Un océano por medio

Antonio Imízcoz
Por
— P U B L I C I D A D —

Cuando se publique este artículo en Factores de Poder, los norteamericanos ya habrán acudido a las urnas para esa especie de segundo tiempo que llaman el “midterm”, unas elecciones para renovar sus órganos legislativos, la Cámara de Representantes y el Senado.

Aquí, en Europa, el sistema electoral americano, salvo a los muy estudiosos, nos suena a griego; que no lo entendemos cabalmente, vaya. Pero es que tampoco entendemos, ni mucho, ni bien, que piensan en general los americanos, porque es como si viéramos la realidad estadounidense a través de la cerradura de una puerta, con lo que de limitación de la vista tiene para adquirir una visión —menos aún un conocimiento— de lo que pasa al otro lado del océano.

Y aún lo que podemos columbrar está inevitablemente mediatizado por quienes nos sirven la información, ya sean los medios de comunicación, los analistas y tertulianos de toda laya, o algunos expertos a los que unos y otros recurren y cuya experiencia nos sirve de bien poco.

Hoy, anoche, lo que nos cuentan a los europeos, a los españoles en este caso, es la honda preocupación por una victoria republicana y la posible decisión de Donald Trump de presentarse de nuevo a las elecciones presidenciales.

Aquí nos hablan de la grave polarización de la sociedad norteamericana, del riesgo que ello supone para la democracia y hasta de un posible conflicto civil. Que uno, por menos que haya profundizado, tiende a pensar que la posibilidad del enfrentamiento violento entre norteamericanos tiene menos posibilidades de producirse que mi nombramiento como Emperador del Japón.

Pero es que, en España, la propia percepción de los Estados Unidos está igualmente polarizada, entre quienes no ven sino enemigos y quienes, directamente, pasan del tema en tanto no nos afecte demasiado a nuestra vida y nuestros bolsillos.

Aquí, a este lado de ese charco inmenso, nadie concibe que Joe Biden sea un peligroso izquierdista que vaya a amenazar el sistema liberal que disfrutan, en lo económico y lo social, los Estados Unidos. Biden nos parece un amable anciano, con ciertos problemas ya de concentración, que en España pasaría por un venerable político de centro derecha, como mucho. Normal, si tenemos en cuenta que España está gobernada por una coalición social-comunista que se apoya, además, en separatistas de distinto pelaje y procedencia, e incluso en los herederos de los asesinos de una banda terrorista. Eso sí que es para dar miedo, y no el simpático y vetusto inoperante.

De este lado de la mar océana preocupa Trump, que no tiene parangón, como personaje y como personalidad, con prácticamente nadie parecido en la Vieja Europa, si no fuera con el ex primer ministro británico, Boris Johnson, y ello más por razones capilares que otra cosa.

A los europeos, de la democracia norteamericana, nos preocupa más la millonada de dólares que se mueve alrededor de cada candidato, de cada partido, de cada campaña; porque nos hace preguntarnos qué tipo de hipotecas generarán los apoyos de las grandes corporaciones, los lobbies o los amigos millonarios de nada incondicional aportación. Porque, mira, si se reduce a que a este o a aquel lo nombren embajador en un sitio soleado, vaya y pase; pero a lo mejor hay otros “pagos”.

Hay un océano ahí en medio y, en contra de lo que gusta decir aquí a la progresía militante respecto a los países iberoamericanos, no nos une, no. Nos separa hasta extremos de incomprensión, por más que seamos conscientes de que lo que ocurre en la otra orilla nos afecta como personas, como sociedad, como economía y como democracia.

1 Comentario

  1. Un estupendo artículo que choca con esa concepción abstracta de «occidente» en que nos movemos.
    Los países no tienen ideología, tienen solamante intereses, según un veterano diplomático políticamente incorrecto.
    EE.UU. ha sido e intenta seguir siendo el faro de luz que ilumine un mundo global donde manden ellos.
    De eso no parece enterarse Europa convertida en colonia americana desde los comienzos del siglo XX.
    Ahora se alza la voz de un ministro francés advirtiendo de ello. Otras voces (siempre en «off» dicen lo mismo, pero son cobardes para expresarlas públicamente.
    A ver si por fin nos enfrentamos a la realidad desnuda, sin falsos aspavientos pero con rotundidad. A ver si un día la aurora nos ilumina para entender de qué va ésto de la geopolítica: intereses particulares en muchos casos.
    Un saludo.

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