Póker nuclear de Putin

Rusia amenaza desde hace dos años con el arma nuclear mientras en Europa, Francia mantiene su rol como "Force Frappe" dispuesta a proteger al resto de Estados de la Unión

Imagen del lanzamiento de un misil intercontinental balístico que podría ir armado con armas nucleares. | La Razón / Agencia AP
Carlos Miranda
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— P U B L I C I D A D —

Con la invasión rusa de Ucrania Putin lleva amenazando desde hace más de dos años con emplear el arma nuclear. La primera vez que se empleó fue en 1945 en Japón que a resultas se rindió a los EE UU. El monopolio americano finalizó cuando la URSS obtuvo la capacidad nuclear en 1949. Otros lo lograrían después, aunque Washington y Moscú tienen los mayores arsenales. Las doctrinas para su empleo aumentaron en complejidad en función, esencialmente, del incremento de los países poseedores de armamento nuclear; la ampliación de las panoplias (diferentes potencias explosivas y posibles empleos); la evolución de los vectores (aviones, misiles, desde submarinos, cañones y morteros, ¿ahora drones?); y la propia evolución de las doctrinas en principio defensivas, aunque las hay que pretenden ganar una guerra nuclear. Estas doctrinas son como una partida de ajedrez en la que antes de iniciarla se calculan los primeros movimientos, sus réplicas y contrarréplicas, los avisos para no escalar el conflicto y evitar un órdago final que conllevaría el fin del planeta. Una partida de póker de alta tensión. El Tratado de No Proliferación (TNP) de 1970 intenta limitar los poseedores de armas nucleares privilegiando a unos que las tenían ya a cambio de una promesa distante de su eliminación y una disposición a transferencias de tecnología para el uso civil y pacífico de la energía nuclear.

España se adhirió al TNP en 1987. Hubo un deseo de lograr la capacidad nuclear cuando Franco, pero sin medios presupuestarios suficientes y una verdadera voluntad política. En democracia prevaleció inicialmente el argumento jurídico de ser un tratado desigual al privilegiar a unos países, pero, sin pretender el desarrollo de un armamento nuclear propio, era lógico adherirse. Hay cinco potencias nucleares reconocidas por el TNP, China, EEUU, Francia, Reino Unido y Rusia, y cuatro más de hecho: India, Pakistán, Corea del Norte e Israel. Hay aspirantes como Irán, lo que espolearía a Arabia saudí.

El Tratado ABM de1972 entre EE UU y Rusia gobernó una vulnerabilidad recíproca al prohibir escudos antimisiles. Fue denunciado (2002) y ahora EEUU favorece disponer de un escudo como la OTAN en Europa (contra misiles provenientes del Oriente Medio) e Israel («Cúpula de Hierro»). Es probable que con los drones se desarrolle una capacidad nueva de vector nuclear que pase las mallas defensivas y ya existen misiles hipersónicos que se creen imparables. Los acuerdos de desarme nuclear también afectan a las doctrinas de disuasión nuclear al limitar los arsenales. Unos nuevos acuerdos semejantes a los extintos de la Guerra Fría pudieran abarcar también los arsenales francés, británico y chino, sin olvidar los no reconocidos formalmente, lo que parece más complicado. Chinos, británicos y franceses se niegan a limitar los suyos mientras el americano y el ruso los superen con creces. Las medidas de confianza permiten tranquilizar ante ciertos despliegues de armamentos, incluso nucleares. Hay una relación con los posibles acuerdos de desarme y las medidas de confianza en materia de armamentos convencionales. Cuanto menos se rompa un equilibrio en estos últimos, menos probable es un empleo nuclear.

Es legítimo argumentar que, si no hubiera renunciado a las armas nucleares que heredó de la URSS, Ucrania no hubiera sido invadida. Su renuncia, como la de Bielorrusia y Kazajistán en1994 (Memorándum de Budapest), permitió evitar más Estados nucleares. Rusia se comprometió a respetar su integridad territorial, pero ya conocemos ahora el valor de la palabra rusa. Son también garantes EE UU, Reino Unido, Francia y China. Esta última se ha desentendido y los otros tres ayudan a Ucrania sin intervenir directamente en el conflicto. Se ha producido una interesante erosión de las líneas rojas nucleares rusas. Ucrania ha golpeado objetivos en la propia Rusia y militares ucranianos han incursionado en su territorio tomando posiciones en la zona de Kursk sin que Rusia haya cumplido sus amenazas de empleo nuclear. Putin ha preferido desplegar soldados norcoreanos para expulsar a los ucranianos. Estos han conseguido, pues, «flexibilizar» gradualmente la respuesta nuclear rusa mostrando que la decisión de un empleo no es fácil ni para una autocracia como la rusa. Mirando a la Unión Europea, una verdadera autonomía estratégica de la UE requiere que se convierta en un Estado Federal, con un presidente o primer ministro que disponga de una disuasión nuclear europea. Parece misión imposible y, en todo caso, convendrá transitar por una etapa en la que Francia tendría un rol con su «Force de Frappe» nuclear en la medida que parece dispuesta a garantizar la integridad de otros territorios europeos de la Unión.

Corresponde a los socios europeos tratar con París esta cuestión que tiene ramificaciones como la participación en las decisiones de empleo sin perjuicio de que Francia tenga el único dedo posible sobre el gatillo, la eventualidad de una financiación comunitaria de la disuasión nuclear francesa a disposición de sus socios, su expansión a más componentes y vectores o a despliegues en otros países que Francia. De las tres condiciones del referéndum para la permanencia de España en la OTAN (1986), dos han caído. Con Aznar, la no participación en la Estructura Militar Integrada y, desde Zapatero, el no incremento de fuerzas americanas en España, quedando la de no instalación, introducción o almacenamiento de armamento nuclear en nuestro territorio que bien pudiera descartarse también, aunque no forzosamente, por razones estratégicas y de solidaridad con una disuasión nuclear europea.


FOTO: Imagen del lanzamiento de un misil intercontinental balístico que podría ir armado con armas nucleares. | La Razón / Agencia AP

Carlos Miranda
Carlos Alonso Miranda y Elío, V conde de Casa Miranda, es un diplomático español Licenciado en Derecho, que fue Embajador de España en el Reino Unido desde julio de 2004 hasta 2008 y Embajador Representante Permanente de España en el Consejo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desde julio de 2008 hasta su cese en febrero del 2012.
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