Sin contemplaciones ni paños calientes, el nuevo presidente de la República Argentina, Javier Milei, administró una dosis de caballo de realismo descarnado al pueblo, congregado junto a la escalinata del Congreso Nacional. No se recuerda un discurso de toma de posesión o investidura presidencial de tan brutal contundencia:
“No hay plata”, repitió con insistencia para justificar un “ajuste de shock” fiscal monumental del 5% en las maltrechas cuentas públicas que hereda del kirchnerismo, la última versión de un peronismo que lo había invadido todo y que parecía no tener fin.
Hay quién mira con lupa el pragmatismo con que Milei ha iniciado sus primeros pasos en la Casa Rosada, como si quisiera empezar a elaborar la larga lista de promesas que el nuevo mandatario habrá de incumplir una vez se haya dado de bruces con la realidad. Esta, de momento, no ha hecho sino confirmarse: las arcas del Estado están vacías; la inflación llegará a fin de año al 150%, la deuda exterior es sencillamente impagable, y la pobreza atrapa ya entre sus garras al 44% de la población.
Contrarrestar todo ello, según dijo Milei en un discurso leído en el que sopesaba cada palabra, no tiene otra alternativa más que un ajuste, “que será el último mal trago para comenzar la reconstrucción de Argentina”. Era el único contrapunto de esperanza a los duros tiempos que se avecinan, y que Milei quiso subrayar al afirmar que “hoy comienza una nueva era en Argentina tras dar por concluida una larga y triste historia de declive”.
El presidente, que estuvo jaleado por gritos tan poco habituales como “Libertad, libertad” y “Motosierra, motosierra”, en alusión al lema de su campaña electoral de poda brutal del gasto público, quiso calmar a las clases populares acostumbradas al subsidio, explicando que las consecuencias del tremendo e inminente ajuste fiscal recaerá casi totalmente sobre el Estado, que habrá de recortar las innumerables canonjías, asesorías y mamandurrias que lastraban los capítulos económicos más importantes, todo ello financiado, claro está, con una catarata de impuestos rayanos en lo confiscatorio.
Autodeclarado como “anarcocapitalista libertario”, Milei ha enviado a la “silla eléctrica” (así se denomina ahora popularmente a ese puesto) del Ministerio de Economía a Luis Caputo, que ya ocupara la cartera de Finanzas con Mauricio Macri, que ahora se vuelca en que el mandato de Milei cierre la larga decadencia propiciada por el peronismo. Empieza, pues, una experiencia política inédita, toda vez que su inspirador teórico, el norteamericano Murray Rothbard, no ha visto nunca aplicarse en la práctica su tesis anarcocapitalista.
Solo cuatro colegas latinoamericanos asistieron a la toma de posesión de Milei: Luis Lacalle Pou (Uruguay), Santiago Peña (Paraguay), Gabriel Boric (Chile) y Daniel Novoa (Ecuador), lo que evidencia la fractura operada en el continente entre la izquierda, agrupada en el denominado Grupo de Puebla, y la derecha liberal. España, al menos, estuvo presente gracias al rey Felipe VI, figura que afortunadamente trasciende, también en América, las brechas partidistas.
Del éxito o fracaso del mandato recién iniciado de Javier Milei dependerá en gran parte el rumbo que tome América Latina y sus instituciones supranacionales, ahora también divididas. Desde condicionar las actuaciones del totalitarismo cubano, nicaragüense y venezolano, a contrarrestar la expansión bolivariana; de inclinarse hacia una mayor cooperación económica y comercial con Estados Unidos y Europa o bien seguir permitiendo la cada vez más profunda penetración de China; incorporarse ó no al Grupo de los BRICS, y en fin, de profundizar en la siempre deseada e invocada integración de América Latina y el Caribe o dejar que ese proyecto languidezca.
Secundado por su vicepresidente, Victoria Villarruel, Javier Milei ya tomó juramento a sus nueve ministros, justo la mitad de los que pastoreaban sus antecesores, Fernández y Fernández. Además del titular de Economía, en tan escueto gabinete serán fundamentales sus antiguos adversarios electorales Patricia Bullrich, que se pone al frente del Ministerio de Seguridad, Luis Petri, que se encargará de Defensa, y Diana Mondino en Asuntos Exteriores.
De momento, el pueblo argentino empieza a digerir el trago amargo del inevitable ajuste. Ójala pueda ver a no tardar mucho, como le ha prometido el propio Milei, luz al final del túnel.
FOTO: Toma de posesión de Javier Milei como nuevo presidente de Argentina.