¿Pertenece España al mundo occidental? Muchos pensarán que sí. Sin embargo, quizás, no esté eso tan claro. Ni que, desde fuera, lo piensen. Lo constatamos cuando vemos que la mitad del Gobierno Frankenstein critica sistemáticamente la política exterior española.
Se defiende el oficialismo diciendo que esa política exterior la marca el Presidente del Gobierno, pero no es exactamente así. La política del Gobierno, la que sea, es de todo el Gobierno. Puede que el PSOE imponga una visión más occidental en la política exterior y que Sumar/Podemos se arrugue y no le compense romper del todo la baraja para no perder su influencia, coches oficiales, sueldos y otros beneficios.
Sin embargo, son numerosas e importantes las cuestiones de política exterior en las que el Gobierno de Sánchez está pública y profundamente dividido. Constatamos, así, que los Pirineos son una barrera que nos sigue separando de Europa al igual que el Canal de La Mancha aísla al Reino Unido.
Por ejemplo, la cuestión de la invasión rusa de Ucrania. La mitad más progre del Gobierno es más bien favorable a las tesis rusas, dándole la razón a Putin y culpando a la OTAN. Otro ejemplo es la cuestión palestina, reavivada con los atentados terroristas de Hamás. La mitad más radical y marxista del Gobierno piensa, dice y actúa claramente de forma distinta a la occidental, condenando, si acaso, con la boca chica los atentados de Hamás y con la grande a Israel por todo. La Ministra de Derechos Sociales del Gobierno, Belarra, ha pedido que España denuncie en el Tribunal Penal Internacional a Israel por crímenes de guerra abriendo una brecha gubernamental importante.
Por otra parte, ni como Presidencia de la UE ni como Presidente del Gobierno español, parece que Sánchez haya tenido gesto alguno especial con Israel, por cierto, próximo a Marruecos. Tras 22 días habló por teléfono con su Primer Ministro, Netanyahu, para apoyar a su país, abogar por los dos Estados, el palestino y el israelí, y pedirle esencialmente un alto el fuego humanitario después de haberse entrevistado en Egipto con Abbás, Presidente de la Autoridad Palestina, que, eso sí, no es Hamás que desde Gaza no le rinde cuentas y desea establecer un Estado islámico excluyente para echar a todos los judíos al mar.
Ahora Sánchez se ha activado más, pero el potente “lobby” judío mundial lo apunta todo. Gaza es en realidad una entidad independiente en Palestina controlada por Hamás, con apoyo local, contra la que Israel está en una guerra total reiniciada ahora por Hamás, aunque Israel puede perder la batalla del relato si en la percepción internacional pasa de ser David para parecer Goliat.
En la cuestión del Sáhara Occidental, esa mitad del Gobierno más de izquierdas que nadie, es contraria a la postura de aceptar, que no imponer, una autonomía del Sáhara Occidental en el seno de Marruecos, la posición occidental y, ahora, también, la de Sánchez y del Gobierno.
Sigue esa verdadera izquierda aferrada al Polisario que, en su día, actuó contra España y mató a españoles. La posición del PP en esta materia se parece a la de la extrema izquierda sólo por criticar a Sánchez, aunque tiene razón en que éste ha modificado la anterior política con nocturnidad, opacidad y sin transparencia democrática ni lingüística, del mismo modo que negocia con Puigdemont su amnistía por siete monedas de plata. Dicen que el catalán quiere además una conversación telefónica con Sánchez, “de Presidente a Presidente”. No le bastó el abrazo de Yolanda. Nada es imposible en este mundo en el que Gila ya hablaba por teléfono con cualquiera y tenía Chaves en Venezuela un programa que se llamaba “Aló Presidente” …
La mitad del gobierno español está a disgusto en la Alianza Atlántica porque EEUU forma parte de la misma. Está también incómoda en la Unión Europea porque la considera una emanación capitalista. Esa mitad gubernamental preferiría seguramente una economía en la que los medios de producción del país, así como, entre otras cosas, la sanidad y la educación, sólo fuesen estatales.
En materia de Defensa deben considerar que Europa es capaz de defenderse sola frente a Rusia y otras amenazas, que no necesita de la Alianza Atlántica de la que se retirarían. Falso y, como botón de muestra, además de lo de Ucrania, véase como Europa está siendo expulsada de África central.
En América Latina, se mantienen estas diferencias, con la parte gubernamental “más de izquierdas” apoyando lo que ocurre en Venezuela, Cuba o Nicaragua, países de órbita antioccidental, aunque es cierto que España se deja llevar ya desde tiempos de Franco por un “nacionalismo iberoamericano” en el que el relato romántico-comunista favorable a Fidel Castro y al Che se impone, del mismo modo que los árabes cierran filas entre ellos incluso cuando no tienen razón.
Como colonizamos América, el 12 de octubre, fiesta nacional, sería para esa izquierda muy de izquierdas una fecha colonial y, quizás, también racista, anti-musulmana, si se celebra además del descubrimiento de Colón la toma de Granada, un factor de unidad nacional, aunque en realidad esa unidad se hizo luego, ya fallecida Isabel, por Fernando incorporando el reino de Navarra al conjunto nacional.
Las elecciones del 23-J dibujan un mapa de esa España en la que son numerosos los que desean que España no sea occidental y se integre, quizás, en el Sur Global con China, Rusia, Brasil, Sudáfrica, que, de hecho y de otra manera, retoma el testigo de los antiguos “No Alineados”.
Agrupando los votos claramente anti-occidentales del 23-J llegamos a un 16,18% (Sumar, que incluye al PCE, Podemos, ERC, Bildu, BNG, Más Madrid, Compromís, En Comú, etc.). Añádase el voto de Vox, bastante anti-europeo y hasta anti-atlantista porque la extrema derecha es anti-americana (¿Será por haber derrotado EEUU a Hitler y Mussolini?) y ese anti-occidentalismo repunta al 28,37%. No olvidemos añadir la parte del voto socialista anti-occidental, pongamos un 12%, y llegaríamos al 40,37 % o al 50% si aumentamos la cuota de estos electores socialistas.
Podríamos añadir los “progres circunstánciales” de Sánchez, Junts y PNV, pero no lo haremos porque, en realidad, son de derechas como el PP o, incluso, como Vox en ciertos pronunciamientos excluyentes, sin que ello preocupe a Sánchez. Por lo tanto, de un 40% a 50% anti-occidental! “Impressive” se diría en el latín de hoy en día, el inglés, idioma que no hablan nuestros líderes políticos salvo Sánchez. Eso que perderemos si algún día se vuelve a su casa.
Aunque sea un cálculo aproximado, ello no sólo muestra lo que piensan los españoles, revela más bien una falta de liderazgo, nacional e internacional, de Sánchez y de sus ministros de Exteriores y Defensa, estos dos últimos porque no tienen entidad política propia, si bien Albares y Robles intentan meritoriamente que el Gobierno parezca occidental.
Sin embargo, a la hora de la verdad, no logramos figurar en el verdadero directorio occidental junto a Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y EEUU (y Polonia). Los Pirineos siguen existiendo no sólo geográficamente. Feijóo debe reflexionar también al respecto pues su liderazgo internacional es muy escaso.