Ninguna voluntad de cambio en Argelia

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— P U B L I C I D A D —

A tenor de los resultados anunciados por la Autoridad Electoral argelina (ANIE) podría colegirse que el presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, ha cosechado tales éxitos políticos, sociales y económicos durante su primer mandato, que la población se ha volcado con él de manera aplastante.

Ganar con el 94,65% de los votos ahora, cuando en 2019 fue elegido con el 58% de los sufragios, se antoja un triunfo demasiado faraónico como para no ser puesto en tela de juicio. Si, además, desencriptamos las cifras ofrecidas por la ANIE, las cuentas arrojan algunas incógnitas raras. 

Veamos: había 24 millones de votantes inscritos, de los que parecen haber ejercido su derecho un 48%. Eso representa unos 11 millones de votos, de los cuales 5 millones habrían ido para Tebboune. Como quiera que los tres rivales del candidato-presidente apenas representan el 5%, eso significa que habría 5,6 millones de votos en blanco. O sea, ese segmento de los votantes en blanco sería el verdadero ganador de los comicios, a menos que la ANIE los haya contabilizado a favor del aplastante ganador. 

Respecto de la participación, también caben algunas sospechas. Ese supuesto 48% se hace demasiado abultado por cuanto las cifras de votantes en algunas wilayas no han sido siquiera testimoniales: 4,36% en Tizi Ouzou; 3,75% en Bejaia; menos del 1% en la Cabilia; en fin, para llegar a ese supuesto 48% hubiera sido necesaria una afluencia a las urnas en el resto del país cuyas aglomeraciones podrían haberse podido apreciar incluso desde el espacio.

Sin despejar, por lo tanto, las primeras y fundamentales incógnitas, parece quedar claro que cuando el régimen esgrime que Tebboune ha ganado a la soviética con ese casi 95% de los votos, lo que anuncia es que nada va a cambiar en absoluto en el segundo quinquenato del actual presidente argelino. 

En lo político, la represión contra el movimiento Hirak desencadenada por Tebboune apenas ocupó la máxima magistratura, seguirá siendo tan férrea como hasta ahora o en todo caso más brutal aún. El Ejército, cuyo “nihil obstat” es imprescindible para presentar candidatura a presidir el país, así lo quiere. Fue la institución la que decidió acabar con Hirak “costara lo que costara” cuando las manifestaciones llegaron a concentrar más de diez millones de personas protestando por el inmovilismo del régimen. Por supuesto, la inmensa mayoría de los que protestaban eran jóvenes, en un país cuyo 70% de la población cuenta menos de 40 años. 

La consecuencia, como afirma el exembajador de Francia en Argel, Xavier Driencourt, en declaraciones a Le Point Afrique, “los militares [argelinos] han asfixiado cualquier intento de sacar la cabeza a las nuevas generaciones, que, o bien están en prisión, o bajo vigilancia”. 

Driencourt abunda en el aislamiento internacional en el que se encuentra Argelia, que “no tiene relaciones diplomáticas con Marruecos, las tiene prácticamente congeladas en su flanco con el Sahel, se halla enfrentado a la junta que rige Mali, ha retirado a su embajador en París y también registra turbulencias en su relación con Rusia”. Todo ello dibuja, ciertamente, un país aislado, que solo hace oír su voz en el concierto internacional a propósito de Palestina y del Sáhara Occidental.

Si a todo ello se añade que las finanzas públicas del país solo se nutren prácticamente del petróleo y gas, esa inmensa fuerza juvenil de su población cede cada vez más a la tentación de emigrar de una u otra manera, cuestión que incide directamente sobre la frontera sur de Europa, España y Francia principalmente.

Aunque Argel anunció severas medidas de represalia contra Francia cuando el presidente Emmanuel Macron se unió a la posición de España y Estados Unidos, entre otros, reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, aún no se han producido más allá de algunas trabas administrativas, básicamente para retrasar la instalación en el país de los nuevos diplomáticos y bloquear alguna semana de más la mudanza de enseres de los que se van.

El presidente argelino tenía prevista una visita oficial a Francia, visita que jamás ha sido anunciada ni tampoco anulada, por lo tanto. Ahora se habla de que puede producirse antes de que termine septiembre. Caso de que suceda, la carpeta de asuntos a tratar es sumamente espesa: desde la seguridad en el Mediterráneo y obviamente los crecientes flujos migratorios ilegales, hasta las votaciones que se avecinan en el seno de Naciones Unidas, de cuyo Consejo de Seguridad forma parte actualmente Argelia.


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