un Putin que envenena a sus opositores, invadió Crimea, provoca a los occidentales en el Báltico, es amenazante para los tres países bálticos y avanza peones en el Mediterráneo no es más de fiar que Trump.
—Debes de tener razón. Incluso, prosigo, menos de fiar porque alrededor del americano hay gente para frenarle. Quiso atacar Irán tras las elecciones de noviembre y sus colaboradores se lo impidieron. Si a Putin se le cruzasen los cables, dudo que nadie le parase.
—China está, asimismo, en pleno rearme, recuerda Evaristo, algo que durará años, pero un Xi Jinping echado para adelante y mejor armado podría haber invadido Taiwán en un vacío de poder como el vivido en Washington.
—Biden, afirmo, restaurará la seriedad en estas cuestiones, sin perjuicio de que Washington seguirá exigiendo de sus aliados europeos un mayor esfuerzo en defensa.
“Algunos cumplen. Otros no”, afirma rotundamente SAM mientras nos pone una segunda ronda de aperitivos. “España está cobrando un retraso preocupante en la adecuada modernización de sus Fuerzas Armadas cuando Marruecos realiza un rearme importante, aunque normal para quien tiene un vecino como Argelia”.
—Europa quiere una autonomía estratégica respecto de los EEUU, lo que está bien, señala Evaristo, pero será una empresa lenta. Difícil, no solo que la Unión Europea se ponga a la altura militar de los EEUU, sino incluso de Rusia, teóricamente su potencial adversario estratégico.
—Una cosa es más autonomía y otra, plena autonomía. Además, sin un arma nuclear propiamente europea, recuerdo, la UE solo podrá depender del armamento nuclear francés, de lo que apenas se habla. Y de los EEUU, vía la Alianza Atlántica. Europa deberá, también, desarrollar competencias militares en materia ciberespacial, en el espacio exterior y en inteligencia artificial además de dar unidad a sus fuerzas de tierra, mar y aire.
“Por otro lado”, interviene ANDREA, dejando la cuenta, “la llegada de Biden podría significar un relanzamiento del desarme entre EEUU y Rusia, heredera del arsenal nuclear soviético”.
—Trump quiso involucrar a China, señalo, pero ésta estará de perfil mientras EEUU y Rusia no bajen de sus respectivas 1.500 cabezas nucleares permitidas a niveles cercanos a los actuales 300 de China, una cifra apenas más importante que el arsenal francés o británico.
—Pienso, concluye Evaristo que hoy paga, que hay que ver con optimismo la llegada de Biden. El vínculo transatlántico saldrá reforzado. Por eso, es imprescindible que sepan en EEUU proteger mejor sus Instituciones y a su próximo Presidente, especialmente el 20 de enero cuando tome posesión, al aire libre frente al Capitolio, en presencia de todas las Autoridades del país y en ausencia irrespetuosa de Trump.
«Un perdedor amargado puede ser muy peligroso» Perfecta calificación de lo ocurrido con el Partido Demócrata americano y unos cuantos nombres de la «beatiful people» a quienes Trump conocía bien.
«Hemos perdido la batalla del relato» dijo Hillary Clinton entonces y desde luego que se han prodigado en los relatos ( o «cuentos» diría nuestro León Felipe) sobre Trump. Incluso el diagnóstico psiquiátrico a distancia.
Un saludo.