Hace tiempo que sabemos que el vuelo de una mariposa en Asía puede tener consecuencias lejanas como señala un viejo proverbio chino. Con más motivo una operación terrorista de envergadura. Lo tuvo el 11-S derribando las Torres Gemelas de Nueva York, causando casi 2.800 muertos. Luego vino Afganistán, el 11-M en Madrid, los atentados en Londres, la caza de Bin Laden o el horror del Estado Islámico con resultados diversos, pero lo que está claro es que los occidentales deben unirse para protegerse mutuamente.
La operación terrorista de Hamás del 7 de octubre causó casi la mitad de los muertos que el 11-S lo que da una idea de su enorme magnitud para el Estado judío. En Israel la población es de apenas 9,4 millones de habitantes mientras que en EEUU hay 332 millones. Israel ha respondido con su invasión y destrucción de una Gaza controlada desde hace años, con el beneplácito de sus habitantes, por Hamás que además de ser una organización terrorista dispone de una milicia bien entrenada, un auténtico ejército.
Combatir Hamás no es, pues, perseguir a cuatro terroristas que se han refugiado no se sabe dónde tras cometer su fechoría como hacían los de ETA. Además de sus terroristas y numerosos milicianos, Hamás dispone de campos de entrenamiento y de infraestructuras no sólo en superficie, también en una extensa red de túneles subterráneos por los que circulan sin ser vistos, mueven pertrechos y equipos con los que asesinar gente, bebés incluidos, esconden a los numerosos rehenes del 7 de octubre aún en su poder y han establecido puestos de mando, todo ello muchas veces debajo o en cercanía de hospitales o escuelas para mayor protección, pues Hamás se escuda en su propia población palestina sin importarle lo que le pueda ocurrir.
Se podrá discutir o censurar la respuesta militar de Israel a los atentados del 7 de octubre, pero difícilmente podrá argumentarse que no tenía que haber respondido. Es la intensidad de la respuesta, las destrucciones ocasionadas y el elevadísimo número de muertos civiles que en Navidades ya habían superado los 20.000, incluyendo niños, lo que suscita las críticas internacionales. También influyen posturas de antisemitismo o ideológicamente contrarias a Israel.
Una reacción israelí excesiva incluso para el gobierno americano, aliado esencial de Tel Aviv, que desea al menos una pausa porque lo que parece excesivo siempre es objeto de crítica y el apoyo a Israel en estas condiciones se hace difícil tanto en el ámbito interno de los países que le respaldan como en el internacional. Sin duda, son consideraciones que no suelen hacerse calzando zapatos israelíes, poniéndose en su lugar, sin perjuicio de que la batalla por el relato la está perdiendo cada vez más Israel mientras prosiga una barbaridad que supera en demasía aquella de la que fue objeto y que parece más una venganza que una disuasión a futuros o un éxito destruyendo significativamente Hamás o recuperando rehenes. Veremos si la última Resolución de Consejo de Seguridad consigue al menos pausar esta guerra.
Las críticas dirigidas a Israel desde el extranjero, incluidas las de Sánchez públicamente a la cara de Netanyahu, no parecen tener reflejo en el Estado hebreo donde el Primer Ministro mantiene un gobierno de unidad nacional para dar respuesta a la agresión de Hamás. Las críticas en ese país democrático con numerosos partidos y grupos cívicos y religiosos que intervienen profusamente en sus debates políticos son más bien por considerar que el sur de Israel, junto a Gaza, no estaba bien protegido, que los servicios de información no fueron capaces de prever lo del 7 de octubre o que no hace Netanyahu lo suficiente o lo apropiado para la liberación de los rehenes. También hay reacciones xenófobas respecto de los árabes. Probablemente Netanyahu pagará políticamente los platos rotos que incluyen ahora a los militares muertos en la operación en Gaza, pero por ahora, mientras no haya un retorno a cierta normalidad, la unidad prevalecerá en Israel.
Después se plantearán de nuevo los debates del futuro, las soluciones posibles o imposibles por los radicales de cada lado, cada uno con sus argumentos de peso. No obstante, una verdadera convivencia en Palestina sólo parece posible con el reconocimiento por Israel de un Estado palestino y la renuncia palestina, árabe e islámica a fomentar el terrorismo contra Israel y en los países occidentales.
Mientras tanto, desde Teherán manejan hilos no tan favorables para el mundo árabe y de los que debiera alejarse so pena de ser una marioneta de Irán. Hamás y Hezbollah, en el sur del Líbano, son alentados espiritual, política y militarmente por Irán, y también en el Yemen los Huties, miembros de una organización armada islamista, que se dedican ahora, siguiendo la mariposa diabólica iraní, a atacar las naves comerciales que circulan por el Mar Rojo. Es su manera de ayudar a Hamás.
En su día hubo que organizarse contra la piratería que operaba desde las costas de Somalia y la UE estableció la exitosa operación naval Atalanta, de la que España es parte,para asegurar la navegación de barcos comerciales. La OTAN, EEUU, India y China también mandaron buques a la zona para proteger el paso de mercantes y petroleros. Ahora EEUU organiza una flotilla para operar en el Mar Rojo y defender el tráfico internacional en la que participarían dos países similares a España, Francia e Italia, que como nosotros pertenecen a la OTAN y a la UE.
Requerido también a contribuir, el gobierno de Sanchez se negó a ello y, como contrapartida, abrió la puerta de hacerlo si lo hacia la OTAN o la UE. Legítimo, pero puede uno preguntarse por qué Madrid ha de ser más renuente a colaborar con Washington que Paris o Roma.
No obstante, involucrar a la UE (sin EEUU), o a la OTAN (con EEUU), no era una mala idea. El miércoles pasado con el voto favorable de España la UE aprobó ampliar la operación Atalanta al Mar Rojo. Una forma acertada de incrementar la contribución de la UE a su defensa y a la seguridad internacional cuando Borrell tanto habla de Defensa Europea y de autonomía estratégica lo que implica proteger el tráfico marítimo que viene a o se origina en puertos europeos, como, por ejemplo, Valencia, Barcelona, o Bilbao.
Sin embargo, el jueves siguiente, solo 24 horas después, “donde dije digo, digo Diego” según informaron los medios. España vetó en la UE ampliar Atalanta al Mar Rojo. Una incoherencia propia del Frankenstein II. Igual la clave la tiene Yolanda o sus siete pequeños frankensteins. Volvemos a nuestro agujero antioccidental por mandato sanchista. Crecen en altura los Pirineos.
En Defensa negaron luego ese veto español (¿faltarán a la verdad?) y abogaron por una operación especifica en el Mar Rojo, una manera de decir arteramente “quiero más” sabiendo que bastaba con ampliar Atalanta. Una ceremonia de la confusión en la que no se sabe cuál es la verdadera proyección estratégica española ni donde nos situamos de verdad, a todo lo cual hay que añadir la llamada telefónica de Biden a Sánchez.
Camuflada como una felicitación por renovar Sánchez su sillón de mando hace ya más de un mes, en realidad fue una llamada al orden del Presidente americano sobre ese impedimento español para defender el tráfico marítimo en el Mar Rojo. El resultado fue que España levantó su veto a la extensión de Atalanta, pero dijo que no participaría con buques españoles. ¡Otra vez desdiciéndonos! Como siempre. Recuerden Irak y Kósovo en tiempos de Zapatero.
La cacareada Defensa Europea por los suelos. Los pequeños frankensteins, que tienen pillado a Sánchez por la garganta, dicen falsamente que es para no ayudar a Israel y Sánchez obedece como una veleta. Más bien parece que protegemos a los Huties que nos felicitan, como ya hizo antes Hamás, ambos terroristas. Los de Bildu también adoran a Sánchez. ¡Queda cerrado el circulo!
¿Qué le dirán a Albares sus colegas de la UE y de la OTAN, así como otros occidentales? ¿Qué cara pondrá? ¿La misma que Moratinos cuando Chacón, con la aprobación de su Presidente de Gobierno, nos retiró abruptamente de la operación pacificadora aliada en Kosovo (avalada por NNUU) sin su conocimiento? ¡Ni del Embajador en la OTAN! ¿Así siguen llevando algunos nuestra política exterior? ¿Con reacciones subpirenaicas?
Acabará teniendo razón Manfred Weber, el líder conservador alemán en el Parlamento Europeo: Sánchez ya no tiene futuro para un cargo en Europa. En realidad, Sánchez no lo quiere. Lo que desea es perpetuarse en España a cualquier precio. Compren una casita en Venezuela y vayan probando como es sentirse bolivariano …