Preside el Gobierno del más pequeño de los países bálticos, Estonia, con apenas 1,3 millones de habitantes, pero sobre todo fue la primera voz que denunció el nuevo imperialismo de Vladímir Putin en 2021, cuando ni las cancillerías europeas ni los más conspicuos analistas pensaban que el presidente ruso mentía, y que los más de 100.000 soldados que situó junto a la frontera con Ucrania solo iban de maniobras.
Kaja Kallas, 47 años, ha tenido el honor de ser declarada “en busca y captura” por el Kremlin. No es la única, puesto que también están en la misma situación 84 altos cargos del segundo país báltico, Letonia, y 29 políticos de Lituania, incluido el ministro de Cultura, Simonas Kairys. A todos ellos se les acusa de haber cometido delitos tipificados en el Código Penal de Rusia, aunque sin mencionarlos específicamente. Sin embargo, el denominador de todos ellos es haber ordenado o votado a favor del desmantelamiento, destrucción o traslado de los monumentos rusos erigidos en los tres países durante la ocupación soviética tras la Segunda Guerra Mundial.
De todos ellos, y debido a su cargo, ha sido Kaja Kallas la que con mayor vehemencia y desde más temprano ha alertado a sus socios de la Unión Europea contra las verdaderas intenciones expansionistas de Putin. Y lo hizo con hechos desde 2021, cuando decidió enviar armas para apoyar a Kiev ante la invasión que para ella era inminente. El 24 de febrero de 2022 -estamos a punto de que se cumplan dos años- Putin lanzó una operación que sus generales y asesores le aseguraron duraría apenas una semana, tiempo suficiente para desalojar a Volodimir Zelenski y poner en su lugar a un presidente títere de Moscú.
Van dos años de guerra y, como se ha encargado de resaltar en todas sus intervenciones, Kallas no solo previó la brutal destrucción de Ucrania y el descarnado asesinato de cientos de miles de civiles, sino que también insiste incansablemente en que, si cae Ucrania, Putin no se conformará y sus ansias imperialistas volverán a proyectarse sobre Europa, y en primer lugar sobre los países a los que sojuzgó bajo la bota de la Unión Soviética, tan añorada por el propio Putin.
Kallas, voz de alerta en Europa
Kallas ha tenido que elevar a menudo la voz ante sus colegas europeos que se muestran más conciliadores y comprensivos hacia el amo del Kremlin. Tiene una experiencia vital que para ella contradice las teorías más pacifistas. Ella misma, siendo adolescente, presenció la invasión de los carros de combate rusos cuando Estonia proclamó la independencia en agosto de 1991. Una visión que le refrescó la memoria de su madre y abuela, a las que los comisarios de Stalin deportaron en vagones de ganado a la remota y helada Siberia, exactamente igual que hicieron los nazis con los judíos, gitanos y no pocos disidentes hacia los campos de concentración y muerte.
Todas esas experiencias, además de su propia memoria, le llevaron a desconfiar de los estonios de etnia rusa. Líder del Partido Reformista, de postulados de centroderecha, ha preferido alinearse con la izquierda socialdemócrata antes que integrar a los rusófonos en su coalición política de Gobierno. Sabe que Putin esgrimió el argumento de ir presuntamente en ayuda de la población rusohablante para hacerse con la península de Crimea y favorecer el separatismo de las repúblicas de Lugansk y Donetsk en el este de Ucrania, argumento al que también podría recurrir hipotéticamente para hacer lo mismo en los países bálticos. Algo en lo que tampoco es demasiado innovador. Fue lo mismo que argumentó un tal Adolf Hitler para desgajar la región de los Sudetes de Checoslovaquia.
Kaja tiene el mismo apellido que la mejor soprano de todos los tiempos, la inolvidable María Callas, y al igual que ella, la Kallas no cesa de levantar la voz para dar el do de pecho contra Putin. A este respecto tiene un lema demoledor: “Si la gente no sabe que existes, no se dará cuenta de que faltas cuando ya no estás”, en alusión al olvido de que su país y los demás satélites de la URSS fueron objeto por parte de una Europa occidental que prosperó y se desarrolló como nunca mientras ellos “disfrutaban” durante más de medio siglo del paraíso comunista.
FOTO: La primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, gesticula a su llegada antes del inicio de una reunión del Consejo Europeo en la sede europea de Bruselas, el 1 de febrero de 2024 – | Ludovic MARIN/AFP