En siete años, la guerra en Siria ha dejado casi medio millón de muertos, tres de heridos y mutilados y más de doce de desplazados. El conflicto ha implicado a otros países de Oriente Medio y sus consecuencias se han sentido en todo el mundo.
“Es tu turno, doctor”, rezaba una pintada en un muro de la ciudad siria de Deráa en la primavera de 2011. Los dos adolescentes que la realizaron avisaban así al oftalmólogo y presidente de Siria, Bashar Al-Assad, de que podría seguir la misma suerte del tunecino Ben Alí, el egipcio Hosni Mubarak o el libio Muamar El Gadafi, exiliado, encarcelado o linchado hasta la muerte, respectivamente.
La detención de aquellos grafiteros adolescentes, sometidos a las habituales y atroces torturas de los servicios secretos sirios, fue el punto de ignición de la guerra civil, que poco a poco fue implicando a los demás países de Oriente Medio y cuyas consecuencias se han hecho sentir en todo el mundo y de una manera especial en Europa.
La ONU y la Unión Europea, dos de las grandes instituciones creadas tras la Segunda Guerra Mundial con objeto de prevenir y evitar una nueva conflagración de tanta envergadura, se han tambaleado a consecuencia precisamente de la guerra en Siria. La primera se esfuerza y pena tanto para conseguir una resolución de su Consejo de Seguridad como para lograr que, una vez aprobada, se cumpla. El último ejemplo de las tensiones y de su falta de autoridad es el del alto el fuego y la tregua de 30 días que permitiera la entrada de ayuda humanitaria a la martirizada Guta Oriental. No hay fecha definida para ello en esa ciudad satélite de la periferia de Damasco, en donde sobreviven a duras penas 400.000 civiles atrapados entre los insurrectos del Ejército Sirio Libre (ELS) y las tropas de Al-Assad. Ni qué decir tiene que se desprecian abiertamente las Convenciones de Ginebra, creadas precisamente para proteger a los civiles en tiempos de guerra.
Desestabilización de la UE
En cuanto a la UE, la crisis de los refugiados ha supuesto el mayor desafío a su cohesión registrado hasta la fecha. Principios que se creían grabados a fuego en el ADN europeo corren grave riesgo de derrumbamiento: la libertad de movimientos, las fronteras comunes, la tolerancia y el pluralismo han sido puestos a prueba severamente, y es innegable que han sufrido un ataque brutal en países como Hungría y Polonia, pero del que tampoco escapan otros territorios que […]
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