Si es que llegamos a junio después de que Macron abriese hipotéticamente la puerta al envío de soldados franceses a la guerra de Ucrania facultando a Putin recordar que dispone de armamento nuclear. Una estúpida imprudencia del niño prodigio francés.
En junio tendrán lugar elecciones europeas con, después, un nuevo Parlamento y una nueva Comisión. Tendrán también repercusiones internas en cada miembro de la Unión Europea. Tras el batacazo gallego de Sánchez los ánimos del PP están en alza y confiarán en darle una estocada importante para forzar su salida y nuevas elecciones generales. Sin embargo, el sanchismo, un ente resiliente, peleará con cualquier demonio por aliado. Si lo permiten Koldo y Ábalos. A otro probable mal resultado en las vascas de abril se unirá, posiblemente, la controvertida e injusta amnistía. No obstante, hasta junio falta una eternidad.
En Europa los partidos conservadores están en ascenso. Es probable una mayor prevalecía del Partido Popular europeo. En todo caso, en el Parlamento Europeo no juegan a la polarización. Normalmente populares y socialistas se ponen de acuerdo para cortar juntos el bacalao importante con ayuda a veces de algún otro partido.
Von der Leyen se ha postulado para un segundo mandato al frente de la Comisión. Necesitará el apoyo del Consejo Europeo donde no le pondrán grandes objeciones y la aprobación del Parlamento, algo probable con una composición aún más conservadora que la presente. Doña Úrsula desbancaría así de nuevo al líder parlamentario de los populares europeos, el democristiano bávaro Manfred Weber, que, recientemente, ha abogado por una UE con disuasión nuclear propia.
Esto último refleja los tiempos actuales con Rusia amenazante e invasora de Ucrania; el posible retorno de Trump en Washington, aparentemente renuente a respaldar militarmente a los europeos; y, asimismo, numerosos sectores económicos ahogados por normativas adoptadas para reducir el impacto del cambio climático. Las tractoradas y otras quejas como las del sector del automóvil reflejan un malestar que pide transiciones más suaves y largas.
Von der Leyen señala que la Europa de 2024 no es la de 2019 y que además de tener más en cuenta a la industria y el campo, ahora va a ponerse un fusil al hombro. Con la seguridad amenazada lo demásson sueños inciertos, aunque ello no lo asimile bien quien se crea ingenuamente de retaguardia.
Von der Leyen propone un Comisario para la Defensa, además del de Asuntos Exteriores, para que pueda la UE tomarse en serio su defensa. No se trata de sustituir la OTAN ni de disolverla. Se trata de que los europeos incrementen el gasto militar y organicen unidades militares eficaces que debieran ser empleables en el marco europeo o aliado dándole, asimismo, un empujón a la industria europea de defensa y a avances tecnológicos, en especial de Inteligencia Artificial.
Debe la UE superar el bochorno de haber prometido hace un año a Ucrania un millón de obuses para luego entregar bastante menos de la mitad. Más Europa de la Defensa no es menos atlantismo. La Alianza Atlántica seguirá siendo fundamental, pero con una UE más implicada en su propia seguridad, incluso en materia de disuasión nuclear lo que podría necesitar un acuerdo de Francia con sus socios de la UE.
Ello no impide acuerdos de convivencia con Rusia si no son impuestos por Moscú de mala manera. Medidas de confianza y de desarme serían posibles, pero desde la firmeza de una defensa disuasoria. Conviene tener en cuenta que una Autonomía Estratégica Plena (AEP) sólo será posible cuando la UE sea un Estado Federal con un Presidente que disponga de una disuasión nuclear propiamente europea.
¿Lo asumirían todos los países de la UE? No está aún claro como Francia transformaría su propia disuasión nuclear en europea ni que otros países como España, por ejemplo, quieran implicarse activamente en una doctrina nuclear político-militar europea (o franco-europea). Habría que hacer de la necesidad virtud, como argumenta Sánchez …
