Muros palestinos

Carlos Miranda
Por
— P U B L I C I D A D —

Israel tiene sus culpas en la insatisfactoria situación en Palestina donde avasalla a aquellos que no han desarrollado un Estado prospero gemelo al israelí como sin duda deseaba la oportuna Resolución de la Asamblea General de la ONU de 1947, pero no es el único malo de la película.

Por otro lado, Sanchez lo quiere solucionar todo de un plumazo reconociendo por parte española un Estado palestino en lugar de la Autoridad palestina que ya funciona o, más bien, malfunciona. Así parecería que, por arte de birlibirloque, se resolvería la cuestión palestina. Un espejismo. Ciertamente, PSOE y PP votaron favorablemente en 2014 este reconocimiento, pero para que ello sea eficaz, y como señalan otros países y hasta Feijóo, líder de la oposición, se deben de dar algunas condiciones. Estos dos partidos acordaron “buscar en cualquier actuación en este sentido una acción coordinada en concierto con la comunidad internacional, y en concreto con la Unión Europea, teniendo plenamente en cuenta las legítimas preocupaciones, interés y aspiraciones del Estado de Israel». Cada palabra parece medida y es fruto de un compromiso.

La primera condición actualmente debiera de ser un alto el fuego prolongado en Gaza, incluso algún armisticio, y el retorno a sus casas del más de un centenar de rehenes que siguen ilegalmente en poder de Hamás después de más de seis meses. De lo contrario, lo que haría España, y quien siga la senda de Sanchez, es premiar a Hamás por su ataque terrorista del 7 de octubre pasado que causó 1.300 muertos inocentes en Israel.

Además, mientras un semblante de paz no vuelva a Palestina en el que Hamás, Hezbolá y los Hútis, entre otras organizaciones y milicias terroristas sucursalizadas por Teherán, dejen de acosar a Israel y a los occidentales, la situación evoluciona y no recomienda actuar precipitadamente, sobre todo después de que Irán se ha quitado sus caretas terroristas de intermediación y ha actuado directamente con 330 misiles y drones contra Israel en una noche, abatidos en un 99%, contra ese Israel al que Sánchez da lecciones de democracia cuando en casa pacta con partidos separatistas y desestabilizadores de España, heredero alguno de terroristas no arrepentidos de lo que afecta enterarse solo ahora en la campaña electoral vasca.

Desde tiempos del Presidente americano Carter el Irán de los ayatolas es un enemigo jurado de EEUU y de Israel. De los occidentales. Por su adscripción al chiismo, Irán, islámico no árabe, es asimismo adversario de los países sunís, la mayoría de los países árabes siendo su gran rival regional Arabia Saudí donde está la Meca, el lugar más sagrado para los musulmanes.  

Irán corteja la bomba nuclear para ser el gallo del Oriente Medio para, si acaso, destruir Israel, y puede que lo acabe logrando gracias al error de Trump que torpedeó el acuerdo forjado en su día para que Irán pudiera tener una industria civil nuclear sin riesgo de enriquecer su uranio a niveles necesarios para lograr una bomba nuclear. A este error hay que sumar el previo de la segunda Guerra del Golfo, la guerra ilegal, la de Bush junior, el desastroso, la que no fue sancionada por la ONU como la primera para conseguir que el Irak de Sadam Husein se retirara de Kuwait que había invadido y ocupado ilegalmente. Con la segunda Guerra cayó el iraquí Sadam Hussein y creció Irán.

Como otras dictaduras, el régimen de los ayatolas, que ahorca desde alturas vertiginosas con grúas a los homosexuales y humilla a las mujeres, utiliza la política exterior para desviar la atención interna a sus barbaridades y falta de libertad. El odio total a Israel es su gran batalla para echar a los judíos al Mediterráneo, y para ello lleva años hostigando a Israel con terroristas a sueldo suyo.

En tiempos pasados los terroristas palestinos de la Organización Palestina de Liberación, la más importante durante mucho tiempo, dejaron las armas y empezó a gobernar su porción de territorio palestino. Fue otra oportunidad perdida para los palestinos que tantas veces equivocaron antes su política con los judíos priorizando la violencia como con la invasión de Israel por varios países árabes nada más proclamarse en 1948 la independencia del Estado judío reconocido por NNUU. La gestión político-administrativa de Palestina no es gran cosa y ampara mucha corrupción. Israel no ayuda, sin duda también un error, pero solo es ello una excusa, no una justificación aceptable. El verdadero fracaso es palestino.

Del error de la invasión de 1948, rechazada, derivaron más errores por un terrorismo disruptivo incluso para países árabes. Con Arafat al frente, la OLP acabó yéndose a Jordania y al Líbano para refugiarse finalmente en Túnez ya que por sus atropellos nadie la quería en el Oriente Medio.

Tan mal recuerdo dejó, que ningún país árabe quiere acoger ya a refugiados palestinos. No solo Israel ha construido muros para impedir que accedan fácilmente al territorio israelí y dificultar que entren terroristas. Al ver el hacinamiento palestino en Rafah por la presión militar israelí, son los propios egipcios los que construyen desde febrero un muro como el de Berlín para que no pasen palestinos a Egipto, aunque estén muertos de miedo y de hambre. Esto no sólo merced a Israel, también a Hamás que no da un chavo por los palestinos. El gobierno egipcio teme una colusión entre palestinos y los Hermanos Musulmanes que cuando gobernaron en El Cairo llevaron al país hacia el radicalismo islámico.

En estas circunstancias, mientras Albares defiende con entusiasmo estéril ante el Consejo de Seguridad que Palestina pase de observador a miembro pleno de las NNUU, Sánchez debiera reflexionar sobre el mejor momento de reconocer a Palestina como Estado ya que incluso en julio, cuando quiere hacerlo a lo más tarde, tal como se desarrollan los acontecimientos daría la evidente sensación de justificar el terrorismo de Hamás que le quedará otra vez muy agradecido y, por su parte, debieran también de reflexionar los palestinos por qué sus hermanos árabes elevan asimismo muros físicos y políticos contra ellos a pesar de jalearles en las calles.

Las capitales occidentales verdaderamente importantes (Washington, Berlín, Londres, Paris) intentan calmar a Israel con un dialogo directo para que renuncie a devolverle a Irán los cientos de misiles enviados, una pasada, o al menos que una respuesta, en el fondo innecesaria, sea lo suficientemente medida como para no provocar por escalada un conflicto mayor en el Oriente Medio. Sanchez no puede hacerlo porque no tiene interlocución constructiva con Netanyahu y parece dudar ahora de un inmediato reconocimiento del estado palestino. De lo que no hay duda es que la política exterior no es para aficionados.

1 Comentario

  1. Los palestinos son una gente que, desde hace 76 años, sólo saben hacer 4 cosas: matar, morir, parir y vivir de la ayuda internacional.
    España ya tiene reconocidos tanto a Israel como a Palestina. Si no ¿de qué existen sendas Embajadas en Madrid desde hace más de 40 años?

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