Putin en el laberinto

Putin en el laberinto
Abel Cádiz
Por
— P U B L I C I D A D —

Putin nació en una familia pobre, como todas las que no formaban parte de la nomenclatura del poder en la URSS. Putin vino al mundo con Stalin vivo y se educó en un sistema de poder que controlaba media Europa y tenía influencia sobre China y el resto de los países comunistas. Alumno aprovechado y bien adoctrinado, ingresó en la KGB donde alcanzó el grado de teniente coronel. Cuando se desmoronó el sistema en la etapa de Gorbachov, el instinto le llevó a ponerse bajo la sombra de Yeltsin para asaltar el poder que acapara ya desde hace dos décadas. Mirando el mapa que aprendió en la escuela, Rusia dista de ser la que llegó hasta el Elba y el Danubio dejando a Ucrania dentro de su frontera y a Polonia, Checoslovaquia, Rumanía, Hungría, Bulgaria y Alemania Oriental bajo el poder soviético. Finlandia, que había pertenecido al gran imperio zarista, se libró de ser engullida tras una guerra heroica en la que perdió el diez por ciento de su territorio, pero logró mantener su independencia.

Putin alcanzó el poder en diciembre de 1999 y desde entonces ha controlado Rusia y mirado a la Unión Europea con una mezcla de sentimientos contrapuestos: envidia, recelo y desprecio. Lo primero porque con un territorio que cuadruplica al de la UE su PIB es inferior al de Francia. Lo segundo porque pese a su arsenal atómico heredado, su inversión armamentística no puede acercarse ni al 25% de la que la hacen los países de la OTAN en conjunto. Su desprecio nace de sentirse líder inigualable ante la mediocridad con que juzga a sus homólogos de Europa. De tal mezcla nace otro sentimiento más peligroso: Putin considera que la disolución de la URSS tras la caída del Muro de Berlín es una gran tragedia que debe reparar. Por eso en 2008 atacó a Georgia, en 2014 se anexionó Crimea y en febrero de este año ha lanzado la operación militar que ha devenido en cruenta guerra y, sin él esperarlo, en un laberinto de difícil salida. Para él y para todos.

Los expertos militares y de la globalización explican cada día la evolución de los acontecimientos, pero la síntesis cruda es que Ucrania sufre un inmenso sacrificio aportando vidas y la OTAN, con Estados Unidos sosteniendo el envite, está dispuesta a proporcionar las armas necesarias para que no sea vencida. La experiencia histórica abunda en ejemplos de lucha eficaz del débil cuando defiende su territorio frente a un invasor poderoso. Afganistán sufrió frente al ejército ruso, que hubo de retirarse al no poder soportar tantas bajas cuando Estados Unidos armó a los talibanes. Lo mismo pasó en Corea, cuando China envió soldados sin parar e hizo desistir a Estados Unidos, que también tuvo que abandonar Vietnam en una guerra similar.

Putin, un tirano impredecible

Lo que es distinto ahora, y por eso el miedo y la zozobra que nos produce, es que Putin es impredecible como tirano, que es en lo que se ha convertido al detentar un poder absoluto sobre Rusia durante un periodo que, de tan prolongado, ha trasformado su mente: él no admite la derrota porque sería una pérdida definitiva de su poder. Además, tiene el botón nuclear, carece de oposición y sus recursos en gas y petróleo son armas complementarias frente a Europa. Sin embargo, sus aliados no son tales salvo en declaraciones y fotografías con abrazo incluido. A cambio sacan provecho. China deja de comprar petróleo a los árabes porque puede comprar el que quiera a Rusia más barato. Seguramente los más viejos del aparato recuerdan que, desde Mao a Deng Xiaoping, debían mirar de reojo al mando superior del comunismo mundial que vivía en el Kremlin. Ahora piensan que son la segunda potencia económica mundial y confían ser pronto la primera. Por tanto, no quieren que Putin termine jodiéndolo todo. El problema, como ha quedado dicho, es que tiene botón nuclear y amenaza con usarlo, aunque no debería ignorar que eso sería un final de thriller sangriento en el que los personajes mueren matando.

Así, lo que también se destruye con la guerra a Ucrania son nuestras certidumbres, es decir, la base esencial de nuestra cotidianeidad. Sabíamos lo que esperábamos de mañana, podíamos hacer planes para las navidades, para el verano; el itinerario de nuestra vida no estaba amenazado salvo por infortunio inesperado. Y de pronto Putin manda meter un misil nuclear, llamado apocalíptico, en el submarino que puede recorrer sumergido todos los mares durante meses. El Leviatán que parecía superado, tras la barbarie de la primera mitad del siglo XX, ha reaparecido merced al poder de un hombre solo que crea un laberinto en el que las salidas son intrincadas y complejas. Putin, impredecible y peligroso por su poder, nos amenaza con un apocalipsis. Él no admite perder y las democracias amenazadas no deben permitir que gane. ¿Quién encontrará la salida del laberinto?

2 Comentarios

  1. Totalmente deacuerdo sr O’farril.
    Como este comentario, siempre la verdad esta escrita debajo y en letra pequeña. Cubierta por la oficiosa mentira y oculta por el tamaño de la grandes letras de la hipocresía.

  2. Querido Abel, las certidumbres se fueron al garete hace ya muchos años. Galbraith escribió sobre ello su obra «La era de la incertidumbre» para la BBC en 1973.
    La única certidumbre que tenemos es la existencia de poderes salvajes (según Luigi Ferrajoli), ajenos a cualquier norma ya que las imponen ellos, con ansias imperiales y místicas de salvar el mundo y el planeta. Me refiero a EE.UU. y la camarilla de intereses de la industria armamentística americana, de cuya influencia ya alertó el propio presidente Eisenhower en 1961.
    La guerra entre Ucrania y Rusia empieza cuando los EE.UU a través de su brazo armado la OTAN intentan acorralar a Rusia. El golpe de estado de la plaza del Maidán contra el presidente Yanukovich en 2014 promovido por esas «operciones encubiertas» o de «falsa bandera» fué el inicio, la persecución de los ucranianos pro rusos con miles de muertos (de los que nadie habla), la corrupción y el conflicto entre rusos (ya hemos hablado del origen de Rusia) atizado como en otros lugares del mundo por intereses geopolíticos y geoestratégicos americanos, ha llevado a los «cipayos» europeos de la UE (cuyos sistemas democráticos vamos conociendo) al suicidio económico, político, social y cultural, todo en aras del «fundamentalismo» USA (Galtung), representado sobre todo por los ricos de la costa este (que son los que necesitan mano de obra barata/esclavos a traves de la inmigración), guerras donde vender y experimentar las armas, sumisión absoluta a sus intereses y marionetas en los gobiernos (de izquierdas dicen) capaces de traicionar a sus países en beneficio de EE.UU.
    Un estupendo artículo que precisaría un debate a fondo desde la objetividad y ajeno a la propaganda.
    Un abrazo.

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