Macron ataca

Carlos Miranda
Por
— P U B L I C I D A D —

El nuevo Primer Ministro francés, Gabriel Attal, y el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Stéphane Séjourné, admitieron su ruptura sentimental desde hace dos años al tiempo que iniciaban sus respectivas responsabilidades gubernamentales. Hicieron bien. Las cosas claras cualquiera que sea o haya sido el tipo de relación estrecha entre dos miembros de un gobierno. Attal se ha movido, apoyado por el Presidente Macron, en los círculos gubernamentales como asesor, alto cargo, ministro y, finalmente, Primer Ministro a la temprana edad de 34 años. Séjourné, otro joven de 37 años, lo ha hecho en el ámbito del Parlamento Europeo donde encabezaba el grupo de las huestes de Macron.

La reestructuración del gobierno no ha afectado a dos pesos pesados, Bruno Le Maire y Gérald Darmamin, únicos ministros sobrevivientes del primer gobierno de Macron en 2017. Tienen grandes ambiciones, incluso presidenciales. Le Maire, Ministro de Economía, gobierna satisfactoriamente esa parcela y Darmamin, Ministro del Interior, tiene “dossiers” difíciles de orden público afectados por la inmigración y su integración, así como la seguridad en los venideros Juegos Olímpicos en Paris. Ambas carteras desgastan al tiempo que pueden ser trampolines para volar más alto.

El primer objetivo de este nuevo gobierno es cortarle el paso a la extrema derecha lepenista, cada vez más fuerte mientras la extrema izquierda de Mélenchon con sus “Insumisos” anda algo desinflada. Más peligroso para Macron por su izquierda es Raphaël Gluksmann, miembro del grupo socialista en el Parlamento Europeo, que, con una pequeña formación, “Place Publique”, le puede quitar suficientes votos en beneficio, finalmente, de la extrema derecha.

La lucha contra los extremos la conduce Macron desde su partido de centro, ”Renaissance”, que incluye una izquierda moderada socialdemócrata que como él abandonó un partido socialista radicalizado que se ha quedado anémico (1,75% en la última elección presidencial con Anne Hidalgo) y elementos de una derecha mesurada oriunda de la derecha tradicional de “Les Républicains”. Con el nombramiento de Rachida Dati en Cultura, antigua ministra de Sarkozy, intenta Macron atraer también a un electorado más conservador.

El macronismo necesita unirse ahora tras haber aprobado una ley de inmigración con tintes restrictivos que han satisfecho bastante a los partidarios de Le Pen e incomodado al ala más progresista de “Renaissance”. En este cerrar filas pensando en las elecciones generales de 2027, y la Presidencial que le precederá a la que Macron ya no podrá presentarse, no puede estar ausente la imagen exterior francesa.

Séjourné debe dinamizar, pues, una política exterior sin grandes atractivos llevada a cabo por su predecesora la diplomática Catherine Colonna. Francia necesita más visibilidad internacional y más protagonismo europeo que el que ofrecía la discreta funcionaria y con más motivo con un Putin que esnobea a Macron. Una Unión Europa presente en el mundo y fuertemente ensamblada es una ambición de todos los europeístas, aunque desde Paris es una sinfonía que se interpreta frecuentemente como una extensión de la política exterior francesa. Más dinamismo europeo, sí, pero con salsas con estrellas “Michelin”. Es la misión principal de Séjourné que también tendrá que agitarse para las elecciones europeas del mes de junio. Por de pronto, su primer viaje ha sido a Ucrania y Polonia.

Con un Trump, siempre crítico con Europa, asomando su nariz para la elección presidencial americana de este otoño; la perenne reestructuración de las ambiciones internacionales y de seguridad de la Unión Europea; los incendios en Ucrania, Palestina y Mar Rojo; además de China ascendiendo, India siguiéndole los talones, África desordenada, Oriente Medio explosivo y Rusia rencorosa, Francia , donde siempre hay cerebros imaginativos, querrá volver a ser una locomotora internacional para la UE donde Alemania lleva una voz más cercana a los EEUU apoyando, ahora, a Washington en el Mar Rojo.

Veremos cómo se sitúa Sánchez, pero en Paris sabrán que es gestual, de opinión cambiante y amedrentado por los separatistas y la extrema izquierda, haciendo de España un país débil con un gobierno poco fiable internacionalmente. Una receta ideal para cobijarse bajo “Marianne” siempre nominalmente distante de Washington. Nominalmente. Al final, al cactus se le suelen mojar los pinchos sin avisar y los seguidores se quedan vendidos, compuestos y sin inspiración …

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